Jesús Bal y Gay
Jesús Bal y Gay

España en el exilio mexicano: tres casos

Consuelo Carredano

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La vida antes de la derrota


El levantamiento militar sorprendió al compositor veraneando en la localidad de Cercedilla, cerca de El Escorial, donde vivía su familia. “Cuando todo parecía haber alcanzado, al fin, la calma y la felicidad, llegaron las tremendas vicisitudes de la guerra civil”, recordaría posteriormente. [1] A. Iglesias, Rodolfo Halffter (tema, nueve décadas y final), Fundación Banco Exterior de España, Colección Memorias de la Música Española, Madrid, 1991, p. 60. A raíz del advenimiento de la República, Halffter había logrado cierta estabilidad económica y emocional que le permitía vislumbrar un futuro bastante promisorio. Casado con Emilia Salas y en posesión de un puesto seguro como periodista, había empezado a consolidar una posición relativamente importante en el medio. Recibe su carnet de redactor de El Sol, donde hasta entonces, introducido por Adolfo Salazar, figuraba como colaborador; ocasionalmente también participa en tareas crítico-musicales en el vespertino La Voz, asegurándose con ello un ingreso fijo. También llegan los primeros éxitos como compositor y varios reconocimientos en Madrid y Barcelona, lo que significa que al estallar la Guerra Civil, él y sus compañeros de Grupo de los ocho [2]Integrado por Salvador Bacarisse, Fernando Remacha, Gustavo Pittaluga, Julián  Bautista, Juan José Mantecón, Rosa García Ascot, Rodolfo y Ernesto Halffter. Sobre este grupo de músicos de Madrid son indispensables los trabajos de María Palacios. Véase … Leer más, representaban más que una esperanza a futuro, una vía nueva y fresca para el desarrollo de la música española. 

Por esos mismos años Halffter se imbuyó a fondo en la política; se adhiere al Partido Comunista y participa intensamente en la defensa de la República a través de importantes tareas que le serían confiadas en Madrid y posteriormente en las ciudades donde se instala el Gobierno legítimo [3] Entre otras tareas, dirige un Departamento en la Subsecretaría de Propaganda y poco después asume la presidencia de la Comisión de Enseñanza Musical, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. En Barcelona publica la revista Música.. Aunque la situación durante la guerra era poco propicia para desarrollar una carrera de compositor, Halffter no dejó de componer. Puso además un grano de arena en el ambiente de euforia republicana en el que proliferaban himnos, marchas militares, piezas y canciones para ser entonadas en los frentes, muy en la “línea de compromiso que en Europa lo hacían Kurt Weill, Eisler o Dunaievsky”, como ha señalado Emilio Casares [4] E. Casares Rodicio, “Introducción”, a la edición facsímil de la revista Música, Residencia de Estudiantes, Madrid, 1998, p. 7.

Su participación en este aspecto fue intensa: con otros compositores implicados en la lucha musicalizó películas y documentales de propaganda. Con Pittaluga hizo los conocidos arreglos de canciones populares que grabaron en París para honrar al ejército leal y satirizar a los camisas azules y negras de Franco y Mussolini.

Rodolfo Halffter pasó toda la guerra en España; primero en su natal Madrid, luego en Valencia y, por último, en Barcelona, a donde se trasladó con toda la estructura de Gobierno. Tras la ocupación de Cataluña por las tropas franquistas, cruzó a pie la frontera con los derrotados, librándose casi milagrosamente de ser recluido en un campo de concentración; después lograría reunirse con su esposa e hijo en París. A falta de otros testimonios suyos sobre las intensas experiencias de aquellos años –lo cual sin duda habría merecido un extenso relato de su parte – conformémonos con recordar las palabras con que el músico acostumbraba describir sus últimos días en España:

Con Otto Mayer Serra, mi compañero de bombardeo, salvé el pellejo. De Figueras, a pie, seguí a la frontera con las últimas fuerzas republicanas y después de muchas peripecias –entre otras salvarme (por la ayuda de un comunista suizo y de un guardia civil que me regaló nueve francos con los que pude telegrafiar a mi mujer a París) del campo de concentración–, me reuní con Emilia y Gonzalo en París. [5] Ibídem, p. 62.

(Fig.1)

Una vez a salvo, Halffter pudo reanudar sus tareas políticas junto al grupo de intelectuales que ya reorganizados en París constituyeron la Junta de Cultura Española. Este organismo debía atender las necesidades de los intelectuales que se encontraban fuera de España, tanto de quienes habían sido acogidos por amigos leales, como de quienes estaban en los campos de internamiento diseminados en territorio francés, lo que incluía las colonias del Norte de África. Halffter participó desde las primeras sesiones cuando se estableció como tarea prioritaria la instalación de todos los miembros de la Junta en lugares seguros donde pudieran continuar su trabajo. [6] T. Férriz Roure, “Estudio de España peregrina (1949). Una revista para la continuación de la cultura española en el exilio mexicano”. Consultado el 10 de julio de 2016.  http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc28076

La legación mexicana comisionada en París para coordinar las negociaciones que harían efectivo el ofrecimiento de Cárdenas, en cuanto a recibir en México a los republicanos que lo solicitasen, dispuso que en avanzada a la emigración masiva dicha Junta se trasladara a México; para ello se designó una comisión especial. En ese grupo harían la travesía hacia el destierro mexicano Halffter y su familia. Aunque es cierto que el exilio forzado no es un plato de gusto para nadie, aquella comitiva de élite seguramente debió sentirse afortunada de poder realizar el viaje en condiciones relativamente cómodas, si se les compara con la precariedad de la oferta posterior en los barcos Sinaia, Ipanema y Mexique, donde viajarían miles de refugiados en condiciones de hacinamiento.    


Peregrino en dos continentes


Repasemos ahora las circunstancias y razones que explican la salida de Adolfo Salazar de España y su posterior arribo a México. Lo primero ocurrió ocho meses después de iniciadas las hostilidades, es decir, en marzo de 1937; lo segundo, dos años más tarde. Comencemos por mencionar que su trayecto no fue fácil sino tortuoso e incierto, según se verá  enseguida. Una estancia de varios meses en París, un viaje trasatlántico que culminaría en La Habana –con extensiones a Puerto Rico, Nueva York y Washington –, y, finalmente, el traslado definitivo a México, es un camino demasiado largo sobre todo cuando éste se realiza sin el apoyo moral de una familia o colectivo de referencia y si es resultado, como aquí, de circunstancias básicamente azarosas. 

Al salir rumbo a París, Salazar llevaba una misión política encomendada en Valencia por el Ministro de Propaganda consistente en crear y dirigir la oficina de propaganda cultural denominada Les Archives Espagnoles. [7] C. Carredano, “La propaganda republicana en París. Adolfo Salazar, la Guerra Civil y Les Archives Espagnoles”, Cuadernos de Música Iberoamericana, vol. 24, 2012, pp. 7-44.   

De entrada, lo insólito de su nombramiento nos impele a formularnos una pregunta: ¿por qué se encargó precisamente a Salazar aquella compleja tarea cuando en años anteriores el prestigioso crítico había dado sobradas muestras de su deficiente capacidad gestora? [8]Sobre la polémica participación de Salazar en la Junta, véase F. Parralejo, La política musical durante la II República española y sus fundamentos ideológicos (1914-1936): Adolfo Salazar y la Junta Nacional de Música, Tesis Doctoral, Universidad de Salamanca, … Leer más  

Una sola respuesta parece la correcta: alguien con suficiente influencia en el gobierno comprendió que su vida corría peligro si permanecía en España. A tales fechas, Salazar debió tener razones de peso para sentirse amenazado. Esto se colige de una carta posterior enviada desde México a su pupilo Ernesto Halffter luego de conocer la inesperada muerte de su madre: “No puedes imaginarte el tormento de mis remordimientos; pero sólo he hecho lo que no había más remedio que hacer y si me consuela algo es el pensar que a lo menos le he evitado el espectáculo de tener un hijo fusilado o encarcelado…”. [9] Carta de A. Salazar a A. y E. Halffter. México, D. F., 29-III-1940. Colección Manuel Halffter. Adolfo Salazar. Epistolario…, p. 479.

La posición de Salazar frente a la República fue siempre clara, tal como lo refrendaba al ser entrevistado en 1937 durante su estancia en La Habana: “Soy republicano por convicción, liberal por inclinación y demócrata por extracción: soy hijo del pueblo y al pueblo pertenezco, pero no a la masa”. [10] F. V. Portela, “Adolfo Salazar. Crítico”, Selecta, La Habana, 1938.

No obstante, por momentos se mostró sumamente crítico con algunas resoluciones de la República que a su juicio conducirían a resultados no deseados. No fue partidario de la idea de convocar en los primeros meses de 1936, a un frente popular que aglutinase todas las fuerzas de izquierda para conseguir el triunfo en las elecciones. Aún así, convencido de la amenaza que suponía el arribo del fascismo a España mediante un golpe de Estado, acabó por suscribir, como muchos artistas e intelectuales, el manifiesto de apoyo al Frente Popular que concentraba las izquierdas y llevaría a la presidencia a Manuel Azaña: “¡Qué cambio político! ¡Qué vueltas da el mundo en 24 horas! –le diría, a la vista de los resultados, a Jesús Bal y Gay, por entonces residente en la Universidad de Cambridge [11] Carta de A. Salazar a J. Bal y Gay, Madrid, 24-II-1936. Fondo Jesús Bal y Gay. Residencia de Estudiantes. Recogido en Adolfo Salazar. Epistolario…, p. 289.

A partir del 24 de julio, Salazar interrumpe sus colaboraciones musicales en El Sol, entre otras razones, porque la actividad de teatros y conciertos se reducen al mínimo. No obstante, permanece en la capital durante el asedio bajo las órdenes del Comité de Defensa de Madrid, en calidad de funcionario de Telégrafos (organismo al que pertenecía desde su adolescencia). Permanece allí aún después de que el Gobierno central se trasladara a Valencia con un número importante de políticos, funcionarios, diplomáticos, intelectuales fieles a la República. [12] Moreno Villa relata la evacuación de Madrid del grupo de intelectuales que se habían refugiado en la Residencia de Estudiantes. J. Moreno Villa, Vida en claro. Autobiografía, Fondo de Cultura Económica, 1ª reimpresión, México, 1977.

¿Por qué Salazar no fue evacuado a Valencia con ese grupo cuando en realidad era un funcionario como otro cualquiera del gobierno? Si hemos de ser rigurosos, conviene tener presente que al momento de la sublevación el crítico desempeñaba un cargo público designado por Azaña tan solo dos meses antes: el de Delegado del Gobierno en el Teatro de la Ópera y María Guerrero. 

La situación cada vez más violenta acabó por convencer a muchos intelectuales y artistas comprometidos con la República que sus vidas corrían peligro. Algunos salieron del país con delegaciones del gobierno; otros, como al final lo haría nuestro crítico, para colaborar en proyectos de propaganda. No obstante, su caso muestra un trasfondo más complejo. Paradójicamente, Salazar era un objetivo perfecto para cualquiera de los dos bandos. Todos conocían su afinidad con intelectuales de la izquierda liberal, en cierto modo anticlerical (no hay más que recordar sus choques con la profunda religiosidad de su mentor Manuel de Falla). [13] C. Carredano y C. Villanueva, Manuel de Falla en el imaginario de dos músicos exiliados: Adolfo Salazar y Jesús Bal y Gay, El Colegio de México, México (en prensa).

A lo que se sumarían frecuentes confrontaciones en prensa con músicos y críticos de distinta tendencia estética y política, [14] Aspecto que Villanueva ha estudiado a profundidad. C. Villanueva, “Adolfo Salazar y la crítica musical. Las otras orillas”, en Música y cultura en la Edad de Plata (1915-1938), María Nagore et al. (eds.), ICCMU, Madrid, 2009, pp. 221-264. situación que se vería agravada a raíz de su polémica actuación en la Primera Junta Nacional de Música. (Fig. 2)

A pesar de los esfuerzos, su misión en París fracasa rotundamente luego de escasos tres meses. Salazar se proponía colaborar estrechamente con la Embajada de España y confiaba en ampliar la red de contactos con directores de periódicos franceses para emprender acciones de propaganda más ambiciosas. Con este objetivo hizo viajes cortos a ciudades del interior y viajó a Estocolmo para asistir a la inauguración de una exposición de arte español contemporáneo, acontecimiento que serviría de tribuna para sus tareas proselitistas. [15] “El delegado del Gobierno de la República, Adolfo Salazar, habla de los artistas españoles. La exposición de Estocolmo”. (Escrito a lápiz: 3-6-937). AGL.

No obstante el éxito obtenido en algunas intervenciones suyas en actos públicos como el que acabamos de mencionar, el mayor problema que enfrentó Salazar durante su gestión en París fue la deficiente comunicación que sostuvo con la oficina de Propaganda y Prensa de la que dependía en Valencia. Esto lo obstaculizó todo, pero además debilitó su imagen personal y produjo desconfianza en el entorno de la Embajada española. Se suponía que la oficina operara como un centro de información cultural con fines políticos y que concentrara para su difusión abundantes materiales útiles: propaganda escrita, documentos, folletos. Pero no había un solo documento en la oficina: “Me vienen cotidianamente con lamentaciones sobre dicha incomunicación y pidiéndome las informaciones a que hace fe el título de estos Archivos que, por el momento, no tienen archivado nada, pues que lo poco que pude traer en el avión quedó inmediatamente repartido” [16] Carta de A. Salazar a F. M. Miñana, París, 3-V-1937. AGL. Miñana era a la sazón subsecretario del Ministerio de Propaganda. –insistía Salazar en sus comunicaciones con el subsecretario.

La correspondencia que el crítico cruzó en aquellos días nos permite conocer las opciones que tuvo cuando en julio de 1937 vio derrumbarse sus expectativas en París. La primera de todas, solicitar trabajo en la Embajada española con objeto de aguardar tiempos más propicios para volver a España. Difícil empresa para un desplazado español. París estaba lleno de compatriotas en las mismas circunstancias, muchos de ellos de gran renombre, a quienes seguramente les habría interesado conseguir lo mismo. En vista de lo cual, y tras constatar que a tales alturas contaba en España menos amigos que enemigos, pensó por primera vez en marcharse a América, no sin antes descartar una generosa opción de trabajo y alojamiento de su buen amigo Ceferino Palencia, destinado a la legación lituana de Riga. 

Salazar comunicó a sus superiores y a varios contactos en Buenos Aires su intención de continuar su campaña de propaganda en aquella ciudad. Pero unos y otros lo desalentaron. Los primeros, porque no atendieron el caso con la diligencia esperada y que exigía la cambiante situación internacional; los segundos, porque encontraban remota la posibilidad de conseguir en Buenos Aires una base fija sin ser catedrático o profesor (que en realidad no lo era) o ejerciendo como crítico musical. Descartadas estas opciones, Cuba se perfiló como la salida más viable. Su relación con algunos músicos, escritores y artistas del grupo Minorista facilitó las cosas. Ellos se encargaron de estructurar un interesante circuito de conferencias; le proporcionaron el pasaje Amberes-La Habana a bordo de un vapor holandés, así como un agradable alojamiento y un sitio frente al mar para trabajar.. Todo apunta a que no lo pasó mal en los primeros meses y a que hizo en la isla más vida cultural que política, volcándose de inmediato en la preparación de sus lecturas públicas y cursos, calificadas como exitosos por la prensa local. (Fig. 3)

Tras cinco meses en el puerto, Salazar se embarcó rumbo a Puerto Rico para dictar  cursos en la universidad y conferencias en ciudades y municipios del interior. Aunque hay alguna constancia de su participación en actividades políticas en San Juan con miembros del Frente Popular, no constituyó en forma alguna una actividad sistemática o prioritaria como lo había sido en Francia. De cualquier manera, tras la aventura de París, su relación con el gobierno (con ciertas autoridades en concreto) daría muestras de enfriamiento. Casi a punto de zarpar, el nuevo subsecretario de Propaganda confirmaba y ampliaba en breve nota lo previamente acordado vía telefónica: “Una propaganda discreta y hábil en los países americanos que ahora nos son más hostiles, puede ser ciertamente de gran eficacia.” Y a continuación le sugería los argumentos: 

Bastará hacer saber sin demasiado ruido, pero con la necesaria firmeza de convicción, que esta maldita guerra que destroza a España ha sido provocada por los rebeldes exclusivamente, alzándose en armas contra el régimen legítimo, cuyo único pecado consistía en un respeto exagerado a los derechos de todos y una generosidad pagada con la más inicua traición, como lo prueba el hecho de que los directores de la rebelión ocupaban cargos de responsabilidad y de gran importancia. Y aunque la advertencia sea ociosa a persona del buen juicio de Ud., creo que conviene insistir mucho en que la sublevación que comenzó contra el Gobierno legítimo de la República, ha degenerado luego en una monstruosa traición a la Patria, entregando el territorio y la Nación Española a ejércitos extranjeros. Y nada más. Coincido con Ud. en que para nuestra propaganda es suficiente con que la verdad sea de todos conocida. Ojalá contribuya Ud. a difundirla con acierto, ya que en cuanto a su entusiasmo estoy seguro de que no habrá de faltarle por tratarse de la causa más noble y más justa que pueda haber en el mundo, aunque no pocas veces su defensa se haya hecho con lamentable torpeza.[17] Carta de L. Martín Echevarría a A. Salazar, Valencia, 3-IX-1937. AGL..

No nos consta, ya lo decíamos, que Salazar hubiese hecho proselitismo en los países hispanoamericanos visitados. La única prueba de su participación en ese sentido proviene de sus días en Puerto Rico. Ya instalado en Washington, un misterioso corresponsal le escribiría informándole del desarrollo de la misión de propaganda política en la que presumiblemente habría participado en aquel país. [18]En carta con firma ilegible (en papel membretado: “Redacción de Alerta. Por la Libertad y la Democracia. Órgano del Frente Popular Español de Puerto Rico”), San Juan, Puerto Rico, 29-IV-1938, AGL, en C. Carredano, “Adolfo Salazar: nuevo camino en tierras … Leer más 

Al repasar la correspondencia generada en estos meses, se percibe que Salazar está abrumado y dudoso intentando definir un nuevo rumbo para su vida. Tras ese tiempo de relativa paz en El Caribe y a punto de caducar sus visas en los mencionados países, reaparece la incertidumbre. Se decide a explorar nuevos destinos para una siguiente escala, sin descartar, sorprendentemente, un eventual regreso a Europa, como lo comprueba la reserva de un pasaje a Francia para esas fechas, localizada entre sus papeles. Luego de tocar sin éxito a varias puertas (Carlos Chávez en México, Alfonso Reyes en Buenos Aires y un largo etcétera) recibe desde Colombia una jugosa invitación que, no obstante, acabará por declinar. De haberla aceptado se habría comprometido a vivir en aquel país durante varios años y él confiaba –como todos en aquellos momentos– que la solución al conflicto español bien podría darse a mediano plazo. [19]Una cátedra de historia de la música en el Conservatorio y otra de literatura española en la Escuela Normal Superior, así como una columna fija en un diario de amplia circulación en Bogotá. C. Carredano, “Adolfo Salazar: nuevo camino en tierras … Leer más.  

Salazar consigue una invitación para dictar un curso estival de música antigua en la Escuela Española de Middlebury. Allí se entera de dos asuntos del mayor interés. Primero: se había suscitado una vacante en el puesto de agregado cultural de la Embajada de España en Washington; segundo: el gobierno mexicano venía impulsando el establecimiento de una institución para recibir a un grupo de intelectuales españoles de manera que pudieran continuar con las tareas académicas que venían realizando en España y que a causa de la guerra se veían impedidos de hacerlo. El crítico despacha varias cartas y poco después es felizmente informado de que su nombre ha sido incluido en esa lista de invitados a laborar en La Casa de España y que Fernando de los Ríos accede a contratarlo en la embajada para cubrir la vacante.

Salazar dio en la diana al dejar bien atadas las dos salidas. Llegado el momento, dependiendo de las circunstancias en España, podría optar por marcharse a México o bien declinar la invitación y permanecer en la embajada por tiempo indefinido. Para ser francos, le había picado el gusanillo de la investigación en las frecuentes visitas que hacía en sus ratos libres a las bibliotecas de Nueva York y Washington. Con tantos planes, cursos y proyectos de publicación por delante empezó a dar largas a las autoridades de La Casa de España, aduciendo que aquellos trabajos redundarían en beneficio de la Institución mexicana. Al secretario Cosío Villegas le preocupaba que nuestro crítico decidiera quedarse en Estados Unidos en el último momento. En sus comunicaciones Salazar le hablaba del exceso de trabajo en la cancillería, de escrúpulos de fidelidad que debía embajador de los Ríos en momentos cruciales para la diplomacia española, etc., etc. Todo lo cual, le diría, eran razones suficientes como para no permitirse abandonar su puesto y concretar el viaje a México. Una lectura entre líneas revela, sin embargo, que Salazar se hallaba tranquilo donde estaba: para alguien que llevaba cerca de dos años trotando por el mundo la posibilidad de trabajar y vivir en la embajada suponía un plan por demás atractivo.  

Referencias

Referencias
1 A. Iglesias, Rodolfo Halffter (tema, nueve décadas y final), Fundación Banco Exterior de España, Colección Memorias de la Música Española, Madrid, 1991, p. 60.
2 Integrado por Salvador Bacarisse, Fernando Remacha, Gustavo Pittaluga, Julián  Bautista, Juan José Mantecón, Rosa García Ascot, Rodolfo y Ernesto Halffter. Sobre este grupo de músicos de Madrid son indispensables los trabajos de María Palacios. Véase especialmente M. Palacios, La renovación musical en Madrid durante la Dictadura de Primo Rivera. El Grupo de los ocho (1923-1931), Sociedad Española de Musicología, Madrid, 2008.
3 Entre otras tareas, dirige un Departamento en la Subsecretaría de Propaganda y poco después asume la presidencia de la Comisión de Enseñanza Musical, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. En Barcelona publica la revista Música.
4 E. Casares Rodicio, “Introducción”, a la edición facsímil de la revista Música, Residencia de Estudiantes, Madrid, 1998, p. 7.
5 Ibídem, p. 62.
6 T. Férriz Roure, “Estudio de España peregrina (1949). Una revista para la continuación de la cultura española en el exilio mexicano”. Consultado el 10 de julio de 2016.  http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc28076
7 C. Carredano, “La propaganda republicana en París. Adolfo Salazar, la Guerra Civil y Les Archives Espagnoles”, Cuadernos de Música Iberoamericana, vol. 24, 2012, pp. 7-44.
8 Sobre la polémica participación de Salazar en la Junta, véase F. Parralejo, La política musical durante la II República española y sus fundamentos ideológicos (1914-1936): Adolfo Salazar y la Junta Nacional de Música, Tesis Doctoral, Universidad de Salamanca, 2015.
9 Carta de A. Salazar a A. y E. Halffter. México, D. F., 29-III-1940. Colección Manuel Halffter. Adolfo Salazar. Epistolario…, p. 479.
10 F. V. Portela, “Adolfo Salazar. Crítico”, Selecta, La Habana, 1938.
11 Carta de A. Salazar a J. Bal y Gay, Madrid, 24-II-1936. Fondo Jesús Bal y Gay. Residencia de Estudiantes. Recogido en Adolfo Salazar. Epistolario…, p. 289.
12 Moreno Villa relata la evacuación de Madrid del grupo de intelectuales que se habían refugiado en la Residencia de Estudiantes. J. Moreno Villa, Vida en claro. Autobiografía, Fondo de Cultura Económica, 1ª reimpresión, México, 1977.
13 C. Carredano y C. Villanueva, Manuel de Falla en el imaginario de dos músicos exiliados: Adolfo Salazar y Jesús Bal y Gay, El Colegio de México, México (en prensa).
14 Aspecto que Villanueva ha estudiado a profundidad. C. Villanueva, “Adolfo Salazar y la crítica musical. Las otras orillas”, en Música y cultura en la Edad de Plata (1915-1938), María Nagore et al. (eds.), ICCMU, Madrid, 2009, pp. 221-264.
15 “El delegado del Gobierno de la República, Adolfo Salazar, habla de los artistas españoles. La exposición de Estocolmo”. (Escrito a lápiz: 3-6-937). AGL.
16 Carta de A. Salazar a F. M. Miñana, París, 3-V-1937. AGL. Miñana era a la sazón subsecretario del Ministerio de Propaganda.
17 Carta de L. Martín Echevarría a A. Salazar, Valencia, 3-IX-1937. AGL.
18 En carta con firma ilegible (en papel membretado: “Redacción de Alerta. Por la Libertad y la Democracia. Órgano del Frente Popular Español de Puerto Rico”), San Juan, Puerto Rico, 29-IV-1938, AGL, en C. Carredano, “Adolfo Salazar: nuevo camino en tierras lejanas”, en Allegro cum laude: estudios musicológicos en homenaje a Emilio Casares, María Nagore y Víctor Sánchez (coords.), Madrid, Universidad Complutense, 2014, p. 491.
19 Una cátedra de historia de la música en el Conservatorio y otra de literatura española en la Escuela Normal Superior, así como una columna fija en un diario de amplia circulación en Bogotá. C. Carredano, “Adolfo Salazar: nuevo camino en tierras lejanas…”, pp. 491-492

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