El fuego nuevo -Presentación
El fuego nuevo -Presentación

El fuego nuevo: presentación

Yaél Bitrán

Presentación del libro El fuego nuevo. Rescate histórico, organológico e interpretativo
del Ballet Azteca de Carlos Chávez, de Juan Gabriel Hernández (UNAM: FaM, 2024)
28 de noviembre de 2024


Aporte


Este libro es notable por varios conceptos, de los cuales me gustaría destacar algunos:

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Trae a la luz una obra prácticamente desconocida de un compositor canónico de la historia musical mexicana: Toxiuhmolpía-El fuego nuevo, ballet azteca, de Carlos Chávez. Cuando digo que “la trae a la luz” me refiero a que verdaderamente la ilumina desde una enorme cantidad de ámbitos. 

2

El autor, en todo momento construye la argumentación paso a paso, sólidamente, y va conduciendo al/a la lectora por razonamientos sucesivos que se van encadenando, siempre basados en los documentos a los que tuvo acceso. Como lectores sentimos que “no se guarda ninguna carta”, por decirlo metafóricamente, y, al contrario, presenta un juego limpio y convincente.

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Eso me lleva al siguiente punto: es loable la meticulosidad en la consulta de todas las fuentes disponibles, tanto en el país como en Nueva York, que hacen alusión a la obra, incluyendo algunos documentos nunca antes consultados como la reducción a dos pianos de la obra en la Colección Chávez, de la New York Public Library, que le permite brindar no sólo la obra reducida a este formato, sino el argumento en manuscrito al final de la partitura, ambos hechos por el compositor. Los dibujos originales en bellos colores de Agustín Lazo para la coreografía que nunca se llevó a cabo, depositados en el Fondo Carlos Chávez, del AGN, se encuentran también incluidos en el libro. 

4

Si tuviera que señalar un aspecto que considero el más importante del libro, y claramente para su autor, es la definición de la dotación de instrumentos de percusión para el fuego nuevo. Partiendo de cierta ambivalencia respecto a este tema en las fuentes disponibles, tanto primarias como secundarias (García Morillo, Parker y Halffter), Hernández, que las consulta todas, va desentrañando este espinoso asunto, el cual se ve coronado por el hallazgo del documento “Toxiumolpía—Notes on the Orchestral Score”, depositado en el AGN, en el Fondo Chávez. 

5

El autor, con su amplia experiencia como percusionista en ámbitos de la obra de Chávez y de la música contemporánea, puede hacer, con convincente autoridad, una propuesta de instrumentación que redundará, esperamos, en una edición suya, definitiva, de la obra, que permita su ejecución y difusión. El nivel de detalle que proporciona y las explicaciones claras y contundentes con el que la acompaña, resultan casi un manual para aquellos/as que deseen acercarse a la obra de manera práctica.

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Last but not least, el libro está escrito pulcramente, siempre con claridad de expresión y conceptos, es completo y contundente sin ser pretencioso, lo cual como lectores/as, agradecemos.

Yaél Bitrán, Maby Muñoz, Alfredo Bringas, Juan Gabriel Hernández

Contenido


En el capítulo 1, el autor da un sólido contexto de cómo construye Chávez su nacionalismo musical y su búsqueda de una raigambre prehispánica a través del uso de instrumentos musicales de ese origen, e incluye las reflexiones del compositor sobre ritmo y melodía asociadas a esta música. Según el autor, los elementos que identifican el nacionalismo musical de Chávez pueden resumirse en tres puntos:

  • La observación y el estudio de la música indígena de México.
  • La utilización de los instrumentos musicales de percusión de origen prehispánico indígena y
  • La utilización de formas musicales clásicas, así como de técnicas compositivas de vanguardia de la época.

En el capítulo segundo, el autor hace un notable recuento de los factores que precedieron, rodearon y, finalmente, propiciaron el nacimiento de la obra El fuego nuevo. Propone que consideremos a la obra de tema prehispánico, según le llama, aunque pienso que sería más exacto decir indígena, como un antecedente. Esta postulación nos conecta a la idea propuesta por Leonora Saavedra respecto a la ópera Atzimba de Ricardo Castro; recordemos que la autora denominó a esta ópera como una primera postulación del nacionalismo musical mexicano. Hernández se detiene, por supuesto, en el proyecto cultural vasconcelista. Plantea que: “No fue sino hasta la segunda década del siglo cuando surgió el nuevo grupo de intelectuales—músicos, pintores y escritores—del que formaba parte Chávez, y cuya visión de las artes era verdaderamente innovadora.”: 54. Ellos fueron los que construyeron esa propuesta de arte nacionalista, que entre jaloneos se fue consolidando en la década de 1920. Justo fue en 1921 cuando Vasconcelos invitó a Chávez, que no “comisionó” como se había dicho, según nos aclara el autor, a componer el ballet de El fuego nuevo. Aunque finalmente sí le pagó por hacerlo. En la concepción de esta idea estuvo también involucrado Pedro Henríquez Ureña.  El fuego nuevo sí se estrenó, en versión musical, sin ballet y no en Estados Unidos donde Chávez planeó y gestionó amorosamente el montaje, en varios intentos. Fue finalmente con la Orquesta Sinfónica Mexicana, el 7 de octubre de 1928 cuando se pudo tocar la obra, que fue repetida el 23 de diciembre de ese mismo año. Es notable la acuciosa exégesis de las fuentes primarias que hace Hernández por la cual logra plasmar esta fidedigna información, que no era exacta en los postulados de los principales biógrafos de Chávez: Robert Parker y Roberto García Morillo.

El capítulo tercero se ocupa de la “Propuesta escénica” que hizo Carlos Chávez para el Fuego Nuevo. Los detalles son interesantes y reflejan los avatares de la obra. El autor nos comparte las fuentes en las que abrevó el autor y las reflexiones sobre el folclor y la música indígena que hizo el compositor. Resulta reveladora la correspondencia que sostuvo con Agustín Lazo, en la cual se mencionan a los escritores Max Jacob y Jean Cocteau, y al coreógrafo Sérguei Diaghilev, ambos residentes en París, con los cuales establecería contacto Lazo para el montaje; mientras que Chávez hablaría con Rufino Tamayo para el diseño de trajes y decorados. De todo ello tenemos los dibujos de Lazo que, como mencioné, vienen bellamente reproducidos en el libro: guerreros, sacerdote, hombre, mujeres. La coreografía, que haría el coreógrafo ruso-estadunidense, Adolph Bolm, finalmente no se realizó. No me quedó claro, quien hizo los dibujos y la propuesta coreográfica bastante detallada que incluye Hernández y que pide a gritos que la obra se monte y podamos verla como la pensó el compositor, y para lo cual dio detalladas indicaciones: como un ballet.

El capítulo cuarto representa, quizás, el mayor aporte, y el más personal del autor en este libro. En él hace un análisis organológico de los instrumentos de percusión de la obra, que desemboca en una propuesta propia de instrumentación, sustentada en el amplio y profundo conocimiento del autor de las percusiones prehispánicas e indígenas. El capítulo termina con el contundente párrafo, que considero pertinente citar, pues me parece, resume las ideas a las que arribó el autor al cabo de su titánico trabajo:

Después del extenso análisis organológico realizado a través de la partitura orquestal de El fuego nuevo, resulta evidente que la aportación que Chávez logró con esta obra, así mismo con el resto de sus obras de vertiente indigenista, radica mayormente en el aspecto tímbrico de la música. Después de las comparaciones organológicas realizadas es posible afirmar que a lo largo de los años Chávez buscó diseñar su visión personal del conjunto instrumental prehispánico y dicha búsqueda indudablemente tuvo su origen durante la composición de El fuego nuevo.: 186.

Así pues, Hernández nos convence no sólo de la importancia de esta, prácticamente, desconocida obra, sino también de la detallada y dedicada incursión de Chávez en el instrumental de percusiones indígenas y de la búsqueda de sus sonoridades a lo largo de, prácticamente toda su carrera. Si bien Chávez sugería siempre posibles sustituciones de los instrumentos indígenas con percusiones orquestales, el autor del libro aboga por la recuperación de esas sonoridades con instrumentos asequibles actualmente, de proveniencia indígena. 

No abundaré en el capítulo quinto, que hace un detallado análisis musical. Sólo me gustaría concluir apoyando la moción de que esta obra debe montarse, completa, con el instrumental propuesto, y justificado a partir de los documentos, por el autor del libro, y, sobre todo, llevar a escena el ballet que Chávez imaginó y concibió de manera tan detallada. Estamos en deuda con Carlos Chávez y con la obra pionera del indigenismo mexicano, El fuego nuevo, y no hay pretexto para dilatar más este estreno.

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