Ideas Sónicas | 09 |

Portada: Ricardo Dal Farra


Publicación bilingüe del Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras
Año V | Número 9 | Julio – diciembre 2012
Director: Rodrigo Sigal

Música nueva y educación


De ideas y hechos
Ideas y hechos, intenciones y logros, expectativas y esperanzas. También frustraciones y malentendidos, contradicciones y controversias… circunstancias y contextos apropiados, y de los otros ¿Qué verter en esta editorial que no sume a un río de palabras ya dichas… para que solo fluyan hasta perderse en el océano de la [des]información.
Educar es enseñar, encaminar, dirigir; también es ayudar a desarrollar las facultades intelectuales, las aptitudes, las capacidades.
En momentos en que la incertidumbre parece crecer incontrolablemente mientras más sabemos, preguntarnos cómo definir música nueva, electroacústica, arte sonoro, parece una tarea no sólo árida sino improbable de poderse completar. Pero a pesar de hacernos constantemente pregunta tras pregunta, entendemos que la esperanza esta puesta mas bien en alcanzar a plantearnos las siguientes (preguntas), ya que las respuestas, aunque aparezcan, aunque las descubramos o las elaboremos, posiblemente desaparezcan, más o menos sutil-mente… quizás tarde, tal vez temprano. De eso sabemos, de la incertidumbre, y del aprender a no saber, más que alguna poca cosa. Nos definimos estudiantes, maestros, doctores y sabios mientras todo se transforma, mientras las estructuras formativas que Occidente construyó durante siglos, reduciendo y seccionando, compartimentando y estructurando, ahora algunos -de a poco- tratan de abrir y desestructurar, para tener una mirada más amplia, abarcadora, conectora.
Entre lo micro y lo macro nos debatimos, mirando desde nosotros, como el centro “de todo”, siendo la escala humana la que nos sirve para entender lo que llamamos la realidad (por cierto, bastante escurridiza). Con una mirada reduccionista o una propuesta holística ¡¿Es usted analítico o sintético?! Desesperados casi por comprender, por sacarnos el miedo pro-fundo y primal de no entender, de recorrer este sendero sin saber por qué, nos indagamos.

Música nueva y educación
Este número de Ideas Sónicas/Sonic Ideas está dedicado a: música nueva y educación desde una mirada amplia que incluya a la música electroacústica, la música contemporánea y el arte sonoro. Contiene textos que abordan la temática de la enseñanza de la organización del universo sonoro, tanto en escuelas como en el mundo académico y en entornos informales.
Los escritos de esta publicación surgieron a partir de considerar, entre otras, las siguientes preguntas y temáticas: ¿Deberíamos incluir conceptos y prácticas propias de la música electroacústica en las escuelas? ¿Por qué, qué, cómo, cuándo? ¿Es posible integrar prácticas de música electroacústica y contemporánea junto con la enseñanza tradicional de la música y aún con música de raíces folclóricas en los programas escolares? ¿Deberíamos? ¿Qué experiencias de ese tipo conocemos? ¿Tenemos propuestas en tal sentido? Y acerca de la capacitación profesional en los conservatorios o los procesos de investigación-creación en las universidades: ¿Cómo abordar los procesos de aprendizaje en torno a un mundo musical que abarca tradición, el territorio de la música nueva/experimental/electroacústica, y la realidad “exterior” (a la mayoría de las instituciones) con la música de distribución masiva?
¿Cuál es el espacio (y el tiempo) del arte sonoro? Esa “música” más allá de la música, a veces parte de otras experiencias artísticas con bordes difusos, agrupadas bajo el nombre de media arts (arte con y a través de nuevos medios) ¿Debería ser también incluido [el arte sonoro] en los programas de educación musical?
¿Estamos utilizando en los procesos de enseñanza-aprendizaje las posibilidades de las tecnologías electroacústicas disponibles y los dispositivos portátiles? ¿Podrían las redes sociales surgidas del uso de los nuevos medios tener un rol en dichos procesos? Si fuese posible aplicar “su” modelo de educación musical ¿qué quisiera ver en el futuro? Si es estudiante o profesor en una universidad, músico, padre o madre de un niño en edad escolar ¿cómo cree que debería ser la educación de la música?
¿Es la música nueva el único camino a seguir? ¿o la música tradicional, o la folclórica? ¿Es la música contemporánea -y en particular la música electroacústica- para una élite, o puede ser enseñada a niños pequeños? ¿Vemos elementos positivos en ello? ¿Conlleva riesgos?
¿Cuál podría ser el impacto social, económico y cultural de un abordaje diferente a la educación musical?
Con un trasfondo filosófico, que seguramente lleva a posiciones ideológicas y políticas (dicho esto en un sentido amplio) donde la música deviene en mucho más que entretenimiento, la música electroacústica viene siendo parte de un desafío, de una provocación cultural. Nuestra visión del futuro comienza con la educación. El futuro de la música, del sonido organizado, también. Y esto puede llevarnos a una extensión vinculante con otros campos: el medio ambiente, la energía, la economía… claro, se trata de la vida misma! Por eso estamos proponiendo una reflexión acerca del futuro de la música, y por lo tan-to, sobre nuestro futuro como civilización, ya que ambas están fuertemente conectadas, y al mismo tiempo tenue-mente sostenidas.
Desde ideas muy precisas, como ser propuestas de cambio en los programas escolares, hasta conceptos amplios, como la finalidad de la enseñanza-aprendizaje de la música electroacústica y el arte sonoro, Ideas Sónicas/Sonic Ideases la plataforma que se puso a disposición ofreciendo la oportunidad de compartir el conocimiento acumulado a través de experiencias pasadas, y de reflexionar sobre lo que quisiéramos que sea diferente en el mundo (de la música… y más allá), proponiendo, cuando sea posible, modos de lograrlo. Sabemos que los cambios a través de la educación toman tiempo, pero creo que también entendemos que es probablemente la mejor posibilidad y la estrategia más importante que tenemos como seres humanos.

Escuchando y [des]aprendiendo
En las siguientes páginas, José Halac nos propone “no enseñar” música electroacústica, mientras Alvise Vidolin y alcides lanza, cada uno a su modo, nos acercan su experiencia -medida en décadas- de caminos recorridos, y de caminos construidos.
Edith Alonso y Mario Mary nos plantean el trabajo con ni-ños en edad escolar, casi deslumbrados con el potencial creativo puesto al descubierto con cada propuesta peda-gógica desarrollada. La sorpresa de los (artistas) autores (maestros) que puede transformarse en un círculo virtuoso de enseñanza-aprendizaje.
Nasia Therapontos plantea con contenido entusiasmo la renovación de la educación musical en su tierra natal, buscando diseñar un programa que permita ampliar los horizontes sonoro-musicales de alumnos en edad escolar, quizás para que no suceda que el encuentro con la música electroacústica o contemporánea en general, los halle en una edad donde las raíces culturales más tradicionales y convencionales estén tan fuertemente plantadas que los oídos se resistan, y aún más, que sus mentes defenestren cualquier idea que implique la posibilidad de revisión, re-flexión y cambio.
Ana Lucía Frega, desde su larga experiencia en didáctica de la música nos lleva hasta las prácticas pedagógicas puestas en juego no solo con alumnos en edad escolar sino también con adultos, con y sin experiencia profesional en el mundo de la música.
Juan Campoverde y John Coulter se sitúan en la educación musical universitaria. El primero trabajando marcos de referencia, articulación de conceptos y desarrollo de estrategias para la composición musical a través de procesos asistidos por computadora. Y Coulter con la propuesta de un modelo creativo “que aspira a definir el proceso de com-posición de música electroacústica”, al que nos lleva luego de analizar diversas propuestas de reconocidos especialistas en este campo.
Finalmente, Mauricio Bejarano nos ofrece descubrir, a través de su escritura metafórica y poética, un círculo que probablemente no quiera cerrarse, que busca abrirse hacia el universo sonoro-musical que no se detiene, que fluye… que recuerda y que olvida… aquel que ya pasó, el que está ahora, el que quizás vendrá.

El ciclo de la vida
¿Y qué me ha traído hasta aquí? Seguramente el interés por la música nueva y la educación, y por los diversos modos de entender nuestro mundo, el personal y el interpersonal, el inmediato y el que nos incluye a todos. La música como expresión e intención, en su vida independiente (si fuese eso posible) y en su relación con lo que llamamos nuevas tecnologías, y con las diversas ramas de las ciencias.
Recorriendo estos muy explorados pero, de algún modo, aún inciertos senderos, me fui encontrando con posibilidades impensadas y excepcionales de poder crear ciertas marcas por aquí y por allí. Como hacen los exploradores, dejando unas pocas señales a su paso por si esos indicadores pudiesen ser luego de ayuda para otros o por si uno mismo llegase a perderse. Quizás por eso es que miro cada tanto hacia atrás, para no perderme y sentir que aún falta mucho, que apenas si comenzamos a andar.
Hace unos 40 años que comencé a dar clases, y era realmente un niño, enseñando lo que en esos momentos sabía: tocar un poco el instrumento musical que había elegido estudiar, la guitarra. El tiempo me llevó a investigar, y la guitarra y su estudio me fueron llevando al interés por entender ciertas áreas de la música, confusas, poco claras según mi modo de entender entonces. Pasaron los años y los sintetizadores llegaron, acompañados de intensa experimentación y estudio, a veces de un modo muy poco tradicional. Y lo que no llegó hecho, debió ser construido. Navegando entre la música clásica y la música popular, siendo aún muy joven pude grabar uno de los primeros discos en 24 canales que se registraron en Argentina, aplicando entonces técnicas novedosas en el modo de trabajar la creación, y de producir los resultados musicales que buscaba y deseaba.
Vinieron años de más estudio y de ofrecer lo que había logrado aprender, por ejemplo, a través de programar sintetizadores cuando esta era una tarea que tendía el puente entre músicos y técnicos en los estudios de grabación. E infinitas horas de clase ofrecidas en mi propio estudio cuando todo esto no estaba de moda ni le interesaba a mucha gente. Era como trabajar en el entremedio de una multitud de áreas de investigación y de creación a la vez. Luego de un largo tiempo de compartir lo que había ido aprendiendo, amasando y elaborando en mi estudio (al que llamaba simplemente: Estudio de Música Electroacústica), comencé a hacerlo en el entonces llamado Conservatorio Municipal de Música, en Buenos Aires, y más adelante en el Conservatorio Nacional de Música, de Argentina. Más tarde, aunque hace ya 20 años, tuve la oportunidad de implementar en una institución educativa parte de los modelos desarrollados y testeados en aquel Estudio de Música Electroacústica ya nombrado. Así nació mi participación en la especialidad Producción Musical de la Escuela Técnica ORT de Argentina, en donde -desde la dirección y la enseñanza- estuve por siete años llevando a cabo experiencias que entrelazaban profundamente lo que hemos aprendido a identificar como: artes, o ciencias o (nuevas) tecnologías.
Los logros alcanzados por los estudiantes de ese programa único, en la citada escuela secundaria, mostraron que era posible ir mucho más allá de las buenas intenciones, y con-seguir resultados ricos y específicos.
¿Y a quién puede interesarle saber esto? Creo que tal vez estos recuerdos que aparecen velozmente en mi mente cuando pienso en música nueva y educación, podrían ayudar a motivar a algunos de los lectores, y por eso están aquí. A veces yo mismo me pregunto ¿y cómo fue que logré hacer eso? ¿y de ese modo? Se trata del viaje que nos lleva a conocer, a querer descubrir, a intentar aprender. Escuchar… leer, tocar, masticar, oler, construir ¿hasta incluso destruir? Para volver una vez más, pero ahora diferente. Inseparable, la música, el aprender, el relatar, el decir.
Llegaron entonces los años al frente del área Comunicación Multimedial en el Instituto Nacional de Educación Tecnológica del Ministerio de Educación de la Nación, en Argentina. Desde allí fue posible seguir creciendo y aprender a dar otros pasos, sentando las bases para ofrecer una -necesariamente innovadora- educación en el campo de las llamadas “artes electrónicas”. Pero ahora desde el ámbito de la gestión pública y enfocándose sobre el potencial que representa un programa a ser implementado en escuelas de todo un país. Los estándares definidos, aprobados en 1998 por el Consejo Federal de Educación y el Consejo Nacional de Educación-Trabajo (formado por ministerios nacionales, cámaras empresarias, asociaciones profesionales y sindicatos), aún siguen publicados y disponibles en sitios web oficiales de Argentina, demostrando una vez más que si los caminos no están, a veces… a veces, es posible construirlos.
El momento de ir por la reflexión profunda, de explorar el potencial de las posibilidades tangibles asociadas a ella, de buscar el desarrollo de capacidades intelectuales de alto nivel y de crear entornos educativos avanzados en aquel campo, parecía haber llegado. Y navegando por un mundo que tímidamente iba demostrando la relevancia de lo multi, inter y transdiscisplinario, la oportunidad llegó: co-diseñar una carrera universitaria de grado -junto con mi inolvidable amigo Norberto Griffa- que llevase al poco habitual título de Licenciado en Artes Electrónicas. Una novedosa y osada propuesta que requería de por lo me-nos cincos años de estudio en un ámbito caracterizado por el cambio. A esta formación integradora se llegaba luego de una primera etapa que ofrecía a los estudian-tes cursar, según sus intereses principales, una propuesta fundada sobre la imagen electrónica, o en torno al sonido y la música. Este proyecto, elaborado en 1999 y puesto en marcha al año siguiente, permitió comenzar a ofrecer esta inusual carrera en Artes Electrónicas desde una universidad pública y gratuita: la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), ubicada en un área del llama-do Gran Buenos Aires no privilegiada económicamente. Artes Electrónicas resultó un suceso inesperado que superó las expectativas más optimistas.
En la misma institución se fundó el Centro de Experimentación e Investigación en Artes Electrónicas (CEIArtE). Desde allí se lleva a cabo una labor -como dice su nombre, a través de la experimentación y la investigación- que incluye a la música nueva y la educación, así como sus conexiones con los más diversos campos del conocimiento. Quizás muchos siglos atrás esto no hubiese sorprendido tanto, pero el reduccionismo dominante en la ciencia -bajo la visión de la cultura de Occidente- nos ha ido complican-do hasta hacer ver la riqueza multidimensional del cruce entre las artes, las ciencias y las nuevas tecnologías, no como algo natural sino como algo, en el mejor de los ca-sos, a reconstruir.
Esta sección final de mis comentarios editoriales no solo incluye parte de mi recorrido por la música “nueva” y la educación para compartir con el lector algo de lo camina-do y aprendido. Pretende servir además para explicar y dar sentido a cómo llego hasta aquí, a proponer esta temática para Ideas Sónicas/Sonic Ideas y a querer comunicar algunas de las ideas que me han motivado e impulsado, y que han ido preparando el terreno para trabajar en la compilación de los textos que siguen. El cuestionamiento, la investigación, la reflexión y la construcción, todas fases que han ido dando lugar al diseño de una variedad de pro-puestas para enfrentar problemas nuevos, y también de los otros. Y en ese sentido, el nacimiento de proyectos como Balance-Unbalance (que surgiera en Argentina a través de CEIArtE, con el nombre Equilibrio-Desequilibrio) y la reciente iniciativa: “arte! ⋈ clima” en colaboración con la red del Centro del Clima de la Cruz Roja/Media Luna Roja internacional, me indican que estas acciones, y las propuestas y experiencias de tantos colegas descriptas a través de los artículos que se incluyen en este número de Ideas Sónicas/Sonic Ideas, van delineando un camino… el tiempo dirá el resto.
Por todo lo expresado, y todo lo que viene a continuación, es que agradezco al CMMAS -especialmente a su director: Rodrigo Sigal- por la confianza depositada en mi al invitarme a ser el editor de este número. Mi reconocimiento a todos los colegas que han contribuido con su tiempo, conocimiento y experiencia a esta publicación. Finalmente, mi agradecimiento para Adrián Nucci por su cuidado trabajo en la edición final.No me queda más que desearles que disfruten del con-tenido que a continuación les ofrece Ideas Sónicas/Sonic Ideas; y que todo esto nos ayude en la reflexión en torno a la “música nueva y educación”, y nos lleve de allí a la acción, construyendo para luego volver a analizar lo he-cho, a reflexionar y a seguir [de-?]construyendo. El ciclo de la vida…

Ricardo Dal Farra

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