Celebrar a Mario Lavista con danza es de una lógica impecable.
La vida interna de Mario Lavista (1943-2021) estuvo potentemente habitada por el baile, y de ello quedan varios hitos puntuales. Hay que decir antes que nada que, habiendo sido un artista completo, en el más cabal sentido del término (creador, ejecutante, profesor, promotor) nada del mundo del arte le era ajeno. Es legendaria, por ejemplo, su cercanía con la poesía. Pero no menos intensa era su relación con la danza, específicamente debido a su fascinación por todo aquello que ocurriera sobre las tablas de un escenario. De ahí, de manera paralela, su afición puntual por regiones específicas del repertorio operístico y su pasión por la danza, particularmente la danza moderna y contemporánea. No es casualidad, por ejemplo, que una de sus obras tutelares, que siempre ocupó su pensamiento analítico, haya sido el gran ballet del siglo XX, La consagración de la primavera, de Igor Stravinski. Vale recordar que, hacia los últimos meses de su vida, Mario Lavista coordinó a través de El Colegio Nacional un cuarteto de video-presentaciones de otras tantas versiones de este emblemático ballet. También es posible recordar sus acercamientos indirectos al mundo de la danza; por ejemplo, ¿cómo no iba a conocer y apreciar el trabajo espléndido de Merce Cunningham, si John Cage era uno de sus músicos más admirados?
Mario Lavista habitó la danza y la danza lo habitó a él, y una prueba más de ello es la presencia de algunas obras con referencias dancísticas específicas en su catálogo de composiciones. Así, la Danza isorrítmica, en la que se refiere al mundo sonoro y motriz de la Edad Media, un período cuya música conocía y apreciaba a fondo. Así, la Danza de las bailarinas de Degas, en la que se acerca indirectamente a través del arte visual al enrarecido ambiente del impresionismo y a otros dos de sus compositores tutelares: Claude Debussy y Maurice Ravel. Y para más señas: sus Cinco danzas seculares y sus Tres danzas breves, y varias otras instancias de baile en su trabajo compositivo: aquí un tango, allá un vals, acullá una talea.
Y de importancia no menor, y en una expresión que fue a la vez estrictamente personal y gratamente profesional, está el hecho de que Claudia Lavista, hija del compositor, siguió y ha seguido con persistencia admirable el llamado vocacional de la danza, convirtiéndose al paso del tiempo en una bailarina y coreógrafa de primera línea, dejando entre otras huellas el legado (vivo y activo) de la creación y conducción de la destacada compañía de danza contemporánea Delfos, que co-dirige con Víctor Manuel Ruiz, Y sí, Claudia Lavista ha realizado diseños coreográficos sobre la música de su padre, aunque en sentido estricto, Lavista sólo compuso una obra destinada específicamente a una coreografía de su hija: Divertimento para una bruja. Se trata de una obra creada por ambos para un homenaje a Guillermina Bravo, obra en la que padre e hija trabajaron de manera muy cercana. Y es precisamente Claudia Lavista (quien ha puesto en danza ocho partituras del compositor) quien articula este danzarín homenaje a su padre, partiendo de las consideraciones hasta aquí expuestas, y partiendo también del hecho de que varias obras de Mario Lavista han sido sustento sonoro de diversas coreografías; obras como Reflejos de la noche o Simurg, que inspiraron el trabajo de composición de coreógrafos como Jaime Blanc, Gloria Contreras, Guillermina Bravo, Duane Cochran, y los grupos Forion Ensamble y CEPRODAC.
Ahora, con motivo de este homenaje al compositor que amaba la danza, se reúnen cuatro coreógrafos: Melva Olivas, Víctor Manuel Ruiz, Raúl Tamez, y la propia Claudia Lavista, quienes con la colaboración del Cuarteto Luz Sonora y el flautista Alejandro Escuer construirán un cuarteto de piezas dedicadas no sólo a recordar y celebrar la obra y el legado de Mario Lavista, sino también a enfatizar la cercana relación que tuvo con la danza a lo largo de su vida. El elenco de bailarines del Centro de Producción de Danza Contemporánea (CEPRODAC) darán vida, cuerpo y movimiento a este homenaje coreográfico a Mario Lavista, y los elementos visuales del proyecto serán diseñados por Aurelio Palomino. La realización de estas cuatro coreografías será complementada con la exhibición de estreno de una videodanza titulada Ofrenda, basada en la obra homónima para flauta de pico de Mario Lavista, realizada por Claudia Lavista en colaboración con el cineasta Alexander Dahm durante una reciente estancia en Israel.
Una luz sonora de creación colectiva que iluminará la danza, las danzas de Mario Lavista
Juan Arturo Brennan