Jesús Bal y Gay
Jesús Bal y Gay

España en el exilio mexicano: tres casos

Consuelo Carredano

[4 de 6 partes: ver paginador abajo]


La inserción laboral


Tal como hemos visto, a su llegada a México, Bal y Salazar se entregaron al trabajo, dedicando la mayor parte del tiempo a labores de investigación y difusión en el marco de La Casa. La cosecha 1939-1940 fue por tanto fructífera en el caso del primero, al que ya aludimos, y en el de Salazar, quien al finalizar 1940 reportaba la publicación de tres libros en editoriales mexicanas,[1]A. Salazar, Música y sociedad en el siglo XX. Ensayo de crítica y estética desde el punto de vista de su función social, Casa de España, México, 1939; A. Salazar, Las grandes estructuras de la música, Fondo de Cultura Económica, México, 1940; A. Salazar, La … Leer más así como varios ciclos de conferencias y cursos en ciudades del interior y la capital. 

Paulatinamente, y al margen de las actividades comprometidas oficialmente, los dos aceptarían nuevos trabajos al margen de los citados cauces institucionales: programas de radio, artículos para distintos medios y publicaciones, notas a discos, conferencias. Dado que Bal debía contribuir al sostenimiento de la familia de su esposa, aceptó además colaborar en la British Propaganda Office, donde por espacio de siete años se encargaría de los aspectos gráficos de la propaganda pro Aliados. [2] C. Villanueva aclara que fueron siete años y no uno, como lo indica Bal en sus memorias.  

Posteriormente, en su lucha denodada por la subsistencia se dedicaría en paralelo a otras empresas alejadas de sus habituales labores musicológicas: la venta de pinceles y materiales para pintores, primero, y, finalmente, el establecimiento, junto con Rosa, de la galería de arte Diana. [3] La galería Diana tuvo entre sus logros la temprana difusión de la obra pictórica de Remedios Varo, también exiliada en México. (Fig. 5)

En lo que respecta a Rodolfo Halffter, no podría decirse que sus comienzos profesionales fueron fáciles. Si bien desconocemos los detalles de la situación familiar en los inicios del exilio, sabemos que el compositor demoró más que su esposa en conseguir un trabajo fijo en el ámbito de su competencia. Esto bien pudo deberse a las muchas responsabilidades adquiridas con la Junta de Cultura Española con la que continuó colaborando después de su llegada en junio de 1939. Emilia Salas, en cambio, antes de cumplir un mes en México, fue contratada por el Banco de Crédito Agrícola como bibliotecaria y responsable de publicaciones. Era un trabajo completamente ajeno para ella, que en España se desempeñaba como funcionaria del Ministerio de Estado. Pero en aquellos días nadie se daba el lujo rechazar una oportunidad, así tuviera que improvisar o acudir a apresurados consejos prácticos de otros camaradas, como sucedió en su caso. [4] Entrevista realizada en su casa en la Ciudad de México, el 5 de octubre de 2005. 

Durante los primeros meses en el país, Halffter se mantuvo ligado a la élite cultural refugiada y, en particular, a una de las empresas editoriales importantes del exilio, aunque de corta duración: la Editorial Séneca, llamada a para promocionar en México la visión de la España progresista y democrática. [5] El Homenaje a Antonio Machado, obra para piano de Halffter, se publicó bajo ese sello editorial.

 A los refugiados les interesaba preservar intactos los ideales republicanos; muchos asumían que, de esta forma, y con el pronto regreso a España, podrían recuperar las posiciones políticas que habían ocupado antes de la guerra. Aunque Halffter dedicó buena parte de sus jornadas a estas tareas, empezó también a abrirse camino en el medio musical, compaginando aquellos compromisos con los trabajos de composición, que una vez instalado retomó gran brío. 

Varios meses después, Halffter consigue ocupar una plaza docente en la Escuela Superior Nocturna de Música, y, tras intensas gestiones, hacerse hueco en una temporada de zarzuela, lo que marcará la fecha para su presentación al público. Se sumerge en los preparativos de la representación del citado ballet Don Lindo, cuyo estreno congrega a lo más destacado del medio. A partir de esa fecha –dirá después –, inicia su amistad con los compositores mexicanos mejor posicionados y comienza oficialmente su activa participación en el medio. Del resultado de sus primeros empeños junto con los artistas que lo secundaron en aquella primera aventura musical en el país, surgiría la idea de crear La paloma azul, la primera compañía mexicana de danza contemporánea, que llevará a la escena sus propias obras y las de sus nuevos colegas [6]I. Murga, “Republicanos españoles en la escena mexicana: música, danza y artes plásticas en el exilio”, en Huellas y rostros. Exilios y migraciones en la construcción de la memoria musical de México y Latinoamérica, C. Carredano, O. Picún et al (coords.), … Leer más. Como bien señala Idoia Murga, por ese entonces “la danza ofrecía una oportunidad idónea para entablar nuevos diálogos y tender puentes entre españoles y mexicanos, además de permitir un nuevo medio de exploración y de favorecer la difusión de su obra entre el amplio público del medio teatral”. [7] I. Murga, “Republicanos españoles en la escena mexicana…”. Sin duda alguna, Halffter supo aprovechar esa oportunidad.

En octubre de 1940, el compositor madrileño recibe la Carta de Naturalización Mexicana y unos meses más tarde es nombrado profesor de Análisis Musical en el Conservatorio, asignatura que impartirá hasta su jubilación. Además, cuidará siempre de reservar un tiempo para componer y atender las tareas editoriales a las que siempre fue afecto, de lo que hablaremos después, pero especialmente para cultivar profundas raíces afectivas con sus alumnos, muchos de ellos futuros colegas que destacarían en el medio como intérpretes, docentes y creadores. Sus palabras no dejan lugar a dudas:

A México llegué en el mediodía de mi carrera de compositor. […] En México he dispuesto de la tranquilidad y el tiempo necesario para dedicarme a componer. En México se me ha brindado la oportunidad de participar, de manera activa y entusiasta, en la vida musical nacional: como organizador de conciertos, como Gerente de Ediciones Mexicanas de Música, y, sobre todo, como catedrático de nuestro Conservatorio Nacional. / Precisamente este último aspecto de mis actividades es lo que me vincula de modo más entrañable a México.[8] R. Halffter, “Crónica del trasladado…”, p. 14. (Fig. 6)


La crítica musical y Nuestra Música


Para muchos exiliados españoles las colaboraciones periodísticas fueron una fuente importante de subsistencia. Es sabido que en el contingente del exilio viajaron numerosos periodistas de profesión, que desde posiciones ideológicas diferentes se habían comprometido con la democracia republicana, ligándose de manera indisoluble a la causa al estallar la Guerra Civil. Sin embargo, tal como lo han señalado varios autores, durante el primer tercio del siglo XX, en España era más común hallar al intelectual o político que ejercía de periodista que al periodista propiamente dicho con dedicación exclusiva. Prácticamente no había un solo intelectual de cualquier disciplina, incluida la música, que no hubiese hecho incursiones en el ámbito periodístico al menos por dos razones principales: como un medio para la difusión de sus ideas o como una forma de obtener ingresos extras. [9]Ibídem Una amplia porción de la élite refugiada en México, sobre todo del ámbito de las artes y las letras, continuó con aquellas prácticas. Las hemerotecas mexicanas recogen en cifras desbordantes sus colaboraciones en un sinnúmero de diarios, revistas y suplementos culturales.  

En México, el periodismo del refugiado español aparece vinculado a la idea del pluriempleo, característica de la situación laboral de muchos a quienes no les resultaba suficiente un solo salario. Vemos así a profesores, profesionistas liberales o simplemente personas con una buena formación cultural o intelectual que además de ejercer la docencia, labores comerciales, empresariales o industriales, aprovechaban los espacios que la prensa mexicana les ofrecía para abordar los más diversos temas y materias que puedan caber en el periodismo: historia, literatura, ciencia, arte, cultura, cine, teatro, deporte, toros, modas, actualidad, entretenimiento y un largo etcétera. Lo que es suficientemente claro aquí es que, en México, la incursión a la crítica musical de los mencionados músicos estuvo directamente enlazada al proyecto musical y político de Carlos Chávez, independientemente del beneficio económico que les pudo reportar. 

Es curioso, sin embargo, que tanto a Bal como a Salazar les costara trabajo admitir que en España habían cultivado la crítica en diversos medios. [10] Remitimos nuevamente al lector al citado trabajo de C. Villanueva, “Adolfo Salazar y la crítica musical…”

En este sentido, ambos  rivalizaron en cuestión de olvidos voluntarios. Salazar pretendió hacer tabla rasa de su larga vida periodística, seguramente en un afán de borrar las desagradables polémicas derivadas de su prensa combativa. En lo que respecta a Halffter, quien como hemos visto se había desempeñado en Madrid como redactor de mesa en El Sol y colaborador en el vespertino La Voz, tampoco le haría mucha gracia que en México se le identificase como crítico musical, no obstante –le agradase o no– acabaría por mantener durante cerca de seis años una columna semanal en El Universal Gráfico utilizando un estilo agudo y aguerrido, similar al que caracterizó sus escritos durante la Guerra Civil. Todo era poco cuando se trataba de defender a Chávez de sus detractores, lo que jamás tendría empacho en reconocer. Sin embargo, no sin cierta ironía, diría tenerse por incapaz para desempeñar tareas de crítico: “Carezco de dotes para ejercer esa profesión y también de la necesaria dosis de pedantería” –escribía quien solo se había dedicado a hacer un periodismo musical con sentido eminentemente político [11] R. Halffter, “Apuntes autobiográficos”, en X. Ruiz Ortiz, Rodolfo Halffter, Cenidim, México, 1990, p. 37.

Cuando Bal llegó a México traía en la maleta más de diez años de experiencia como redactor en publicaciones de importancia cultural y política, de honda resonancia tanto en su natal Galicia como en Madrid. [12] Javier Garbayo analiza extensamente la trayectoria de Bal en la revista Ronsel en el citado trabajo “Jesús Bal y Gay, Ronsel musical…”. 

¿Por qué no admitir que precisamente a través de aquellas colaboraciones se había proyectado en el medio intelectual español de su juventud? Los cerca de 250 recortes de medios varios, con aproximadamente la mitad de las críticas musicales publicadas con anterioridad a su llegada a México, bien lo indica Carlos Villanueva, contradicen, de hecho, la supuesta “virginidad” de Bal en cuanto a tareas periodísticas se refiere. Tan solo de los siete años en los que colaboró en El Pueblo Gallego Bal publicó más de doscientos artículos sobre arte y política. En el primer rubro –según estimación de Rosa María Fernández– escribió artículos de corte biográfico, analítico, recensiones literarias, crítica de cine, de pintura y de música, y, sobre todo artículos de opinión y análisis sobre obras y compositores contemporáneos. [13] R. Mª Fernández, “El pensamiento político de Jesús Bal en El Pueblo Gallego…”. Un compendio a todas luces nada despreciable.

Si bien fue Chávez quien tuvo el poder de convocatoria y los recursos para constituir el grupo Nuestra Música, nos inclinamos a pensar que Halffter, en su anhelo de reproducir la breve experiencia del Grupo de los ocho de Madrid, fue quien le propuso formalizar esa unión que de hecho ya existía entre el compositor mexicano y sus seguidores. El grupo y la Asociación Civil con fines no lucrativos denominada Ediciones Mexicanas de Música, nombre de la editorial, quedaron legalmente constituidos en 1947, pero las labores iniciaron un año antes, en 1946, dato que debe tenerse presente al menos por dos razones importantes. [14] El grupo estuvo conformado por los mexicanos Carlos Chávez, Blas Galindo, José Pablo Moncayo y Luis Sandi; y por Bal, Salazar y Halffter.

Al finalizar la Segunda Guerra mundial la política internacional dio un giro inesperado que habría de destruir las esperanzas del pronto regreso a España de los refugiados. Apareció por primera vez en el imaginario de todos ellos la idea de un exilio de duración indefinida, situación que llevó a muchos a contemplar su vida en el país desde una perspectiva más amplia y a favorecer en algunos casos la puesta en marcha de planes y proyectos a largo plazo. Ese mismo año inicia el periodo presidencial de Miguel Alemán (1946-1952) en el que Carlos Chávez asumiría la Dirección General del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y con ello la posibilidad real de impulsar y mantener en marcha el tren de Nuestra Música

La conformación del grupo, el espacio que Chávez y su Orquesta Sinfónica de México (OSM) abren a las obras de estos músicos, así como la invitación a componer mediante los sucesivos encargos del mismo Chávez, la OSM o el INBA, confirman el interés del compositor y director mexicano por vincularlos a su causa no solo en calidad de críticos “de cabecera”, sino de colegas, compositores. Si algo más debieron Salazar y Bal a la hospitalidad de Chávez fue haber recuperado, aunque momentánea o circunstancialmente, el interés en la composición, cuando sabemos, al menos en el caso de Salazar, que aquella vocación viva en su juventud no resistiría el paso del tiempo y mucho menos el exilio. Bal, cuyo catálogo no destaca por su abundancia, confesó haber escrito música en México por simple curiosidad o porque se lo pedían y en algunos casos le pagaban por hacerlo. [15] J. Bal y Gay y R. García Ascot, Nuestros trabajos…, p. 121. (Fig. 7)

Referencias

Referencias
1 A. Salazar, Música y sociedad en el siglo XX. Ensayo de crítica y estética desde el punto de vista de su función social, Casa de España, México, 1939; A. Salazar, Las grandes estructuras de la música, Fondo de Cultura Económica, México, 1940; A. Salazar, La rosa de los vientos en la música europea. Los conceptos fundamentales en la historia del arte musical, Ediciones de la Orquesta Sinfónica de México, México, 1940.
2 C. Villanueva aclara que fueron siete años y no uno, como lo indica Bal en sus memorias.
3 La galería Diana tuvo entre sus logros la temprana difusión de la obra pictórica de Remedios Varo, también exiliada en México.
4 Entrevista realizada en su casa en la Ciudad de México, el 5 de octubre de 2005.
5 El Homenaje a Antonio Machado, obra para piano de Halffter, se publicó bajo ese sello editorial.
6 I. Murga, “Republicanos españoles en la escena mexicana: música, danza y artes plásticas en el exilio”, en Huellas y rostros. Exilios y migraciones en la construcción de la memoria musical de México y Latinoamérica, C. Carredano, O. Picún et al (coords.), Instituto de Investigaciones Estéticas, México (en prensa).
7 I. Murga, “Republicanos españoles en la escena mexicana…”.
8 R. Halffter, “Crónica del trasladado…”, p. 14.
9 Ibídem
10 Remitimos nuevamente al lector al citado trabajo de C. Villanueva, “Adolfo Salazar y la crítica musical…”
11 R. Halffter, “Apuntes autobiográficos”, en X. Ruiz Ortiz, Rodolfo Halffter, Cenidim, México, 1990, p. 37.
12 Javier Garbayo analiza extensamente la trayectoria de Bal en la revista Ronsel en el citado trabajo “Jesús Bal y Gay, Ronsel musical…”.
13 R. Mª Fernández, “El pensamiento político de Jesús Bal en El Pueblo Gallego…”.
14 El grupo estuvo conformado por los mexicanos Carlos Chávez, Blas Galindo, José Pablo Moncayo y Luis Sandi; y por Bal, Salazar y Halffter.
15 J. Bal y Gay y R. García Ascot, Nuestros trabajos…, p. 121.

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