La vida ha vuelto a la normalidad —o eso dice el ajetreo de la Ciudad de México— y con ello la vida cultural. Claro que esa normalidad incluye portar el cubrebocas desde que uno se forma en la fila para entrar al auditorio, hasta que se cruza la puerta para salir de él (cuando menos, y entre uno que otro intento disimulado por bajar la incómoda telilla para respirar en medio de la función); incluye también el titubeo para abrazar, dar la mano o el puñito según se lea en el gesto del colega o conocido que se encuentra en la fila.
En medio de esta normalidad, el pasado 25 de mayo de 2022 se llevó a cabo el cierre de presentaciones de El divino Narciso, ópera cinema con música de Juan Trigos; y claro, con el texto de la poeta novohispana más conocida en nuestros días —y seguro en los de ella. [1] https://www.cenart.gob.mx/wp-content/uploads/2022/05/pm-divino-narciso.pdf Aquí puede consultarse el programa de mano.
Quizá una presentación que hubiera resultado más familiar al entendimiento de Sor Juana diría algo así:
El Divino Narciso, Auto Sacramental alegórico en dos actos, a 7 voces, dos coros, un pianoforte a 4, un proyector y una pantalla, puesto en música por el Mtro Dn Juan Trigos y libreto de Doña Sor Juana Inés de la Cruz, con privilegio del CENART, año de 2022 â. [2] Cfr. Portadillas de villancicos, oratorios y auto sacramentales del siglo XVII novohispano.
Volviendo a nuestro siglo, quienes pudieron presenciar la última función de esta ópera cinema (entre ellos la famosa Lourdes Ambriz) tal vez coincidan en que la obra es una aleación bien lograda de estilos, manifestaciones artísticas, reminiscencias musicales que se conjugan de manera potente con la presentación en vivo de la música y la proyección del libreto actuado. O, dicho de otro modo, una vuelta al cine mudo, con música contemporánea acompañando y dando vida a cada escena de un argumento setecentista.
No puede pasarse por alto la arrobada atmósfera vocal que envuelve toda la obra; producto de una variopinta tesitura general, que se logra desde “La soberbia” del contratenor que dirige y la pericia vocal del bello Narciso, hasta los atiplados “ecos”, que retumban con “la gracia” del “amor propio” y “la naturaleza humana”; una gama vocal que, con los pastores y ninfas (el coro), no deja un hueco vacío, una altura sin cantar. [3]Edwin Calderón da voz a la Soberbia; Mariel Reyes a la Gracia; Ricardo Estrada al Amor propio; Andrea Cortés a la Naturaleza humana; Ricardo López a Narciso; Eco 1 y 2 son interpretados por Martha Llamas y Adriana Romero; Pastores y ninfas: Karina González, Albina … Leer más
Las arias y recitados que estructuran la obra nos obligan a pensar, de forma lejana, —casi sin querer— en la ópera del siglo XVII; sin embargo, nos confirman que la música contemporánea mexicana ha encontrado espacio fecundo en nuestros cantantes.
Los pianistas no nos han quedado a deber ni una nota, y el virtuosismo brotaba sin tregua de esas cuatro manos y veinte dedos (o tres y quince, respectivamente, al paso de página). Pregunta vana e insulsa: pese a la buena amalgama que nos ofreció el blanquinegro ¿a qué sonaría esta ópera cinema arreglada con instrumentos de la época —no de la nuestra, claro, sino la de la poeta—?
En medio de esas “dulces métricas voces” [4] De la Cruz, Juana Inés, El divino Narciso, Sevilla, España, 1692, Cuadro I, Escena I. mi alma novohispana sólo echa en falta una promesa que se anuncia, pero que poco se oye. Antes de que “La soberbia” pueda “echar” el primer compás, un pequeño corto contextualizador en voz de Juan Trigos nos advierte de los guiños al pasado, o sea el presente de Sor Juana, que son insertos a lo largo de la obra.
Sin embargo, la música más cercana al universo sonoro de la décima musa no se deja oír. Si el oído novohispanista no engaña, se percibe la insinuación a la ópera setecentista; se sienten algunos ritmos (particularmente en el segundo acto) que suenan a “lo mexicano” —esos ritmos atresillados, de hemiola que todos reconocemos—, pero nada permite evocar al género musical predilecto de la monja jerónima: el villancico. Consabidos son los casos de músicos “de aquí y de allá” que se hicieron de los villancicos sorjuanescos para ponerlos en música. Tampoco resuena la polifonía virreinal, que inundaba la vida litúrgica de finales del 1600.
Queda quizá sólo una pregunta aún más insulsa que la anterior ¿Se habría complacido Sor Juana con esta adaptación de su libreto? ¿Juan Trigos y los integrantes del grandioso elenco habrían pasado como hombres necios o como Divinos Narcisos?
Agradezco enormemente a Martha Llamas, productora ejecutiva, por la bonita invitación y la posibilidad de presenciar esta novedosa puesta en escena.
Referencias
↑1 | https://www.cenart.gob.mx/wp-content/uploads/2022/05/pm-divino-narciso.pdf Aquí puede consultarse el programa de mano. |
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↑2 | Cfr. Portadillas de villancicos, oratorios y auto sacramentales del siglo XVII novohispano. |
↑3 | Edwin Calderón da voz a la Soberbia; Mariel Reyes a la Gracia; Ricardo Estrada al Amor propio; Andrea Cortés a la Naturaleza humana; Ricardo López a Narciso; Eco 1 y 2 son interpretados por Martha Llamas y Adriana Romero; Pastores y ninfas: Karina González, Albina Goryachikh, Marian Aguirre, Liliana Barrientos, Pablo Quezada, Alejandro Paz, Ricardo Castrejón, Ángel Sánchez y Juan Mena. |
↑4 | De la Cruz, Juana Inés, El divino Narciso, Sevilla, España, 1692, Cuadro I, Escena I. |