Libro Sonore
Libro Sonoro

Sobre el libro Sonoro, de Jazmín Rincón

Mar García Lozano

Sonoro | Editorial La nube de Piedra | Madrid, 2024*

Reseña de Mar García Lozano [1]Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Realizó el doctorado en Milán, allí escribió su tesis doctoral sobre Cesare Pavese. Ha trabajado como profesora de Lengua y Literatura y es autora de los siguientes libros: Los mercaderes, Madrid, … Leer más


Sonoro, el libro de Jazmín Rincón, está enmarcado por dos citas de Joyce. La primera, de Finnegan’s wake y la última de Ulises.

Quiero detenerme en la primera cita porque en ella aparece el título del libro y porque es enigmática y a la vez sencilla, como una oración:

“Sonoro, cólmanos de miserias mas adorna nuestras artes con risas suaves”.

Mediante un apóstrofe, Joyce se dirige a algo que en realidad no sabemos qué es ¿Qué es ese sonoro, sustantivo más bien que adjetivo, al que el escritor implora? Le pide miserias para la vida y risas suaves para el arte. Como si quisiera decir, ya sabré yo qué hacer con ese material. ¿Es sonoro el propio lenguaje al que Joyce se dirige como si fuese un dios? 

La última cita dice que hay secretos, silenciosos y pétreos, sentados en los oscuros palacios de nuestros corazones. Nuestros corazones contienen palacios oscuros, algo que sabía también Cervantes. Desentrañar los secretos de esos palacios es tarea, una de las tareas, del escritor.

Entre ambas citas se despliega la escritura poemática de Jazmín, que se va abriendo como si quisiese buscar su lugar en el texto, y también, su lugar en el lector. Se va abriendo y deslizando, buscando ese lugar silencioso en el que aposentarse, en el que poder sonar, en el que poder decir. 

Hay otros dioses tutelares en el texto de Jazmín, otros Sonoros que la acompañan: Rulfo, Lispector, Machado, Pizarnik, Porchia y Zambrano. Todos ellos han logrado “emprender el canto” y por tanto, como señala la autora al final del libro: “se despegan de su obligación de señalar, producir significados, dar órdenes”. La acompañan silenciosamente.

Escribir, dice Margarite Duras, es callarse. Es decir, abandonar la cháchara o parloteo de la conversación cotidiana, burocrática, informativa y banal para dejar que hable la lengua, lo común. Leer también es callarse, es decir, abandonar la cháchara o parloteo de la conversación cotidiana, burocrática, informativa y banal para dejar que hable la lengua, lo común. Y lo común está en silencio, allí abajo, enterrado bajo las múltiples capas de irrealidad de nuestras vidas.

Ahí quieres vernos Sonoro, en ese momento preciso que sucede en el texto, donde lectura y escritura se juntan en algo silencioso y verdadero, como la montaña o el río, como la tierra, inculta, dice la autora, o la lluvia “analfabeta”, dice también la autora. No hay otra forma de habitar ese lugar que recorriendo la esfera o la curva de todo lo aprendido, lo leído y lo pensado para volver al lugar primigenio, callado, inocente. Ese recorrido que Hölderlin nos mostró como nadie, que él mismo realizó en carne propia. 

Como si hubiese aprendido esa lección, escribe la autora: 

“¿Qué es todo el conocimiento del mundo
al lado del crujir de una rama
y el despertar de un recuerdo?”

Resuenan, también, en estos versos los ecos del Rilke de las Elegías, allí donde escribe:

si encontráramos nosotros algo humano, puro, contenido, estrecho, una franja nuestra de tierra fértil entre la corriente y la roca

Porque ese “conocimiento del mundo” es lo “algo humano” de lo que habla Rilke, con lo que no tenemos más remedio que vivir “en el ruido de los días” y “en el silencio de lo que excava el habla”.

Creo que Rilke es otro de los dioses tutelares de Sonoro, aunque no aparece nombrado. Pero la lenta búsqueda de la autora de “la mirada que amplía el mundo” es muy similar a la emprendida por Rilke, de forma muchas veces enigmática en sus grandes elegías. 

Porque si, como escribe la autora:  

La mirada que amplía el mundo
no es la que ha conocido muchas culturas y ciudades
sino aquella capaz de percibir en las cosas
el susurro de una corriente diferente a la de nuestra vieja inquietud

Entonces, y ahora es Rilke el que habla: 

Estar aquí es mucho, y porque parece
que nos necesita todo lo de aquí […]
Y por eso nos damos prisa y queremos llevarlo a cabo,
queremos abarcarlo con nuestras sencillas manos,
en la mirada más colmada y en el corazón sin palabras” (IX Elegía)

Esa mirada colmada, ese corazón sin palabras, perciben en las cosas el susurro de una corriente diferente a la de nuestra vieja inquietud.

¿Cuál es nuestra vieja inquietud? Quizá la urgencia por comprender el mundo, quizá la urgencia por dominarlo. Sin detenerse, sin pararse a pensarlo o a cultivarlo. Nuestra vieja inquietud es una condena, es nuestra condena. 

Sonoro quiero liberarnos de ella, quiere crear un lugar en el que poder hablar, leer, escribir, pero también quiere que recordemos cómo se mira un campo, cómo mana una fuente, cómo crece una flor. Quiere que aprendamos de la tierra: “Tú, ay tierra, tienes el último silencio” escribe la autora en un verso memorable, que es como decir “la última palabra”.

Nuestra tarea sería pues lograr que la palabra cante, acercarla lo más posible a la tierra, porque, cito a la autora:

“la palabra que logra cantar logra también recordar (volver a pasar por el corazón)”

Sonoro, márcanos el camino, cólmanos de alegrías y de llantos suaves.

Gracias, Jazmín por este precioso libro.


*En la CDMX el libro está disponible en la librería El Desastre y la librería La Murciélaga.


Referencias

Referencias
1 Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Realizó el doctorado en Milán, allí escribió su tesis doctoral sobre Cesare Pavese. Ha trabajado como profesora de Lengua y Literatura y es autora de los siguientes libros: Los mercaderes, Madrid, Rialp, 1992 (Accésit del Premio Adonáis) (traducción italiana: I mercanti, S.Maria di Licodia, Il fauno, 1994, traduzione di Rosario Trovato, postfazione di Dino Formaggio); Textos para el libro-disco de Kepa Junquera Bilbao 00.00 h. Madrid, Ediciones Resistencia, 2000; Los colores de la tierra, Guadalajara, El Observatorio, 2004 y Campos de la despedida. Una imagen de Gertrud Kolmar, Madrid, Torremozas, 2015 (2º ed. 2018).

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