Kaija Saariaho nació en Helsinki en 1952. Estudió en la Academia Sibelius con el pionero modernista Paavo Heininen. Junto con el también compositor finlandés, Magnus Lindberg, y otros fundó el grupo progresivo «Ears Open«. Continuó sus estudios en Freiburg con Brian Ferneyhough y Klaus Huber, en los cursos de verano de Darmstadt y a partir de 1982 en el IRCAM de París en donde se instaló desde entonces.
En el IRCAM, Saariaho desarrolló técnicas de composición a través de procesos asistidos por computadora y comenzó a trabajar con fluidez con soporte fijo y live electronics. Esta experiencia influyó enormemente en su trabajo orquestal principalmente en el énfasis en densas masas sonoras que se transforman muy lentamente. Significativamente, su primera obra para orquesta: Verblendungen (1984), trabaja el intercambio gradual de los roles entre la orquesta y la cinta. E incluso en los títulos de sus dos siguientes obras orquestales: Du Cristal (1989) y ...à la Fumée (1990) —esta última con solos de flauta alto y cello, ambas con live electronics— sugiere su preocupación por el color y la textura.
Antes de trabajar en el IRCAM, Saariaho aprendió cómo trabajaban los compositores espectralistas franceses, cuyas técnica se basa en el análisis del sonido espectral con la ayuda de la computadora. Este acercamiento analítico la inspiró a desarrollar su propio método para crear estructuras armónicas, así como una detallada notación empleando armónicos, microtonalidad y un continuo sonoro que va desde el sonido puro hasta el ruido; todas estas características se encuentran en su obra más interpretada: Graal théâtre para violín y orquesta o ensamble (1994/97).
Más tarde, Saariaho se concentró en la ópera con un éxito incontestable. L’amour de loin, con libreto de Amin Maalouf basado en una biografía temprana del trobador del siglo XII Jaufré Rude, recibió una aclamación internacional desde su estreno, una producción dirigida por Peter Sellars en 2000 en el Festival de Salzburgo que ganó el prestigioso premio Grawemeyer Award. Compuso también Adriana Mater, con libreto original de Maalouf, en el que mezcla elementos de la actualidad y los sueños. Esta obra fue igualmente dirigida por Sellars en la Opéra Bastille en París en marzo 2006. Y Emilie, ópera y monodrama para Karita Mattila se estrenó en Lyon en marzo de 2010.
Además de óperas, Saariaho escribió otras obras vocales, Château de l’âme (1996), Oltra mar (1999) y el ciclo vocal Watre instants (2002). Y también, el oratorio La Passion de Simone, un homenaje a la vida y muerte de la filósofa Simone Weil, que formó parte del festival internacional «New Crowned Hope» creado por Sellars en 2006/2007. La versión de cámara de este oratorio fue estrenado por La Chambre aux echos en el Bratislava Melos Ethos Festival en 2013.
La experiencia de escribir para las voces implicó una simplificación en el lenguaje de Saariaho con una nueva vena de modalidad melódica y de patrones más regulares y repetitivos. Este cambio de dirección la llevó a escribir obras como Aile du songe para flauta y orquesta de cámara (2001) y Orion para gran orquesta (2002), Notes on Light (2006) para cello y orquesta y Laterna Magica (2008) escrita para Sir Simon Rattle y la Berlin Philharmonic Orchestra, D’Om le vrai sens (2010) escrita para el clarinetista Kari Krikku, Maan Varjot (2013) para órgano y orquesta, entre otras.
Kaija Saariaho tuvo como colaboradores en muchos de sus proyectos a Amin Maalouf, Peter Sellars, al director Esa-Pekka Salonen, a la flautista Camilla Hoitenga, al cellista Ansi Kaartunen, a la soprano Dawn Upshaw y a los pianistas Emmanuel Ax y Tuija Hakkila.
Saariaho recibió muchísimos premios internacionales The Grawemeyer Award, The Wihuri Prize, The Nemmers Prize y en 2011 The Sonning Prize. En mayo 2013 ganó el Polar Music Prize. En 2015 fue jurado del Toru Takemitsu Composition Award.
Esta gran compositora estuvo siempre involucrada en la educación, fue mentora en el Rolex Mentor Protégé Arts Initiative en 2014-2015 y fue maestra residente en UC Berkeley Music Department en otoño de 2015.
En 2012, escribió Circle Map, un encrago de la Royal Concertgebow Orchestra, la Boston Symphony Orchestra, la Gothenburg Symphony Orchestra, la Orchestre National de France, la Royal Scottish national Orchestra y la Stavanger Symphony Orchestra. La pieza está insnpirada en seis poemas de Rumil Estos poemas recitados en persa fueron utilizados como material para la parte electrónica. Circle Map fue estrenada en Amsterdam en el Royal Concertgebow Orchestra dirigida ppor Susanna Mâlkki y la Westergasfabriek Gashouder, en junio 2012.
En 2015, su ciclo vocal True Fire fue estrenada con Gerald Finley con Los Angeles Philharmonic, dirigida por Gustavo Dudamel. Su ópera Only the sound remains, fue estrenada en marzo 2016 en The Durch National Opera. Su concierto para arpa y orquesta Trans fue estrenado en 2016 con Xavier de Maistre la Tokyo Symphony Orchestra dirigida por Ernest Martinez-Izquierdo en el Suntory Hall, Tokiio. En febrero 2017 el Festival Presences de Paris le dedicó la retrospectiva de su trabajo.
En 2022, Kaija Saariaho recibió el premio «Victoires de la Musique Classique 2022» en la categoría de compositor por su ópera Innocence. Esta obra fue una comisión conjunto del Festival International d’Art Lyrique d’Aix-en-Provence, el Royal Opera House Covent Garden, la Finnish National Opera, la San Francisco Opera y la Dutch National Opera. Fue estrenada el 3 de julio de 2022 en el Grand Théâtre de Provence, Aix en Provence bajo la dirección musical de Susanna Mälkki en la dirección y del director de escena australiano Simon Stone.
Se trata de una típica boda en una ciudad cosmopolita en Finlandia actual. La novia es finlandesa, el novio rumano y la suegra francesa. Pero de pronto, durante el banquete de bodas, la mesera checa se siente mal… diez años antes, estos personajes sufrieron un trágico evento. El fantasma revive sus memorias y el trauma, que ocurrió en una escuela. Hay culpa, la pérdida de la inocencia.
Innocence es el resultado del encuentro entre Kaija Saariaho, Aleksi Barrière y Sofi Oksanen que no tienen parangón en su habilidad de forzar la realidad actual confrontándola con el pasado. Innocence —una opera con múltiples historias para solistas, coro y orquesta— es una tragedia contemporánea convertida en obra maestra gracias a la poderosa música y a la mezcla de diferentes idiomas que se entretejen.
A pesar de su enfermedad, Kaija Saariaho no dejó de escribir. Entre sus últimas obras se encuentran las Saarikoski Songs para orquesta, Semafor para ensamble de cámra, Vista para orquesta, el madrigal Reconnaissance, la re-estreno de su primera obra de teatro musical Study of Life, además de la ya mencionada Innocence. Su última obra es el concierto para trompeta Hush que será estrenado el 24 de agosto con Verneri Pohjola en la trompeta y Susanna Mälkki dirigiendo la Finnish Radio Symphony Orchestra.
Kaija Saariaho fue reconocida mundialmente, tanto por especialistas como por el público general, por una música original, hermosa, personal y profunda. Fue admirada en vida y ahora lo será eternamente. Descanse en paz.
Statement from Kaija Saariaho’s family
We are crushed to announce that Kaija Saariaho has passed this morning. She slept away peacefully in her own bed, at home in Paris. As her family, we are issuing this as our sole statement, and request the peace of our time of mourning be respected.
In February 2021, Kaija was diagnosed with a glioblastoma, an aggressive type of brain cancer, found from the onset to be uncurable and lethal. With characteristically strong determination, she fought daily to both slow its growth and live fully. The multiplying tumors did not affect her cognitive faculties until the terminal phase of her illness; they were located in the area controlling her motor skills on the right side of her body, which led to growing difficulties in walking and talking, in turn exacerbated by ensuing falls and broken bones. Kaija’s appearances in a wheelchair or walking with a cane have prompted many questions, to which she answered elusively: following her physician’s advice, she kept her illness a private matter, in order to maintain a positive mindset and keep the focus on her work. Her case should however help raise awareness concerning the nature and detection of brain tumors. It should also highlight the plight of immunocompromised individuals: twice Kaija has contracted Covid in public events where insufficient measures were taken, if at all, to protect the most fragile among us. Her experience as a wheelchair user also made her more aware of the inadequacy of many locations she visited, including cultural venues. All of this she would now want publicized. She also hoped that, through the experimental treatment protocols she underwent at the Pitié-Salpêtrière hospital in Paris, she could, on a small scale, help advance research on conditions such as hers.
Kaija, who was born in 1952 in Helsinki, Finland, died prematurely at the age of 70, but lived a full life. Her early trajectory brought her from the avant-garde music circles of Finland to the European stage between Freiburg, Darmstadt and Paris, giving her the opportunity to contribute to the golden age of computer music, and later integrate a new understanding of harmony and psychoacoustics into the tradition of modern orchestra and opera writing. She achieved universal recognition among her peers and both public and critical success, all while never ceasing to challenge herself to explore new directions.
During the time of her illness, Kaija had the joy of being surrounded by a close circle of faithful friends and collaborators, and even of expanding it. She was involved in many new productions of her music, and in the premiere performances of her latest works: the Saarikoski Songs, the chamber music piece Semafor, the orchestra work Vista, the madrigal Reconnaissance, the re-creation of her first music theatre piece Study for Life, and her acclaimed last opera Innocence. She also did not relent in her commitment to teaching and passing the torch. One of her last endeavors was to lead the jury of an organ composition contest she initiated for the inauguration of the Helsinki Music Centre’s new organ, an instrument she helped fund.
The final months of Kaija’s life were devoted to the completion of her trumpet concerto, HUSH, which will be premiered in Helsinki on August 24th by Verneri Pohjola, with Susanna Mälkkiconducting the Finnish Radio Symphony Orchestra.
Kaija is survived by all of us who loved her and were blessed with her relentless generosity and insightful artistic support. But more importantly, we will all be survived by the bold, sensitive, exploratory music she has created, termed a classic of this century already in her lifetime.
Jean-Baptiste Barrière, composer and multimedia artist, her husband
Aleksi Barrière, writer and director, her son
Aliisa Neige Barrière, conductor and violinist, her daughter
Juan Arturo Brennan
Kaija Saariaho in memoriam
Siempre habrá, en mi memoria y en mi oído interno, un lugar especial para aquel puñado de experiencias musicales indispensables, irrepetibles e inolvidables. Entre ellas, muy arriba en la lista, está una representación de la monumental ópera L’amour de loin de la compositora finlandesa Kaija Saariaho (1952-2023). Una ópera con un texto sublime de Amin Maalouf, sobre una vieja leyenda medieval, en la que se tratan diversas aristas del amor, la distancia, los ideales, el sacrificio y, finalmente, la cruda realidad. Fue en diciembre de 2016, en las tablas del Met de Nueva York, con una puesta en escena deslumbrante, cantantes de altura y una orquesta de primera, dirigida por Susanna Mälkki, compatriota de Saariaho y una de las mejores batutas de la actualidad. La impresión de esa función fue brutal, y se quedó conmigo durante un largo tiempo. Antes de esa noche, había escuchado una docena de obras suyas, en las que encontré una música de cualidades confirmadas por la audición de la ópera: música poderosa, intensa, de una contemporaneidad inconfundible y plenamente asumida, y a la vez expresiva y emotiva, y redactada con una técnica deslumbrante e impecable. Después de esa función, busqué, encontré y escuché numerosas grabaciones de otras obras de Kaija Saariaho, siempre para descubrir mundos sonoros nuevos, siempre para quedar conmovido, de una u otra manera.
El viernes murió Kaija Anneli Saariaho en París, y el mundo ha perdido a una de sus voces musicales más poderosas y elocuentes. Y si Kaija Saariaho fue profundamente elocuente en su música, también lo fue en sus palabras. La primera mejor manera de recordarla y aprender de ella es escuchar su música, mucha música suya, toda su música. La segunda es retomar sus palabras, no menos potentes que sus partituras. En diciembre de 2014 sostuve en Morelia una rica conversación con Saariaho, cuyo resumen apareció en estas páginas. He releído hace unas horas con nostalgia esas palabras suyas, y ahora rescato y retomo dos afirmaciones que me parecen especialmente pertinentes en el momento de su ausencia, que es el momento de una compleja encrucijada cultural y musical en el mundo y en esta nación. Decía Kaija Saariaho recordando las actividades de divulgación que solía desarrollar con sus condiscípulos cuando eran una banda de jóvenes idealistas:
-No creo que nosotros mismos hayamos podido medir las consecuencias, porque apenas éramos estudiantes, pero resulta que fue un grupo bastante especial de estudiantes. Nuestra visión era muy clara, y las limitaciones de nuestra vida musical en ese entonces también eran muy claras. Creo que el hecho de que queríamos traer a Finlandia cosas que sabíamos que existían afuera y organizarlas en nuestro país, provocó muchos cambios más permanentes de lo que hubiéramos podido imaginar entonces. Y creo que algunas de las buenas ideas que tuvimos entonces todavía son buenas el día de hoy. Tocábamos música de Penderecki en un kínder, y hacíamos conciertos en las prisiones. Llevamos música a muchos sitios distintos, y creo que es algo que debería seguir haciéndose.
Y ante una pregunta que le hice entonces sobre un tema que en estos meses ha explotado con inusual potencia, me dijo esto:
-Creo que, si la humanidad ha de sobrevivir, la música también sobrevivirá, y estoy segura que sobrevivirá sin la electrónica y sin las computadoras. La música es básicamente una expresión humana, y hoy abundan los que componen con computadora, y es muy interesante observar hasta qué punto se pueden programar las ideas musicales y qué tan lejos se puede llegar. Hoy en día, de hecho, hay máquinas que pueden componer, así como hay máquinas que lo están haciendo todo en nuestras vidas, pero ello no quiere decir que no estemos dispuestos a hacerlo nosotros mismos o que no queramos comunicar lo que hacemos. Yo misma he escrito música con computadoras, y he pasado muchas horas sentada en salas de concierto en las que no hay intérpretes humanos, sino solamente máquinas. Y es interesante, pero es sólo una opción, y ahí está también la opción humana. ¿Quién sabe lo que ocurrirá en el futuro? No puedo imaginar a la humanidad sin música.
El tránsito de Kaija Saariaho deja un hueco doloroso porque sin duda tenía todavía mucho por decir. Pero deja, también, un importante legado que es indispensable conocer para entender hasta dónde puede llegar la mejor expresión sonora de esta era tan atribulada y conflictiva. No es un dato menor el hecho de que el personaje musical más importante de Finlandia en las últimas décadas haya sido una mujer.
Texto publicado en La Jornada el 3 de junio de 2023. Reproducido con autorización del autor y de La Jornada.
Juan Arturo Brennan
Creo que si la humanidad ha de sobrevivir, la música también sobrevivirá, y estoy segura que sobrevivirá sin la electrónica y sin las computadoras.
Kaija Saariaho
La extraordinaria compositora finlandesa Kaija Saariaho (Helsinki, 1952) es una de las presencias más importantes e influyentes en el mundo musical contemporáneo. Su presencia reciente en la capital michoacana fue sin duda el punto culminante del Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez, durante el cual realizó diversas actividades académicas y atestiguó ejecuciones de cuatro de sus obras en dos de los conciertos del festival, incluyendo el de clausura. Por la mañana del último día del evento, Kaija Saariaho habló para La Jornada.
Sus períodos de aprendizaje están asociados con los nombres de ciertos compositores destacados que fueron sus maestros; primero, Heininen y Lindberg; después, Huber y Ferneyhough; y está también la presencia de los espectralistas Murail y Grisey. En este momento de su desarrollo como compositora, ¿qué huellas hay de ellos en su música?
No creo que haya mucho de su música en la mía, pero en mi técnica de composición ciertamente hay trazas de sus enseñanzas y eso me ha ayudado a encontrar mi propia manera de crear materiales musicales y de pensar en mi música. Y esto proviene no sólo de estos maestros sino de toda la música que he escuchado, y toda la música que me ha gustado. Estoy seguro de que todo ello ha influido en mi propia música. Pero no creo que pueda decirse, por ejemplo, que haya algo en mi música que recuerde a Gérard Grisey o a alguno de ellos. Amo su música y tiene obras fantásticas, pero nunca trabajé de un modo similar al suyo.
¿Cómo diría que su paso por el IRCAM de París cambió su manera de pensar en la materia musical?
Para mí fue realmente una fortuna poder trabajar en el IRCAM cuando aún era una estudiante. Yo quería aprender mucho sobre el sonido, sobre la física del sonido y sobre su comportamiento, qué nos hace escuchar ciertas cosas. Ahí aprendí los datos duros y la ciencia de la música, lo que fue muy útil para mí y encendió notablemente mi imaginación. El conocimiento que ahí adquirí, y mi trabajo en la construcción de sonidos buscando aquellos que pudieran ser interesantes, así como las estrategias para crear sonidos sintéticos, me han sido muy útiles también para mi escritura orquestal. De verdad fue muy importante para mí adquirir ese conocimiento.
Ya que mencionó usted los sonidos sintéticos… hay ciertos ámbitos en la música de hoy en los que se cree, y se practica, que ya no es factible hacer música sin la ayuda de la electrónica y/o de las computadoras. ¿Cree usted que la creación de música puramente acústica está en una encrucijada?
Creo que si la humanidad ha de sobrevivir, la música también sobrevivirá, y estoy segura que sobrevivirá sin la electrónica y sin las computadoras. La música es básicamente una expresión humana, y hoy abundan los que componen con computadora, y es muy interesante observar hasta qué punto se pueden programar las ideas musicales y qué tan lejos se puede llegar. Hoy en día, de hecho, hay máquinas que pueden componer, así como hay máquinas que lo están haciendo todo en nuestras vidas, pero ello no quiere decir que no estemos dispuestos a hacerlo nosotros mismos o que no queramos comunicar lo que hacemos. Yo misma he escrito música con computadoras, y he pasado muchas horas sentada en salas de concierto en las que no hay intérpretes humanos, sino solamente máquinas. Y es interesante, pero es sólo una opción, y ahí está también la opción humana. ¿Quién sabe lo que ocurrirá en el futuro? No puedo imaginar a la humanidad sin música.
Su trabajo es reconocido, entre otras cosas, por su constante colaboración con diversos intérpretes y otros creadores: Camilla Hoitenga, Anssi Karttunen, Peter Sellars. Uno de esos colaboradores es, en mi opinión, uno de los músicos finlandeses más interesantes de nuestro tiempo, Esa-Pekka Salonen, compositor, director, promotor, divulgador. ¿Cómo ha sido su relación con él?
Conocí a Esa-Pekka cuando tenía 18 años, era cornista entonces. De hecho terminó sus estudios de corno antes de terminar el bachillerato, y era claro que se trataba de una persona excepcional. Cuando nos conocimos era un jovencito, y tenía tanta confianza en sí mismo, y yo lo encontraba admirable y gracioso. Creo que con los años se ha convertido en un músico realmente interesante. Es demasiado inteligente como para volverse un completo egomaníaco; creo que mucha gente en su posición ya habría perdido su conexión con el mundo, y de hecho muchos directores ya la han perdido. Esa-Pekka ama su posición de poder, pero creo que la está empleando con mucha sabiduría, y es muy generoso con las generaciones más jóvenes. Trabajar con él es algo excepcional. Dirigió mi primera obra orquestal y conoce muy bien mi música, y siendo él mismo compositor, de verdad la entiende a fondo. Es un músico que nunca mistifica la música, sino que la aprecia de una manera muy concreta, por lo que resulta muy fácil trabajar con él. Siempre hace que las orquestas se sientan cómodas, y por ello los músicos confían en él. En ocasiones es posible tomar en su presencia decisiones relativas al estreno de una obra que sería imposible tomar en otras circunstancias. En una ocasión preparábamos para los Proms de Londres el estreno de mi Concierto para violín Graal Théâter, con Gidon Kremer y en cierto momento del ensayo le dije a Esa-Pekka en finlandés: “Hay algo que no funciona en esta sección, es eterna, creo que he cometido un terrible error aquí”. Entonces Esa-Pekka mandó a la orquesta al descanso y le dije que yo debía quitar al menos treinta compases de esa parte del concierto porque simplemente no funcionaba. Y me dijo: “¡Perfecto, quítaselos! Después de todo, eso es lo que hacía Brahms con frecuencia cuando había demasiada música”. Y después simplemente dio a la orquesta las instrucciones necesarias para omitir esos compases. Es algo que yo no hubiera podido hacer con otro director.
Usted participó en el grupo finlandés de promoción y divulgación de la música nueva Korvat Auki (‘Oídos abiertos’). ¿Cómo definiría la influencia de este grupo en el ámbito musical de Finlandia?
No creo poder medir esa influencia, pero estoy segura de que ha sido una influencia enorme, finalmente. No creo que nosotros mismos hayamos podido medir las consecuencias, porque apenas éramos estudiantes, pero resulta que fue un grupo bastante especial de estudiantes. Nuestra visión era muy clara, y las limitaciones de nuestra vida musical en ese entonces también eran muy claras. Creo que el hecho de que queríamos traer a Finlandia cosas que sabíamos que existían afuera y organizarlas en nuestro país, provocó muchos cambios más permanentes de lo que hubiéramos podido imaginar entonces. Y creo que algunas de las buenas ideas que tuvimos entonces todavía son buenas el día de hoy. Tocábamos música de Penderecki en un kínder, y hacíamos conciertos en las prisiones. Llevamos música a muchos sitios distintos, y creo que es algo que debería seguir haciéndose.
Usted es muy reconocida también por las tres óperas que ha escrito. ¿Hay algún hilo conductor discernible entre las tres mujeres protagonistas, Clémence, Adriana, Émilie, y el personaje central de su oratorio La pasión de Simone?
No creo que haya un hilo conductor, más allá del hecho de que se trata de cuatro mujeres. Empezando por Clémence (El amor de lejos, 2000), cuando Amin Maalouf estaba escribiendo el libreto me di cuenta de que él estaba caracterizando a Clémence como una princesa que era un objeto del deseo, y le dije que yo no quería ese tipo de mujer, sino un personaje realmente vivo; incluso en la última versión del libreto había algunas líneas a las que yo no podía poner música por la manera en que la mujer estaba retratada ahí. Pensé que quizá podía escribir una música diferente a la que podrían escribir algunos de mis colegas hombres, ya que como mujer yo veo a los personajes femeninos de una manera distinta. Después vino Adriana (Adriana mater, 2006), en la que mi idea principal fue la maternidad, y la idea de dos corazones en un solo cuerpo. La idea de Amin fue la violencia, y cómo la violencia nos está cambiando, y entonces reunimos estos dos conceptos. Yo estaba muy preocupada con la maternidad en ese tiempo. Y después está Émilie du Châtelet (Émilie, 2010), quien fue una figura histórica. Creo que yo no pensé en ella exclusivamente como mujer, aunque fue una mujer extraordinaria y murió de parto, murió por ser mujer. Fue una mujer fascinante con todos sus excesos, su pasión y su aguda inteligencia. Respecto a Simone Weil, fue una mujer muy cercana a mí, una personalidad muy emblemática. Me atrajo mucho la combinación de su brillante intelecto y su empatía por los débiles, una empatía que finalmente se convirtió en una enfermedad que la llevó a la muerte. Sí, todas son figuras femeninas, pero como compositora yo no me pienso como mujer, sino como un ser humano que se interesa específicamente en estos seres humanos y trato de ver qué puedo expresar de sus historias con mi música.
¿Cómo ha sido su colaboración con su libretista de cabecera, el escritor libanés Amin Maalouf?
De hecho, fue como un matrimonio arreglado. Yo había leído sus libros, pero nunca pensé que pudiera ser mi libretista. Y él tampoco. Fue una proposición que Peter Sellars le hizo a Gérard Mortier, y ahí empezó todo. Hemos tenido una maravillosa colaboración, pero en este momento no tenemos un proyecto común.
En su opinión, ¿cuál es la clave del evidente éxito de la educación en Finlandia, y específicamente, de la sobresaliente educación musical en su país?
Creo que el éxito radica en haber creado una red nacional de conservatorios en los que la educación musical sea accesible para toda clase de familias y que sea académicamente flexible para permitir el estudio a todo aquel que tenga talento. Es un sistema no tan estricto como los que he experimentado, por ejemplo, en Francia, donde cada estudiante de tal grado debe ejecutar tal pieza de tal manera, etcétera. Creo que en este sentido el sistema finlandés ha sido muy libre, y ahora estoy un poco preocupada por ello debido al intento de unificar la educación musical en toda Europa y elevarla globalmente al nivel universitario. Esto implica la posibilidad de que los estudiantes de música puedan asistir a cualquier conservatorio de Europa para obtener sus licenciaturas y maestrías, pero implica también que es necesario uniformar las reglas y los programas académicos. Creo que esto no es necesariamente bueno en la educación artística.
¿Cuáles son sus proyectos creativos del momento?
Estoy componiendo una ópera, en inglés, titulada Only the sound remains, otro proyecto con Peter Sellars. Es un proyecto muy especial; está basado en dos piezas de teatro Noh y la orquesta sólo tiene siete músicos, así como una importante parte electrónica. Estoy tratando de hacer cosas nuevas en esta ópera; por ejemplo, utilizo por primera vez la voz de un contratenor. Y acabo de terminar un ciclo de canciones para bajo-barítono y orquesta dedicado a Gerald Finley; este será mi siguiente estreno, con la Filarmónica de Los Ángeles.
De las obras de Kaija Saariaho interpretadas en Morelia doy noticia en otro espacio.
Texto publicado en La Jornada el 7 de diciembre de 2014. Reproducido con autorización del autor y de La Jornada.