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El ChatGPT y la investigación musicológica

Hace unas semanas en nuestra habitual sonojunta de todos los miércoles, el preludio a los asuntos por tratar había ido a parar en un tema que, en los últimos meses, parece haber generado cierto interés en las páginas de no pocas revistas y no pocos medios: [1] el tema ha sido recientemente abordado en medios como El Pais y Letras Libres, con especial alusión al ChatGPT la inteligencia artificial (IA) y el —creo, ya famoso— ChatGPT.

La alusión al fenómeno, en ese momento, me pareció una de esas charlas de asombro y curiosidad que —acostumbrados a las “grandes noticias” cuyo impacto dura unas cuantas horas, sólo en lo que la siguiente “gran noticia” llega, generada en medio de lo efímero y el atiborramiento informativo de las redes sociales— quedaría ahí, sin mayor trascendencia.

Sin embargo, hace unos días, un antropólogo me compartía sus preocupaciones o precauciones docentes con el ChatGPT. La aflicción radicaba en la posibilidad de que sus estudiantes universitarios decidieran resolver los exámenes (diseñados en preguntas abiertas con un remarcado interés en fomentar su pensamiento crítico y analítico) con inteligencia, pero no la suya sino la artificial. 

Antes de eso, una amiga (dedicada a la investigación geográfica e interesada por las ciencias sociales) había externado su consternación por la capacidad del mencionado chat para generar ensayos, análisis, artículos académicos…. (¿tesis?); por aquello de que esto podría suponer una amenaza para nuestro lugar en el mundo profesional, académico, intelectual y hasta artístico. Y esto, a su vez —un poco “tirando del hilo”— me llevaba pensar en la Utilidad de lo inútil de Nuccio Ordine. Es verdad que más de un campo profesional podría verse amenazado por la proliferación de la IA y el desarrollo de aplicaciones como el ChatGPT; sin embargo, y ya como permite suponer el título no poco sarcástico de Ordine, “aquellos saberes cuyo valor esencial es ajeno a cualquier finalidad utilitarista” (Ordine 2023) y, añadiría también a aquellos quienes producen y estudian estos saberes, han tenido que justificar su utilidad en la sociedad contemporánea (ciertamente el caso la musicología, etnomusicología y cualquier investigación musical). 

Es decir, parece que cada vez más, y centrándome ya sólo en el campo de la investigación musical, habremos de justificar nuestra utilidad y la razón de nuestro quehacer ¿y qué pasa si encima de todo un chat inteligente podría llegar a sustituir a la persona que hace las notas de programas, las notas de los discos, los libros relacionados con la música en cualquier tema, el análisis de la música que consumimos e interpretamos? ¿Esto de verdad podría llegar a suceder?

Claro que como no soy experta en tecnología (qué digo experta, no soy avezada ni si quiera un poco y mi pericia no va más allá del orgullo que siento cuando he aprendido nuevos trucos en mi Sibelius), no creo que pueda proporcionar ninguna respuesta de estadística fiable o enunciar alguna premisa futurista con ningún nivel de certeza. Tal vez, por ahora, lo único que pueda darnos un poco de paz (“darnos” por aquellos que puedan compartir la consternación de vernos desplazados por el musicólogo GPT) es conocer al dicho investigador artificial, dialogar con él y reflexionar sobre lo que puede, o no, ofrecernos.

Así, ¿a dónde llegué tras mis primeras interacciones con este conversador “elocuente” y de “gran facundia”? A estas alturas, asociar mi nombre con el de Tomás Ochando no resulta ninguna sorpresa, como tampoco lo es señalar la cantidad de intentos (algunos más afortunados que otros) que he hecho por dar a conocer la obra del compositor y su trascendencia en el universo musical novohispano. 

Sabido es también el gran esfuerzo que implicó acercarse a una figura que, habiendo vivido hace 300 años, parecía no haber dejado mayor rastro sobre su presencia en el mundo que su música. Es decir, la cantidad de obras que se encontraban resguardadas de este maestro de capilla en los diversos acervos mexicanos, en oposición a los escuetos datos biográficos, hacían suponer la trascendencia musical de Ochando en la Nueva España, pero también obligaban a especular sobre las razones que convertían a este personaje en un fantasma para la musicología panhispánica. Como este texto no tiene por objetivo convertirse en un esfuerzo más por difundir la obra y figura del compositor, baste señalar que, tomando en cuenta que necesité cerca de 8 años para encontrar datos suficientes que permitieran trazar un bosquejo biográfico del compositor, al mismo tiempo que esos datos permitían explicar su ausencia en los discursos, la curiosidad apuntaba a una interrogante: ¿qué podía decir el ChatGPT sobre Tomás Ochando?

Aquí el resultado:

Yo: ¿quién fue Tomás Ochando?

ChatGPT: Lo siento, no tengo ninguna información sobre una persona llamada Tomás Ochando […] ¿Podrías proporcionarme más información o contexto acerca del individuo por el que me preguntas?

Yo: Tomás Ochando fue un músico español, ¿Sabes algo de él? [ambigüedad temporal y biográfica intencionada en mi pregunta]

ChatGPT: Sí, Tomás Ochando (1894-1969) fue un compositor y guitarrista español. Nació en Murcia, España y empezó su carrera musical como guitarrista en la marina española. Después de la marina, el compositor trabajó como un compositor y guitarrista profesional en España y Sudamérica. […]
En adición a su labor como compositor, Ochando también enseñó guitarra y entre sus estudiantes también se encuentran algunos de los principales guitarristas de mediados del siglo XX, como Segovia, Yepes y Díaz. Actualmente es considerado como uno de los guitarristas y compositores más importantes del siglo XX en España

Yo: ¿Qué sabes de Tomás Ochando el compositor del siglo XVIII?

ChatGPT: Lo siento, creo que hay una confusión. Hasta donde sé, Tomás Ochando fue un compositor y guitarrista español que vivió en la primera mitad del siglo XX y no es un compositor del siglo XVIII.

Según sea lo que interese señalar de la conversación con el investigador GPT, el nivel de perturbación, o de paz, puede variar. En primer lugar, es interesante que la IA haya tenido como primera respuesta el desconocimiento total sobre Tomás Ochando; pero que al vincular la pregunta con un solo dato adicional (la música), el refinamiento de la minería de datos parece arrojar una respuesta convincente. [2] La minería de datos es el proceso de hallar anomalías, patrones y correlaciones en grandes conjuntos de datos para predecir resultados Y digo parece, porque poniéndonos ligeramente críticos los datos proporcionados y la manera en que son enunciados no rebasan a nivel de redacción ni de análisis lo que podría proporcionar una entrada en Wikipedia. Por tanto, un ensayo entregado por un alumno plagiando las palabras de la IA no debería preocuparnos más de lo que preocupa hoy que nuestros estudiantes “parafraseen” los párrafos de ciertas páginas web. Pues al menos en este caso estaríamos teniendo más de lo mismo, sólo que la información sería tomada de una pestaña web con nombre distinto.

Eso a nivel de redacción y capacidad de escritura, pero si atendiéramos a la información proporcionada, el caso se enreda un poco más. “Tomás Ochando, guitarrista español de principios del siglo XX y maestro de Segovia, Yepes y Díaz” no existe; y si existe, mi capacidad como musicóloga me preocuparía seriamente. 

Si volvemos a las prácticas “old fashion” y googleamos la información proporcionada por el chat, nos encontramos con que existe un Miguel Ochando, guitarrista y compositor español, pero nacido en Granada y en 1965. Es sobresaliente que Tomás Ochando (el mío) sí nació en Murcia, solo que 169 años antes; ¿entonces? esto haría plausible preguntarse si el GPT mezcló la información proporcionada en su búsqueda y configuró un personaje ficticio. Pero, todo carece de sentido, si existiera un personaje con las fechas de nacimiento y muerte que asegura el chat, sería cuando menos sospechoso que éste hubiera sido maestro de Segovia quien nació en 1893, es decir un año antes que Tomás Ochando (no el mío, sino el del musicólogo GPT). Por otro lado, Narciso Yepes también nació en Murcia, pero en 1927… 

Tratando de dar coherencia a los datos, sólo puedo asumir que el “refinamiento” del algoritmo, al proporcionarle un dato más para la búsqueda, haya hecho un verdadero collage de información en función del apellido, el lugar geográfico y la profesión del personaje. Sin embargo, puedo agradecerle a este musicólogo virtual el incentivo por hacer investigación. Para tratar de entender de dónde había obtenido los datos, tuve que hacer algunas búsquedas sobre Andrés Segovia, Narciso Yepes y Alirio Díaz, según asumo, aunque también pudiera ser Clemente Díaz —apostaría porque cualquier guitarrista sabe la respuesta mejor que yo—; además, con las búsquedas de “linaje pedagógico” llegué hasta Francisco Tárrega (1852-1909) y, ya de pasó, me entretuve escuchando algunas cosas de Miguel Ochando. Puesto así, lo menos que queda es agradecerle al ChatGPT la información fantasiosa, pues lejos de llegar al reproche, termina una con la satisfacción de haber escuchado música nueva y de haber hecho una breve investigación “musicológica” sobre un tema que, de otra manera, probablemente no habría hecho nunca.

Con la advertencia de que, tanta más información proporciones al chat más precisa puede llegar a ser la respuesta, días más tarde volví con el investigador artificial y la planteé una pregunta similar respecto a Ochando. Aunque la respuesta fue más cercana al perfil del maestro de capilla dieciochesco, el collage se convirtió ahora en una especie de narrativa fan-fiction:

Yo: ¿Qué sabes de Tomás Ochando, compositor del siglo XVIII?

ChatGPT: Tomás Ochando (1725-1791) fue un compositor español del siglo XVIII, conocido por sus obras para órgano, música vocal y música de cámara. Ochando nació en Valencia, España, y se formó musicalmente en la Catedral de Valencia. Posteriormente, se trasladó a Madrid, donde se convirtió en organista en la Capilla Real y en la Iglesia de San Felipe el Real.

Entre sus obras más destacadas se encuentran su «Sonata en Re Mayor» para órgano, que es considerada una de las obras más importantes del repertorio para órgano español del siglo XVIII. También escribió una gran cantidad de música sacra, incluyendo misas, motetes y responsorios, así como música de cámara, como sonatas para flauta y guitarra.

Ochando es considerado uno de los principales compositores españoles del periodo barroco tardío y es reconocido por haber desarrollado un estilo musical único que combina elementos de la música española y francesa de la época.

Yo: ¿De dónde obtuviste esta información?

Como modelo de lenguaje entrenado por OpenAI, mi conocimiento se basa en el análisis de grandes cantidades de textos y datos disponibles en internet. En este caso, la información que proporcioné sobre Tomás Ochando provino de varias fuentes en línea, incluyendo sitios web de música clásica, enciclopedias en línea y otros recursos académicos. Siempre trato de proporcionar información precisa y actualizada, pero si encuentra alguna información incorrecta o incompleta, no dude en hacérmelo saber. Estoy aquí para ayudar en lo que pueda.

Digo aquello del fan-fiction porque como toda buena narrativa hecha por el habitante de un fandom, esta vez la respuesta parece partir de datos reales, pero después proporciona una serie de información ficticia sobre Tomás Ochando que ya quisiera yo, fuera real. Las fechas de nacimiento y muerte han sido uno de los temas más controversiales en torno al personaje porque, a ciencia cierta, no sabemos ni cuando nació ni cuando murió; sin embargo, tras los últimos periplos investigativos, y algunas matemáticas vacilantes, mi hipótesis final apuntaba a que Ochando debió nacer cerca (subrayando el cerca) de 1725 y haber muerto cerca de 1799 (tomando la precaución de que el personaje resultaba por más de una razón sospechosamente longevo). Apostaría porque el ChatGPT tomó estas fechas de algún texto relacionado con mi investigación y quitó el cuidadosamente colocado “ca.” Enfatizó el “cuidadosamente” porque, de acuerdo con las máximas históricas y musicológicas, cualquier investigador que se precie de serlo debe tener cuidado en no falsear información en una de las tareas, según se dice, más importantes de nuestro quehacer: establecer fechas precisas para todo hito musicológico. 

En realidad, la precisión en las fechas pudiera ser irrelevante y bastaría con comprender las implicaciones estilísticas y compositivas de que este personaje (como cualquier otro de temporalidad semejante) haya nacido cerca de las primeras décadas del XVIII y haya permanecido activo hasta finales del siglo. No entraré más en ese tema porque sería alejarnos del propósito. Volviendo a la información proporcionada por el ChatGPT, puedo asegurar, yo como tantos musicólogos de más trayectoria y renombre que el mío y que se han dedicado a investigar el entorno musical madrileño del XVIII, que Ochando no fue organista en la Capilla Real y probablemente tampoco en San Felipe el Real (Ochando era jesuita). 

Respecto a las obras, es verdad que el murciano tiene un amplío catálogo de repertorio litúrgico, pero hasta la fecha desconozco cualquier señal —incluso a nivel de chisme— de alguna obra instrumental o de música de cámara; y tampoco nunca he sabido de algún organista que incluya en su repertorio canónico la destacada “Sonata en re mayor”, porque de haberla compuesto, lo único que podríamos asegurar hoy en día es que hasta la fecha nadie la ha (re-)descubierto.

Por otro lado, a nivel de análisis, he pasado cerca de 5 años estudiando las características técnicas y estilísticas en la obra del compositor, con lo que he ido aventurándome a establecer ciertas conclusiones. Hoy podría decir, por un lado, que el estilo del compositor difícilmente puede entenderse como barroco; y, por el otro,  si hay algo que destaca en el estilo personal de Ochando es justamente su capacidad sincrética para “combinar elementos de la música española”… e italiana de la época. Y aunque no dudo que la presencia de algunos elementos de la tradición francesa podría buscarse —-con ahínco y algo de empeño— en la música sacra de Ochando (por aquello de la cercanía con el Duque D´Anjou, monarca que inaugura la presencia de los borbones en la corona española), en realidad sería forzar una premisa poco distintiva de su obra.

Llegado este punto, me pareció ya irrelevante tratar de entender a quién referían los datos no concordantes con la vida y obra de Tomás Ochando (sólo por no dejar, sé de un Mariano Ochando nacido y activo en Valencia, pero en el siglo XIX). Por otro lado, más interesante me parecía cuestionar las fuentes del investigador virtual. Uno de los elementos más importantes en la presente era del investigación académica es el afamado aparato crítico; cansino y latoso elemento cuya ausencia o mala elaboración puede causar una calificación reprobatoria; dar elementos para, pasados unos años, sospechar de la posibilidad de un plagio; ganar un dictamen reprobatorio en el artículo arbitrado; dar razones a los integrantes del sínodo para cuestionar nuestras brillantes ideas, etc.  

Desvelar con precisión las fuentes que hemos utilizado en nuestra investigación (siempre que no sea Wikipedia una de ellas) se ha convertido en uno de los parámetros más importantes para medir el nivel de un texto académico. Y aquí, quiero señalar la idea de “precisión”, porque dudo que por erudito o convincente que pueda ser el trabajo de nuestros alumnos, o el artículo que enviamos a revisión, podamos convencer a alguien de la valía de nuestro texto prometiendo y asegurando que hemos hecho la lectura y el análisis “de grandes cantidades de textos y datos disponibles[…]”, pero sin declarar con santo y seña —y en el sistema de citación de su preferencia— todos los textos que hemos consultado.

En este sentido, el ChatGPT, cuando menos en esta primera conversación no debería causarnos desazón musicológica, sino todo lo contrario. Pues cualquier investigador, universitario o no, en un caso semejante al de Tomás Ochando se vería en la necesidad de hacer cuando menos el doble de investigación para saber qué datos pertenecen al compositor en cuestión y cuáles no; y además, entender si existe una relación importante para la investigación entre los datos que se antojan falsos y los que pueden darse por ciertos.

En últimas, lo más interesante es que, tras muchos esfuerzos y no con pocas lagunas biográficas, hoy existe una biografía (más o menos consistente) de Tomás Ochando y que puede consultarse en el sitio de la Real Academia de la Historia. Este documento está disponible en línea y, si mi buscador no miente, es una de las primeras entradas que salen al poner el nombre de Tomás Ochando en Google. Es decir, pese a las maravillas investigativas que parece prometer la IA y el ChatGPT, hoy por hoy, y al menos en el caso de Ochando, parece más certero seguir con las prácticas de antaño y mantener el infalible método investigativo del googleo .

Es difícil poner un punto final a estas líneas con una postura a rajatabla sobre lo que lo implicará (¿o implica? ya en el presente) el desarrollo de la IA y de plataformas como este chat en nuestro campo disciplinar. Lo que puedo señalar de este primer saludo al ChatGPT es que, en todo caso, si algo he debido hacer respecto al información proporcionada es cuestionar cada premisa y cada sentencia, como se supone debe hacer cualquier investigador ante cualquier fuente. 

Seguro, tal como ha sucedido con muchos otros inventos y desarrollos tecnológicos de alto impacto, aprenderemos a convivir con estos investigadores artificiales, y habremos de involucrarnos en disputas entre prosélitos y detractores tanto como nos atañan, convengan o nos resulten pertinente. 

Prolifere o no el desarrollo de musicólogos con inteligencia artificial, y volviendo a las palabras de Ordine, lo único que me parece de todo esto certero, es que seguiremos teniendo muchas razones para abogar por la utilidad de nuestros “quehaceres inútiles”.

PD. Mis siguientes conversaciones con el ChatGPT se alejaron de las preguntas biográficas y quisieron poner a prueba la capacidad analítica de la aplicación; solicité al chat el análisis de una misa de Francesco Durante. Si el tiempo me da, espero poder hacer una segunda parte de este texto. Si eso no sucede, me queda esperar que el lector atrevido haya ido a conocer ya al musicólogo artificial y conversado con él sobre sus temas de interés. Con suerte espero que ese lector tenga a bien compartir sus reflexiones con Sonuslitterarum.

Referencias

Referencias
1 el tema ha sido recientemente abordado en medios como El Pais y Letras Libres, con especial alusión al ChatGPT
2 La minería de datos es el proceso de hallar anomalías, patrones y correlaciones en grandes conjuntos de datos para predecir resultados
  1. He estado trabajando con la IA. Me parece una gran herramienta.
    He cambiado de hacer preguntas directas sobre un tema a solicitarle bibliografía sobre tal. Me ha ahorrado muchas horas en ficheros.

    1. ¡hola Gabriel! Muchas gracias por compartir tu experiencia con la IA. No había pensado en la posibilidad de solicitarle fichas bibliográficas. Considerando que el chat es gratuito, supongo que es una mejor alternativa que Mendeley.

      Muchos saludos

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