A propósito del concierto de las bandas sinfónicas del Dartmouth College y de la FaM UNAM en la sala Nezahualcóyotl del CCU de la UNAM en CDMX el 24 de marzo de 2023.
Directores: Brian Messier (BM) y Luis Manuel Sánchez (LMS) [1]La grabación completa del concierto está disponible en el canal de la OFUNAM en https://www.youtube.com/watch?v=GPTV7SPnrNo . .
Programa
Gabriela Ortiz
Kauyumari (Estreno en México – EMBS. Versión para banda sinfónica) (LMS)
Rodrigo Martínez Torres
Onda tropical (Estreno mundial – EM) (BM)
Abi Pak, acordeón
Charles Daniel Torres
Iteraciones citadinas (EM) (LMS)
Enrico Chapela Barba
Mutante (EM) (BM)
Concierto para batería y banda sinfónica
Luis Miguel Costero, batería
Intermedio
Arturo Márquez
Marchas de duelo e ira (EMBS) (BM)
Transcrito por Frank de Vuyst
Juan Pablo Contreras
Mariachitlán (EMBS)
(Fuera de programa. No fue su estreno)
Nubia Jaime Donjuan
Sahuraro
De la Little Mexican Suite (Pequeña suite mexicana)
Comisión de Dartmouth College Wind Ensemble
Cuando en el programa de mano dice que la duración aproximada es de noventa minutos y pasaron casi dos horas con la sensación de que el tiempo se fue rapidísimo, se trata de una buena señal. Además de esta, hubo más buenas señales a lo largo del concierto.
Me pareció encantador ver el escenario de la sala Nezahualcóyotl tan lleno de instrumentistas. Ciento cincuenta a decir de Charly Daniels. Podrían haber optado por separar a cada agrupación y alinearlas con cada director y, en cambio, bajo el pretexto de la conmemoración de los doscientos años de relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos, juntaron a los dos ensambles y se alternaron los directores. ¡Estupendo!
Los grupos venían de presentarse el 21 de marzo en el Teatro Principal en Puebla, así que en estricto sentido los estrenos mundiales y mexicano ocurrieron allá y no en la CDMX.
De la obra de Gabriela Ortiz, una especie de movimiento perpetuo o de ostinato sobre una melodía corta y muy pegajosa bastaría con decir que desde su aparición en el final del cuarto movimiento de su cuarteto de cuerdas «Altar de muertos» de 1997 —a menos que ella lo tuviera esbozado ya desde antes y eso yo no lo sé— ya había sido un logro alcanzado. La melodía es bellísima, efectiva, eficaz y atrapadora. Como lo ha dicho la misma compositora en otras ocasiones y en las notas al programa, a partir de allí satisfizo el encargo que le hicieran el director Gustavo Dudamel y LAPhill para una pieza orquestal celebratoria de la posibilidad de regresar a los conciertos con público presencial a medida que se relajaban las restricciones por la pandemia. Y ahora le tocó el turno a una versión para banda sinfónica de alientos. Más que una versión, es una obra nueva para banda sinfónica que no es la especialidad de Ortiz y ese es otro aspecto a destacar.
Crescendo es un término que aplica bien a las dinámicas, texturas, masas y colores. Todo va ganando desde el discreto inicio con dos trompetas fuera de escena a las que responden otras dos en el escenario. La riqueza de las percusiones, habitual en las obras de Ortiz, saca provecho de cada instrumento con sus peculiaridades claras y distinguibles dentro de una gran masa instrumental y sonora. El final es enérgico, con todo lo que había a disposición. En una coda sin gesto cadencial.
La «Onda tropical» de Rodrigo Martínez puso al frente en posición solista un trío de percusiones de congas, bloque de madera y guira, apenas por detrás de la solista del acordeón quien se destacó desde ese punto en adelante en todo el concierto. En las obras siguientes ella estuvo en la sección de percusiones que son sus instrumentos habituales. Desde el inicio el acordeón sugiere un sonido vallenato de Monterrey y poco después parece dispuesta a desplegar un ritmado paseo vallenato que toca con toda la pulsión que su cuerpo le imprime al instrumento. El diálogo con el trío de percusiones trae rítmicas muy características del género y enriquece el diálogo con la solista. La obra se termina a poco de iniciarse este intercambio y luego de lo que parecía como una extensa introducción que prometía un interesante desarrollo de las posibilidades desplegadas. Me dejó la impresión de que los planteamientos están bien esbozados y que había material de sobra para sacar provecho del motivo. Solo que el final ocurre muy pronto.
La obra «Iteraciones citadinas» de Charles Daniels arranca con las voces más graves del grupo diestramente contrastadas por el golpe en el bombo y látigo que el director marcó con atinada energía y una precisión maravillosa. Reaccionan las voces agudas de los alientos y esto va contribuyendo a crear una atmósfera cargada de contrastes que hacen entender lo apropiado del título. En un gesto que llamaré mahleriano, de entre el caudal de instrumentistas, la mayoría permanece en reposo mientras unos pocos tienen partes que tocar. En el tutti que le sigue hay un empleo masivo de las percusiones, incluyendo los timbales que desaparecen fundidos entre la masa del grupo. Hay enseguida un tejido en el que sobresale un fraseo de onda minimalista como parte de otros recursos de expresión. Los timbales, que tienen bastante que hacer, continúan ocultos entre la masa de las percusiones mientras se va presentando un contrapunto delicado entre grupos que resulta en una malla de sonido rico y complejo. El final es súbito y sugiere la máxima utilización de las posibilidades que los materiales proponían. Un logro en sus proporciones recompensado por la brevedad de la pieza.
Para la obra de Enrico Chapela se despobló bastante el escenario. Un grupo de percusiones se movió al frente en línea con la batería solista y comenzó un verdadero concierto de secciones claramente diferenciadas en su carácter y tempi. Entre la elocuente destreza del solista y la magnífica escritura para la batería, cuando se distinguen elementos rockeros y jazzistas estos van a cargo del ensamble. El solista está a salvo de riffs y ritmos estables con fraseos obvios que habrían sido lamentables. La parte solista está ritmada al punto que entre instrumentistas del grupo se veían cabezas, torsos o pies que llevaban el pulso de base. Y, tan pronto como a su justo momento, llegó una cadenza lucidísima en la que el material de origen estaba sugerido como punto de partida y de tejido de las elaboraciones cadenciales y punto de llegada para retomar el regreso del grupo, comenzando por los timbales con los que la batería dialogó bellamente. El piano sonó entre las percusiones como verdadero instrumento de percusión, también en un diestro empleo de esa posibilidad. Un poco más adelante el grupo van entrando en un fraseo corto rockero que arrastra a la batería por unos pocos compases a sumarse. Las percusiones vecinas al solista actúan allí, como lo hicieron a lo largo de la obra, como una extensión de las posibilidades del solista, ampliando el sonido y los contrastes entre metal y parche tan bien asignados y aprovechados por el solista. La pandereta sobre soporte, los bongos con baquetas y las congas a golpe de mano se ensamblaron al sonido solista dándole realce. Una breve cadencia del solista jalonó a las percusiones del frente (ahora todas de mano), atrajo la percusión de base y los intercambios entre grupos del ensamble. La coda en crescendo con notas cortas que replicaron en los alientos las pulsiones de la batería llevó a la conclusión de esta intensa y deliciosa obra. En conjunto se trata de un concierto maravilloso que goza de proporciones estupendamente logradas.
Después del intermedio las bandas interpretaron «Marchas de duelo e ira». Me impresionó muchísimo el color instrumental que produjo la versión porque los primeros tres minutos, o algo más, el sonido del ensamble era parecido al de las cuerdas en una orquesta sinfónica. Lo que pensé de inmediato fue que quien hizo esta versión se apegó a la obra para orquesta hasta conseguir una sonoridad de arcos. Tan pronto estuvo disponible la grabación del concierto la escuché y busqué una de la versión de orquesta sinfónica para ver si mi impresión tenía sustento. Y me pareció que sí. Ya luego comienza a hacerse evidente la sonoridad de los instrumentos de alientos y la ausencia de ese sonido como de arcos lo que, pienso yo, me trajo de vuelta al concierto actual para sumergirme en él y poderme desapegar de esa otra asociación que, de haberse prolongado, me habría producido más que extrañeza.
Encuentro muy importante que en este concierto binacional a cargo de gente tan joven —tanto en el escenario como entre el público— se haya escogido precisamente esta obra sobre la violencia del 68 que permanece sin esclarecer. Aplaudo en Márquez la intención y propósito de esta obra y su aporte a no permitir que con el paso del tiempo otros horrores cotidianos vayan lanzando al olvido esas masacres y persecuciones que, no por lejanas, aún reclaman atención y empatía.
La obra es bien conocida y, no por eso, resulta superfluo llamar la atención sobre las notas al programa que viene muy bien leer porque están ricas en información. En octubre de 2023 se cumplirán cincuenta y cinco años de los sangrientos eventos de 1968 que costaron la vidas a tantas personas no solamente en Tlatelolco sino en la Ciudad Universitaria hasta donde los perseguidores habían estado acosando a las personas que se manifestaban y en la Escuela Preparatoria No. 5 y otros lugares de la ciudad. Ecos de estos eventos del 68 se insertaron en la manera de reaccionar con violencia frente a las protestas sociales y dejaron una huella tan marcada que entre las declaraciones de la actual Jefa de Gobierno de la Ciudad al tiempo de comenzar su término estuvo la mención de la necesidad de desmontar el cuerpo de granaderos que ha sido empleado una y otra vez, aquí como en Chile, en Perú o en Colombia, en Costa Rica o en Brasil para oponer un exceso de violencia contra la gente que reclama el cumplimiento de sus derechos.
La obra, ya sea en la versión sinfónica o quizás más en esta para banda de alientos, me trae a la memoria la «Sinfonietta» de Janacek. ¿Alguien que lea estas notas hará una asociación similar a la mía?
Con el éxito de los danzones de Márquez y especialmente del «Danzón No. 2» conviene recordar algo que Ricardo Gallardo mencionó en 2021 en el concierto en que lamentablemente hubo que rendirle homenaje póstumo a Mario Lavista quien estaba de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes. Dijo Gallardo que hubo un Márquez anterior a sus danzones y lo recordó como un compositor interesado en las indagaciones y la experimentación y esto dejó fruto en una pieza que está en el repertorio de Tambuco. Un boletín de INBAL lo reportó así: «La obra, añadió, propone una continua transformación de pulso y timbre, que viaja en movimiento constante desde un set instrumental al siguiente, y es también una invitación muy fresca y enriquecedora a revisitar al Arturo Márquez de la época pre-danzón» [2]Así lo reportó el inba tras el concierto en el teatro Cantoral https://inba.gob.mx/prensa/15731/tambuco-ensamble-de-percusiones-abrira-las-jornadas-inbal-sacm- .
Digo esto porque ahora, cada vez que se va a ejecutar una obra de Márquez me cuesta separarme de una especie de tentación detectivesca por andar encontrando incursiones del danzón. Y esta no fue la excepción. Y sí. Ahí estaba. Primero una sugerencia brevísima que pareció acabar en tres o cuatro compases. «¡Ah!, Qué alivio», pensé. Sigamos adelante con la obra ya liberado de la fijación. Pero no. Ahí entró. Y no como una mera sugerencia y no de cualquiera de sus danzones sino del dichoso No. 2. Bueno, ahí está.
La obra y la versión en este concierto están llenas de méritos. El carácter marcial de la pieza está muy bien marcado, las percusiones son riquísimas y sumamente potentes en buena proporción. Frente a la versión originaria de 2008, esta tiene uno y no dos juegos de timbales lo que me parece que enriquece la participación de estos y le otorga protagonismo a sus colegas de las percusiones.
La obra es de una trascendencia que proviene de la calle, de los movimientos sociales, los trae a la sala de conciertos y, en esta ocasión, a la de la UNAM. Vuelvo a decirlo, nos obliga a no echar en el olvido lo que debe recordarse. Porque es actual. Muy bien por Márquez, por quienquiera que haya tenido la acertada intención de incluir la pieza en este concierto, por la alternación entre directores que permitió al huésped guiar una interpretación de la talla de la gravedad de los asuntos a los que aluden la pieza y las notas al programa.
Es obvio que el concierto no iba a terminar con la última obra que aparecía en el programa. Pero no sabíamos de antemano qué seguiría al «Mariachitlán» de Juan Pablo Contreras. Otro acierto en la propuesta del programa por muchas razones: por dejar solo dos piezas en la segunda parte, por lo concentradas y redonditas de ambas y porque si la de Márquez llama a una cierta reflexión pesarosa, ésta cerraba con una alegría fiestera.
«Mariachitlán», la original para orquesta sinfónica, se estrenó en 2016 y ha sido interpretada con una frecuencia que le hace honor a sus méritos.
Justo antes de comenzar hubo dos momentos graciosos. Uno, que a mi entender habla de las buenas relaciones que cultivaron quienes integran cada una de las bandas que se juntaron para esta gira de conciertos. El concertino estaba a punto de dar la entrada para la afinación de los grupos cuando se escapó un graznido de caña de oboe y eso produjo una sincera y amistosa risa del clarinetista que reveló camaradería. Y luego, cuando el director levantó su batuta para marcar el primer tiempo, con una precisión admirable sonó el timbre de un celular. En la grabación del concierto me parece que no se alcanza a escuchar, pero sí se ve la cara del director, su sonrisa y el buen ánimo con el que dejó pasar el incidente sin perder la ocasión de sumarlo al buen ánimo del concierto.
«Mariachitlán» es una obra divertida, con mucha acción, con sabrosura. Y que lo diga el percusionista de pelo rojo que corría de la marimba al bombo llevando al vuelo sus partes instrumentales de un atril al otro, haciéndose espacio por el estrecho corredor de sus colegas, una y otra vez.
El homenaje al mariachi tapatío del compositor tapatío concluye con esa especie de acotación programática a partir del toque de silbato que evoca al de un imaginario policía que ya quiere ponerle fin al festejo. De allí pasa al reclamo vocalizado por quienes están tocando que piden más mariachi, Martiachitlán y cierra con un ¡Viva México!, que acaba de sumar méritos para arrancar un aplauso apretado.
Mientras escribo estas notas circula la noticia de que más de cuarenta personas migrantes murieron en Ciudad Juárez en un incendio y el horror de la situación me lleva a otra obra de Contreras. Les invito a escuchar «Silencio en Juárez» y a leer las razones de su autor para nombrarla así [3] En la página de Juan Pablo Contreras está su motivación para la obra https://www.juanpablocontreras.com/es/works/silencio-en-juarez/ . Y la pieza completa la encuentran en https://open.spotify.com/album/7IGQreglTY0Xk3iqHbEWSB . .
Aplauso, también para quienes hayan pensado en comenzar el concierto con la pieza de Ortiz y cerrar con la de Contreras. Una y otra dicen que se trata de música de un país que produjo y disfrutó de Mario Lavista —maestro de Ortiz, entre otras personas que se formaron en su taller— y que con estas obras recoge, de manera muy distinta y a su propia medida, los caminos andados por Chávez y Revueltas, Ponce y, claro, Márquez.
Traeré a colación una anécdota que, quién lo creyera, pone un hilillo conductor entre Lavista y Contreras. Pero antes, mencionaré un nuevo motivo de congratulación para la selección de obras en esta gira y concierto y fue la inclusión de «Sahuaro» de Nubia Jaime Donjuan, obra que ensemble y director interpretaron sin hacerse de rogar. Esta pieza hace parte de una suite estrenada por la banda sinfónica de Dartmouth College en julio de 2022. «Sahuaro» es la cuarta parte de seis danzas. La suite completa va así [4]Esta es la grabación de estreno https://www.youtube.com/watch?v=JT3Hu0C6tq0 .
1. Ahuehuete (Montezuma Cypress)
2. Mezquite (Mesquite)
3. Ayacahuite (Mexican White Pine)
4. Sahuaro (Cactus)
5. Cacalosúchil (Plumeria Rubra)
6. Ceiba (Sacred tree of the Maya)
«Sin duda», se lee en las notas del programa en palabras de la compositora, «el Sahuaro tenía que ser un danzón, mi género favorito de todos los tiempos».
Y ahora cito a Juan Arturo Brennan en unas notas suyas a un programa de concierto [5]https://issuu.com/extensionugto/docs/pdm_osug_2t_2022_sop05 :
«Como compositora e intérprete (Jaime es violonchelista) forma parte del proyecto “Las Montoneras”; que conjunta la labor de compositoras, intérpretes e investigadoras, buscando visibilizar el trabajo de las mujeres en la escena musical del país. En 2021, con la obra Maso Ye ‘eme que fusiona el danzón y la Danza del venado yaqui, fue la primera mujer en ganar el Concurso de Composición Arturo Márquez para Orquesta de Cámara» (J.A. Brennan).
Yo encuentro aquí una muy bonita circularidad. Tanto Márquez como Nubia Jaime son sonorenses, ella ha sido su estudiante, el venado azul de los huicholes que tiene presencia en la obra de Ortiz al comienzo del concierto —lo dice Ortiz en las notas al programa y lo hace cuando cuenta sobre el motivo de su cuarteto de cuerdas «Altar de muertos»— aparece referenciado en la obra ganadora de Jaime Donjuan en la danza del venado del pueblo yaqui. Las obras con las que abre y cierra el concierto son de compositoras mexicanas, con lo que resalta la membresía de Jaime en Las montoneras.
Ahora la anécdota que anuncié para cerrar. La relató la musicóloga y compositora Ana Alonso Minutti en un ensayo publicado en la revista Pauta [6]https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/detalle?id=_suri:ESPECIAL:TransObject:5bce55047a8a0222ef15d53d, págs 22 a 29 .
Y es que cuando alguna vez tocaba el grupo Quanta de improvisación sonora —integrado por Juan Cuahtémoc Herrejón, Nicolás Echeverría, Mario Lavista y Antero Chávez— «un policía detuvo abruptamente su espectáculo y los arrestó por no tener permiso escrito de la ciudad para presentarse en la calle». A mi eso me suena un poco como el silbatazo en Mariachitlán.
Referencias
↑1 | La grabación completa del concierto está disponible en el canal de la OFUNAM en https://www.youtube.com/watch?v=GPTV7SPnrNo . |
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↑2 | Así lo reportó el inba tras el concierto en el teatro Cantoral https://inba.gob.mx/prensa/15731/tambuco-ensamble-de-percusiones-abrira-las-jornadas-inbal-sacm- |
↑3 | En la página de Juan Pablo Contreras está su motivación para la obra https://www.juanpablocontreras.com/es/works/silencio-en-juarez/ . Y la pieza completa la encuentran en https://open.spotify.com/album/7IGQreglTY0Xk3iqHbEWSB . |
↑4 | Esta es la grabación de estreno https://www.youtube.com/watch?v=JT3Hu0C6tq0 |
↑5 | https://issuu.com/extensionugto/docs/pdm_osug_2t_2022_sop05 |
↑6 | https://mexicana.cultura.gob.mx/es/repositorio/detalle?id=_suri:ESPECIAL:TransObject:5bce55047a8a0222ef15d53d, págs 22 a 29 |