La concepción de una sonata para piano es compleja. Exige del compositor un oficio sólido
en el manejo de la estructura musical. Una sonata puede estar constituida por varios
movimientos o por uno solo. Se le denomina forma sonata a la estructura típica de uno de
los movimientos con la exposición de dos temas interconectados por un puente, su
desarrollo y su reexposición. La sonata surge como la gran forma instrumental durante el
periodo clásico con los compositores de la primera escuela de Viena: Haydn, Mozart,
Beethoven.
Federico Ibarra está consciente de la evolución de la forma en compositores como
Chopin, Schumann, Liszt, Scriabin, Prokofiev, Bartók, Ginastera. Sin embargo, Ibarra tiene
una voz propia y una manera personal de aprovechar las posibilidades de arquitectura
sonora y dramatismo que ofrece la forma. Con un conocimiento profundo del instrumento,
plantea soluciones diversas en cada una de sus sonatas para piano. Entre 1971 y 2013 ha
compuesto 7 sonatas, antecedidas por la Número 0. Cuatro de ellas están compuestas en un
movimiento (sonatas 0, 1, 2, 4); la 6 está en dos movimientos; la 3 y la 5 están en tres
movimientos; la No.7 en cuatro movimientos.
Sonata 0 (1971)
Es una evocación a Prokofiev realizada con habilidad en el manejo de la forma, la textura
pianística y el lenguaje armónico. Los materiales temáticos son claros y concisos. La forma
clásica está solucionada con limpieza y es perfectamente perceptible. Data de la época de
estudiante en la que Ibarra estaba asimilando procesos importantes en la técnica de
composición. La pieza tiene cierta dosis de humor y es de una gran frescura.
Sonata 1 (1976)
La experimentación con el timbre y la estructura formal así como el uso de nuevas grafías
son esenciales en esta obra. Ibarra explora las posibilidades de la forma sonata dentro de
una estructura aleatoria con cierto grado de indeterminación controlada. Los materiales
empleados están perfectamente definidos pero el ejecutante puede escoger el número de
veces que se repite alguno de ellos o que notas tocar. Surgen sonoridades sugestivas,
resultado de diversas manipulaciones en las cuerdas del instrumento, del uso de clusters y
de motivos característicos. La síntesis y desarrollo de los elementos empleados es notable.
Sonata 2 (1982)
La concentración de los materiales, efectividad pianística, claridad y contundencia son
rasgos distintivos en las sonatas de Ibarra. Estas cualidades se pueden apreciar en las tres
secciones con proporciones asimétricas que conforman el movimiento único de la pieza. El
contenido temático siempre está en continua evolución. Este aspecto se acentúa en el
desarrollo hasta llegar a sus últimas consecuencias en un potente clímax conseguido con las
variantes del impulso rítmico, la reorganización de las células motívicas y la
transformación de la textura general en crescendo. La reexposición es sintética y ofrece
otras cualidades temáticas en textura, ritmo y color.
Sonata 3 “Madre Juana” (1988)
Esta sonata está basada en temas de la ópera del propio Federico Ibarra Madre Juana
(ópera con libreto de José Ramón Enríquez, acerca del juicio del cura Urbano Grandier
acusado de haber embrujado a las monjas del pueblo de Loudun en 1634). La construcción
de la Sonata 3 es formidable: un primer movimiento con dos temas que contrastan en
carácter, registro y color armónico. El primer tema tiene un sabor impresionista, mientras
que el segundo es muy cromático, pesante y dramático. Este drama se acentúa en el
desarrollo y tiene su desenlace en la reexposición. El segundo movimiento utiliza un juego
de pregunta-respuesta y sus variantes hasta alcanzar cierto grado de tensión contenida que
se resuelve. En el tercer movimiento se vuelven a emplear los dos temas del primer
movimiento con un resultado muy diferente. Aquí los dos temas interactúan con un
elemento ágil, que también surge del movimiento I. Es interesante la construcción cíclica y
orgánica de esta sonata, que imprime a cada movimiento un significado expresivo especial.
Sonata 4 (1990)
Concebida en un movimiento, la Sonata 4 es austera, descarnada, cruda en sus contrastes y
con organización circular, porque finaliza con el material con el que empieza. La idea
general en la pieza es la transformación de una entidad en otra. El tema 1, constituido por
una nota repetida y una idea de movimiento, es diáfano, ligero, sutil. Evoluciona y se
transforma en una entidad violenta, áspera con mucho movimiento, poderosa en los graves
y en la que también se involucra la contraposición de registros extremos. Este proceso de
evolución temática lo encontramos en la exposición y en el desarrollo. En la reexposición
se invierte el proceso y pasamos de lo violento a lo sutil, terminando con el tema 1.
Sonata 5 (1995-1996)
Uno de los aspectos atractivos en las sonatas de Ibarra es la evolución continua de los
temas. Esto imprime flexibilidad a la arquitectura clásica de los tres movimientos de la
Sonata 5 y depara sorpresas para el oyente. El primer movimiento, en forma sonata, tiene
cierto romanticismo en la concepción melódica del tema 1 que contrasta con el
impresionismo del tema 2. En el desarrollo, los materiales temáticos se fragmentan,
cambian de registro y evolucionan hasta el clímax, cuya enorme tensión se resuelve
sintéticamente en la reexposición. El segundo movimiento es un scherzo con células
motívicas en constante transformación. El tercer movimiento tiene dos grandes secciones,
en la primera de ellas hay dos ideas en pugna (una melódica y otra rítmica) que dan paso a
una segunda sección que trabaja con un ostinato en crescendo cada vez más impetuoso
hasta su enérgica culminación en la que se agrega un nuevo tema.
Sonata 6 (2001-2003)
Los dos movimientos de la Sonata 6: I. Andante II. Presto, plantean un experimento con la
estructura formal. El trabajo con dos entidades opuestas, típico de la forma sonata, está
concentrado en el contraste entre los dos movimientos. El primer movimiento es misterioso,
líquidamente diáfano, con fuerza en el desarrollo temático. Es cercano a Debussy y a
Scriabin. El segundo movimiento es una ágil y poderosa toccata de virtuosismo elaborada
con el mismo material del primer movimiento. Es fascinante como los mismos elementos
temáticos pueden dar origen a los dos movimientos de esta sonata tan diferentes en carácter
y en significado expresivo.
Sonata 7 (2005-2013)
Las sonatas 1 a 6 contienen elementos característicos que son sometidos a procesos
diferentes. En la Sonata 7, en cuatro movimientos, hay nuevos componentes en una
abstracción introspectiva con resultados inusitados. En el primer movimiento es muy claro
el contraste entre el dramatismo del primer tema en los graves y el segundo tema, que es
etéreo. El desarrollo muestra distintas perspectivas de yuxtaposición y fragmentación
temática. La reexposición muy elaborada del tema 1 constituye el clímax. Al final se cita
brevemente el tema 2. En los movimientos II y III se evita la conducción progresiva hacia
un gran clímax, y se privilegian los contrastes entre elementos rítmicos y melódicos en
cantabile, con sonoridades de gran belleza. El movimiento IV comienza con una sección
contrapuntística que da paso a una especie de pasacalle que conduce hacia el segundo punto
climático de la obra que se disuelve en la coda.
Las sonatas de Federico Ibarra constituyen una aportación importante al repertorio
pianístico. Los procesos en cada una de ellas son variados y muestran nuevas perspectivas
de lenguaje y organización estructural para una forma aparentemente ya superada. La
magnífica pianista Guadalupe Parrondo nos presenta esta grabación integral con un amplio
dominio técnico que le permite superar sin problemas los requerimientos de fuerza,
potencia y velocidad así como los sutiles contrastes de color, textura y dinámica. Son
realmente notables su sensibilidad, virtuosismo pianístico y compenetración con las obras.
Federico Ibarra
La aniquilación de un sueño
Un plus de Guadalupe Parrondo en este álbum es la grabación de una pieza dedicada a ella
por Federico Ibarra en 2019: La aniquilación de un sueño. La pieza tiene fina y sugestiva
poética musical. En su primera parte tiene textura diáfana, con una frase recurrente en
arpegios y sus variantes a las que se les pueden yuxtaponer o superponer otros elementos.
Nuevas variantes métricas, de textura y de carácter generan otra sección con octavas en la
región más grave en la mano izquierda e intervalos en la mano derecha, creando un espacio
sonoro más vertical, y en cierta medida danzante, que llega a su clímax para posteriormente
regresar a variantes de la textura inicial.
Leonardo Coral, junio de 2020.
Texto elaborado para el CD doble: Federico Ibarra La aniquilación de un sueño y 8 sonatas
para piano. Tempus clásico Tc 162. Fideicomiso Federico Ibarra. FONCA. Grabado por
Guadalupe Parrondo en la Sala Blas Galindo en 2019.