Jorge Risi 1940-2022

Jorge Risi
Jorge Risi

Con gran tristeza despedimos a un grande del violín, a un músico de altos vuelos, maestro generoso, promotor incansable.

En México dejó huellas indelebles en su paso por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, como fundador del Cuarteto Latinoamericano, como director musical de Instrumenta Verano . Sin duda su visión fue fundamental para este entrañable proyecto que elaboró junto con nuestro querido Nacho Toscano. Fue profesor de violín en la Ollin Yoliztli y académico de la escuela de Bellas Artes de la Universiad Panamericana (UP). Todo esto sólo en México. Este país le debe mucho.

En su Uruguay natal, además de haber sigo guerrillero en el Movimiento de Liberacion Nacional Tupamaros fue fundamental en la formación de innumerables violinistas y gran promotor de la música latinoamericana. Fue director del Servicio Oficial de Difusión, Representaciones y Espectáculos (Sodre) además de su labor como solista y músico de cámara.

Jorge Risi vivió con, por y para el violín.

Nosotros lo vamos a extrañar.

Si una vida pudiese reflejarse en una hoja, significaría que fue una vida corta e insulsa. No es mi caso. Aún así la prefiero a la (para mí) inconveniente expresión “currículum”, generalmente acumulación de naderías que pronto se llevará el viento, y que a lo sumo reflejan la magnitud del ego que las sustenta. Tampoco “biografía” es santo de mi devoción. Con esta palabra pienso en un ordenamiento cronológico de hechos que sí, así fueron, pero que no pueden estar congelados en el tiempo. Y afloran cuando menos lo pensamos, y nos modifican, sin relación de continuidad. Pienso en cosas que me pasaron a los 20 años, surgen sensaciones de los 5, se mezclan con angustias de los 45…Se necesitaría una pluma mucho más experta, y muchísimas “hojas” para acercarnos a una descripción apenas aproximada de lo que significó una vida que está reflejada en nuestra capacidad de tocar –si a eso nos dedicamos—a enseñar, o a desarrollar otras actividades que se nos dieron por el camino.

Es posible que la relevancia que en esta página se da a los gatos, tenga que ver con aquello de las 7 vidas que se les atribuye. Una hoja de vida, entonces, debe ser lo contrario a una hoja de muerte: lo pensé en abril de 1984 cuando salvé apenas la vida con las de mis hijos en un espectacular accidente en la Avenida Virreyes de México, o años más tarde, cuando todavía bajo efectos de la anestesia pude tocar los vendajes que atestiguaban que mi operación a corazón abierto había pasado exitosamente, respiré todo lo hondo que podía con aquel infierno de cables y tubos. Pasaron más de 20 años hasta que una consulta fortuita hizo que me implantaran un marcapasos urgentemente, que llevo como trofeo desde hace mucho.

Y la casualidad, siempre la casualidad que nos acompaña en cada ejecución: en la casa en que nací, en una callecita llamada armonía de Montevideo, y en el mismo cuarto en que, según me contaron, abrí por vez primer los ojos, es hoy, tantos años después, el Instituto Nacional de cirugía Cardíaca del Uruguay.

Imposible que estas cosas no se reflejen para bien o para mal, cuando toco o cuando enseño.
Claro, la casualidad vino otra vez en mi ayuda, y fue así que equivoqué un tren que me dejaría en un transbordador que cruzaba el Canal de La Mancha para llegar a Londres. Una suerte, porque perdí el transbordador, pero el trasbordador correcto…se hundió.
Y van cuatro, faltan 3 para llegar a las siete vidas.

Lo dejo a la fantasía de quien haya llegado hasta aquí, y se indigne porque no menciono hoy a mis maestros –que tanto me dieron, y tanto me quitaron—y como en la vida real (no violinística) se anidan en mi vapuleado corazón.

A ellos, sin nombrarlos –no importa—mi agradecimiento gatuno. Aunque pensándolo bien, sin mi primer maestro Miguel Szilagyi , húngaro uruguayizado, que me dio mi primera clase mágica, esta hoja no existiría. Él sí, se merece mi eterno agradecimiento. Somos siempre hijos violinísticos de aquel que nos puso por primera vez el violín en las manos.

Jorge Risi y su gato
Jorge Risi y su gato

https://jorgerisi.com/


Álvaro Bitrán
In memoriam


Querido Jorge,

Ahora que al fin descansas, no puedo dejar de pensar en la vida tan intensa que te tocó vivir.

Cuando te conocí acababas de llegar a México, huyendo de la dictadura uruguaya. Venías, como tantos otros sudamericanos que llegamos a México en la década de los setentas, lleno de miedos, ansiedad y traumas.

Recuerdo el día que nos invitaste a Arón y a mí a tocar cuartetos en una casa que rentabas por allá por Contadero. Inmediatamente me di cuenta que eras un tremendo violinista.  También me impresionaron el ciclón que traías en el pecho y las ganas de comerte al mundo con tu violín.

Al poco tiempo, y por iniciativa tuya empezamos una aventura que nombramos Cuarteto de Cuerdas Latinoamericano, sin saber por dónde nos llevaría el destino. Y mucho menos imaginamos que más de cuarenta años después esa aventura seguiría, y se consolidaría en un proyecto que nos ha dado una vida maravillosa.

Sin embargo, los primeros años del cuarteto fueron muy duros, sobre todo para ti, ya que (a diferencia de Arón, Javier y mía), tenías una familia que mantener.

Veíamos las angustias económicas por las que pasabas, pidiendo dinero prestado, empeñando joyas y haciendo cuentas milimétricas de gastos e ingresos.

Toda tu agitada vida la ibas desgranando en complicadas agendas y papelitos que guardabas en los bolsillos y que solo tu entendías.

Nuestra primera gira fue a Suecia, organizada por amigos tuyos exiliados uruguayos, que llevaban -al igual que tú- la tragedia de la patria muy adentro. Sus rostros cansados y tristes, sus hijos desubicados, sus pequeños departamentos…

Dormíamos poco, a veces incluso en el suelo, pero no nos cuestionábamos nada. Tu energía nos llevaba hacia adelante con un poder ciclónico e irresistible.

En los años siguientes, hicimos varias giras por la república mexicana, así como una estancia memorable de un mes en tu natal Uruguay. Disfrutamos muchísimo empezar a conocer y grabar obras como los cuartetos de Grieg, Borodin o Ravel. Y también tuvimos el privilegio de hacer para la UNAM la primera grabación de los cuatro cuartetos de Silvestre Revueltas.

Por cierto, recuerdo la única vez que nos enfrentamos tú y yo. Fue después de un ensayo de Música de Feria de Silvestre Revueltas en el Conservatorio. Tu venías de uno de esos días tan frecuentes en el que hervías de tensiones, mal humor y problemas personales. Hasta que en un determinado momento en el que, harto de tu continuo mal humor y reproches, me encaré contigo. Si bien no recuerdo los detalles de lo que dijimos, sí recuerdo que ahí acabó el ensayo y que fue un momento de mucha tensión.

Pero esa misma tarde nos hablamos por teléfono e hicimos las paces. Nunca se volvió a hablar del asunto, y a partir de entonces los ensayos se volvieron más tersos y hasta cierto punto creo que nuestro cariño mutuo se profundizó.

Tres años después, quiso el destino que la democracia regresara a tu querido país, y que decidieras regresarte a dirigir el SODRE, una posición muy atractiva en lo artístico y económico por lo que optaste (no sin muchos conflictos internos) volver a Uruguay.

Y así fue como después de poco menos de cuatro años, el Cuarteto Latinoamericano se quedó huérfano de primer violín. Afortunadamente Saúl, que recién acababa sus estudios en Israel, decidió integrarse y así continuó esta historia maravillosa, de la cual tu sembraste la primera semilla.

Pienso que el destino fue generoso contigo y con nosotros. Dudo mucho que, si hubieses seguido con nosotros, el Cuarteto hubiera durado más de otro par de años.

Pese a que fuiste un extraordinario pedagogo, violinista y concertino, pienso que la música de cámara no era lo tuyo. Tu personalidad tan fuerte y hasta cierto punto intransigente, aunado a un oído no del todo acostumbrado al diálogo musical, creaba muchos problemas en aspectos musicales de carácter rítmico y de balance.

Además, eras bastante mayor que nosotros, y si bien siempre nos tratamos entre todos como amigos y con mucho respeto, había inevitablemente un cierto ambiente de padre e hijos, que era difícil de ocultar para el público.

Al cabo de los siguientes años nos volvimos a ver varias veces, e incluso hicimos música juntos nuevamente, ya sea en forma de quinteto como invitado del Cuarteto Latinoamericano o en trío con Silvia Navarrete y conmigo.

Ayer que te fui a ver por última vez en el velorio, con un semblante al fin pacífico y relajado, me alegré por ti. Sentí que después de haber pasado por una vida bella, pero muy intensa y huracanada, ya te tocaba descansar.

Me quedan muchas memorias lindas, anécdotas divertidas, pero sobre todo gratitud y un enorme cariño. Descansa en paz, querido Jorge.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sonus litterarum, la literatura del sonido, acerca los textos y contenidos sonoros y académicos al rededor  de le música, entendimiento y estudio.

Síguenos

¡Suscríbete!
Entérate de noticias y recibe notificaciones de publicaciones directo en tu buzón