La poética de Agustín Lara: otra mirada (1/3)

Rosa Virginia Sánchez

Al final de la década de los años veinte del siglo xx México escuchó las primeras creaciones de un compositor que acabaría por ser uno de los más populares en el ambiente urbano en nuestro país: Agustín Lara.[1]El presente texto, con algunas variaciones, formó parte de un proyecto mayor que coordinó el maestro Aurelio Tello, y que por diversas causas no llegó a publicarse. Las razones de tal popularidad responden, sin duda, a diversos factores que hallamos tanto al interior de su obra como fuera de ella. Ciertamente, la cantidad, variedad y cualidad de sus composiciones son aspectos relevantes: se presume que el compositor fue autor de más de 500 canciones, [2]En esta investigación se logró el registro de 482 canciones, cifra que coincide básicamente con las “poco menos de 500” que apunta T. Évora en El libro del bolero, 2001 (apud. Julio Escamilla, 2009:75). Esta cantidad resultó de la conjunción de datos tomados … Leer más además de varios temas instrumentales y música de fondo destinada al séptimo arte. Sin embargo, existen otros aspectos que deben ser considerados en la valoración de su reconocida trayectoria. En este sentido, hace ya varias décadas el investigador Daniel Castañeda –a raíz de un estudio que hiciera sobre la obra de Lara– apuntó que era necesario emprender investigaciones que conjugaran “una crítica profunda, capaz de valorar técnicamente la producción musical y, a la vez, de explicarla y orientar su contenido desde el doble punto de vista del medio en que se desarrolla y de los procedimientos utilizados por el compositor”. [3]Balance de Agustín Lara. México: Ediciones Libres, 1941, p. 7.

Debido a las características propias de la obra de Agustín Lara, al momento histórico en que tuvo lugar, a la difusión privilegiada en los medios de comunicación de su época, a la interpretación múltiple de que fue objeto y a la recepción e impacto que causó en el público, el doble acercamiento que propone Castañeda resulta el más conveniente.

Son dos los asuntos primordiales que han llamado enormemente la atención de los investigadores con relación a la producción de “el Flaco de Oro”: la evolución del bolero a través de sus composiciones, y el efecto que sus canciones causaron entre la audiencia capitalina desde un primer momento. Hay que recordar que Lara fue un músico popular que, entre otras tantas peculiaridades, pasó del anonimato a la fama de manera vertiginosa en una época en la que México atravesaba por una situación económica, social y política extremadamente difícil. 

Si el objeto de estudio se ciñe a los cambios que el bolero del sureste mexicano –aunque cubano de origen– sufrió en la Ciudad de México a través de la obra de Lara a fines de los años veinte, [4]Cabe mencionar que el bolero, así como otros géneros caribeños, arribaron a la Ciudad de México a principios de los años veinte, y adquirieron un particular brío a raíz de la llegada a la capital de figuras como Ricardo Palmerín y Guty Cárdenas en 1923 y 1926, … Leer más no hay duda: la investigación tendría que centrarse en un análisis técnico y formal tanto de su obra como de los arreglos musicales de las muy diversas interpretaciones de que fue objeto. 

Por otro lado, la popularidad de la obra lírica de Lara ha sido calificada como un verdadero fenómeno social, y es difícil pensar que las razones de tal éxito puedan ser explicadas o entendidas desde una óptica que contemple únicamente la “genialidad” musical de sus composiciones o la osadía de sus letras: se requiere una orientación que vaya más allá de los aspectos intrínsecos de la obra. En este tenor, habría que señalar, entre los principales factores que determinaron la producción de este compositor popular, dos fenómenos. 

Primero, el trabajo de Agustín formó parte de un movimiento musical nuevo que tuvo lugar en los años posteriores a la Revolución mexicana. Las nuevas condiciones sociales requirieron de un modelo de canción diferente al desarrollado sobre la base del romanticismo decimonónico y la tendencia italianizante, pero, al mismo tiempo, la población migrante, recién separada de sus lugares de origen, necesitaba una voz con la cual poderse identificar en ese nuevo medio urbano y moderno.

Segundo, a partir de la década de los años veinte y, muy especialmente, a lo largo de los años treinta –periodo más productivo de Lara–, la música mexicana se benefició, como nunca antes en la historia, de las prerrogativas que proporcionaban los medios de comunicación de la época: la radio, el disco de acetato y el cine, los que, aún siendo incipientes en aquel momento alcanzaron un poder de divulgación enorme al cabo de pocos años. [5]En 1923 se instaló en la capital mexicana la primera radiodifusora de tipo comercial, la CYL, administrada por Raúl Azcárraga, la que más adelante se convertiría en la XEB; pero el verdadero fenómeno radiofónico ocurrió en 1930 con la inauguración de la XEW, … Leer más De estos dos grandes fenómenos se desprenden muchos de los elementos que suscitaron el gran despliegue de la obra de Lara y su rápida aceptación entre el gusto urbano. De cualquier manera, para entender las diversas facetas de la obra de Lara es necesario ubicarse en el contexto político, social y cultural que rodeó al músico-poeta. Recordemos que los años posrevolucionarios en nuestro país se caracterizaron por una gran inestabilidad en el Estado mexicano, un grado de pobreza generalizado, las numerosas y cada vez más frecuentes migraciones a la capital y el consecuente crecimiento demográfico que derivó en una sociedad urbana compleja y sumamente heterogénea en términos culturales. 

El panorama musical urbano de aquella época, particularmente de los años veinte, no resultaba menos complejo: por un lado, se erigía el proyecto cultural nacionalista, que lo mismo abrigaba los sones regionales, que preparaba el terreno para el desarrollo del modelo de canción “mexicanista” y, por otro, tuvo lugar una notable importación de géneros musicales extranjeros, acorde esto a las necesidades de una ciudad cosmopolita como lo era ya entonces la capital mexicana. Estos dos hechos dieron lugar a la yuxtaposición de una amplia y muy variada gama de géneros, que pronto se colocaron en un sitio privilegiado dentro del gusto de la población urbana. De esta manera, sones regionales, canciones mexicanas de estilo arrancherado, tangos, foxtrots, charlestons, danzones, bambucos, claves y boleros, además de los bien conocidos valses y danzas habaneras circularon de manera cotidiana en los teatros de revista, los nuevos salones de baile y los numerosos sitios apropiados para la diversión nocturna, como burdeles, cabarets y cafés bohemios de los años veinte, sitios donde se sabe que el joven Agustín se formó.

Por fortuna, la literatura mexicana cuenta, hoy en día, con un número significativo de estudios que atienden, en mayor o menor medida, tanto aspectos inherentes a la obra de Lara, como algunos de los elementos socio-culturales de la época que influyeron en el desarrollo profesional de este compositor, quien para mediados de los años treinta ya había alcanzado el grado de popularidad que conocemos ahora. [6]Entre los estudiosos que han abordado la obra de Lara en su contexto, sobresalen los trabajos de Carlos Monsiváis, Vanessa Knights y María del Carmen de la Peza Casares; por su parte, Adela Pineda aporta valiosas observaciones con relación a rasgos específicos del … Leer más No obstante, en mi opinión, uno de los aspectos que han sido menos tratados es el literario. Si bien varios de los estudios publicados incluyen en sus líneas algunas observaciones sobre el contenido poético de las canciones de Lara, con frecuencia se cae en generalizaciones o lugares comunes, con una tendencia a conceder mayor importancia al desempeño musical de Lara, sosteniendo, en algunos casos, la idea de que fue “más músico que poeta”, [7]Daniel Castañeda, por ejemplo, al referirse al aspecto formal de la poesía de Lara, afirma que “el compositor musical y el pianista, creadores cada uno de un estilo, son muy superiores al poeta…” (op. cit., p. 82). o bien se enfatiza en el contexto social, a partir del cual la figura de Lara y sus letras aparecen, sin más, como un producto acorde a la época que le tocó vivir. 

En este sentido, el presente escrito pretende acercar al lector a la poesía inherente a las canciones de Lara, si no por primera vez, sí con una mirada diferente que permita revelar algo más de lo que ya se ha dicho. A partir de esta postura se le dará atención también a aquellas canciones que por diversos motivos no fueron tan populares y sobre las cuales, por lo tanto, no se han realizado mayores reflexiones. En ellas esperamos descubrir elementos nuevos que nos permitan explicar parte de la notoriedad de este insigne músico-poeta.


Las canciones de Lara: una producción de límites inciertos


Al hablar de la obra de Agustín Lara suele hacerse hincapié en la extensión y variedad de la misma, como una consecuencia de la enorme capacidad productiva del compositor. Con frecuencia se ha dicho que la obra lírica de Lara asciende a setecientas canciones e, incluso, que llega al millar; él mismo llegó a afirmar que había compuesto más de seicientas. [8]Según una entrevista transcrita por Roberto Ayala en Musicosas, vol. I, 1962, p. 226. Lo cierto es que no es posible determinar una cantidad precisa. Muchas de las canciones que Lara compuso fueron producto de un impulso creativo del momento, de acuerdo con el espíritu libre y espontáneo del músico tlacotalpeño. [9]La polémica sobre la fecha (1897 ó 1900) y lugar de nacimiento (Cd. de México o Tlacotalpan, Ver.) de Lara continúa, a pesar de que diversas investigaciones han localizado documentación probatoria de haber sido en la capital. Aquí se considera Veracruz, por ser … Leer más Como ejemplo, podemos mencionar el caso de Solamente una vez, bolero que Lara compusiera en el transcurso de la noche en que, sorprendido, se enteró de que su amigo, el cantante José Mojica, dejaría la vida artística para unirse a la orden franciscana. Ésta fue, pues, la última canción que este afamado tenor cantó, al lado de Ana María González, como parte del repertorio de la película Melodías de América, que en esos momentos Mojica y Lara estaban rodando en la ciudad de Buenos Aires, en 1942. [10]Pueden verse imágenes de esta interpretación en http://www.youtube.com/watch?v=7zjFeD-TKZ4, y la entrevista en la que José Mojica comenta este suceso, en http://www.youtube.com/watch?v=oXjR8cnoRD4.

Un gran número de canciones que Lara compuso así, de manera espontánea, no corrieron la misma suerte del ejemplo anterior de ser grabadas o impresas y, por lo tanto, no se dieron a conocer, aún cuando llegaron a ser registradas por el autor. Tal es el caso de Al fin, Al mar, Al sol, Al volver a la vida, Alondra, Amar en silencio, Amor de carnaval, Ansia, Aprenderé a olvidar, Boca de corazón, Brindis, Callecita, Casi un ángel, ¡Cómo eres!, Crisantema, Cuando pase tu amor, De mi vida, Desolación, Dolorosa, Duda, El nidito, Engaño, Flores de cafetal, Ingrata, Inquietud, Jardín de amores, Labios fríos, Lejanía, Me da miedo perderte, Miseria, No quiero, Ojos cubanos, Para ti, ¿Por qué me desprecias? y Poco a poco, entre muchas otras canciones que aparecen registradas en la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), o bien anotadas en otras fuentes. [11]En total son 97 los títulos registrados en la sacm y otras fuentes, de canciones de las que no existe grabación conocida. (Cfr. Yolanda Moreno Rivas, Historia de la música popular mexicana. México: conaculta-Alianza, 1979; Pável Granados, op. cit.; “Sociedad de … Leer más Probablemente, algunas de estas canciones corresponden a la etapa juvenil de Lara, cuando se encontraba ocupado abrevando de los géneros que noche tras noche escuchaba en bares y cabarets, época en la que sin recursos para imprimirlas o grabarlas, estas composiciones terminaron perdiéndose en el olvido. Por otro lado, se sabe que algunas de sus canciones fueron registradas más de una vez con títulos diferentes, como sucede con El guayabal o A la sombra del guayabal; En revancha o Revancha; Noche tibia y callada o Noche criolla; Otra vez o Sólo una vez, y otras más de número incierto. El fenómeno anterior, altera de igual manera la cifra total de sus composiciones. En resumen, la cifra de cerca de 500 composiciones líricas, señalada más arriba, no puede ser más que una aproximación.

En cuanto a la distinción que se le confiere a Agustín Lara por la abundancia de su obra, es importante señalar que el ritmo de su producción no fue constante a lo largo de su vida artística. Sin duda, sus años más fecundos se ubican entre 1929 y 1936, según se deduce de la información recabada por Pável Granados: a lo largo de estos años este músico-poeta compuso entre 17 y 27 canciones por año, (a excepción de 1935 y 1936, en que fueron 39 y 15, respectivamente). En los años posteriores a esta época, las canciones de Lara aparecieron de manera bastante irregular hasta 1967 —año de sus últimas obras—, con un promedio de tres a ocho composiciones anuales, en los años cuarente, y de una a seis, en su última etapa (Figura 1): [12]Véase Granados, op. cit., “Índice”, pp. 386-396.

Figura 1

Cabe mencionar que este descenso en la producción de Lara produjo asimismo un declive en el rango de popularidad de sus canciones en la programación radiofónica. A fines de los años 40, Agustín Lara comenzó a perder terreno, y su “hegemonía musical se vio claramente amenazada” frente al éxito rotundo de las canciones del entonces joven compositor José Alfredo Jiménez, como afirma Adela Pineda. [13]Op. cit., p. 9. En la sección “Desfile de éxitos” de la revista Selecciones musicales, puede observarse cómo el nombre de Lara desapareció, a partir de 1949, de las listas de las diez canciones más populares, publicadas mes con mes, mientras que las canciones del gran compositor de rancheras se colocaron rápidamente entre los primeros lugares, permaneciendo ahí por varios años. [14]En septiembre de 1948 dos canciones de Lara figuran todavía entre las más populares: Madrid y Sombras; después, varios años de ausencia total hasta 1953, cuando aparece de manera aislada su bolero Te vendes. A partir de 1950, son las canciones Yo, Ella, La que se … Leer más

Los motivos de la variabilidad en la producción de Lara pueden estar ligados a su trabajo en la radio, el principal medio promotor de sus canciones. Llama la atención que los años de mayor creatividad coinciden con la etapa en que el Flaco de Oro ingresó a la xew, “La voz de la América Latina desde México”. Como se sabe, a los pocos meses de la inauguración de esta emisora –en septiembre de 1930– Agustín ya se encontraba trabajando en ella por invitación de Emilio Azcárraga Vidaurreta. Inicialmente, participó en diversos espacios musicales al lado de su primera orquesta, El son de Marabú; más adelante, tuvo una importante participación en el famoso programa llamado “La hora azul” y, para 1932, el compositor ya contaba con su propio programa, “La hora íntima de Agustín Lara”, espacio radiofónico que le fue ofrecido a su regreso de Cuba, por el propio fundador de la radiodifusora. “La hora íntima de Agustín Lara” permaneció al aire a lo largo de 12 años (1932-1944). [15]En las diferentes fuentes no hay acuerdo en la fecha en que salió al aire este programa, como tampoco en la del llamado “La hora azul”. Lo mismo sucede con los respectivos periodos de emisión. Aquí se considera el registrado en Mi novia la tristeza, de Guadalupe … Leer más

Durante los años en que estos programas fueron transmitidos era común que Lara diera a conocer alguna de sus más recientes obras, ya fuera a través de él mismo o en la voz de artistas jóvenes que en poco tiempo se encontrarían entre sus principales intérpretes. [16]Entre ellos, sobresalen los cantantes Juan Arvizu y Pedro Vargas, de fama ya reconocida, así como jóvenes que iniciaban su carrera, como Toña la Negra, Ana María Fernández, Las Hermanas Águila, Lupita Palomera, María Luisa Landín, Elvira Ríos, Chela Campos y … Leer más La emisión de tres programas de una hora a la semana de “La hora íntima” exigió, al parecer, que el compositor trabajara “a marchas forzadas” durante aquellos años. De esta manera, no resulta extraño que para fines de los años treinta, Lara ya había compuesto la mayor parte de las canciones que lo llevaron a la fama.

Quizás más importante aún sea señalar que la popularidad de Agustín Lara no se relaciona con la cantidad de obras que constituye su cancionero. Dentro de su amplio repertorio, hay algunas canciones que de manera reiterada se registran en diversas fuentes como las “más populares” de este músico-poeta. Estas suman –con variaciones de un documento a otro– las siguientes 28: [17]Los años de composición anotados a lo largo de este escrito se tomaron del cancionero reunido por Pável Granados, quién se basó, primordialmente, en la fecha de la primera grabación localizada por él (op. cit.). En algunos casos, la fecha dada puede ser una … Leer más

1928 | Imposible
1929 | Mujer | Rosa
1930 | Aventurera, Como dos puñales, Santa
1932 | Granada
1933 | Azul, Concha nácar, Hastío, Noche criolla
1934 | Arráncame la vida, La Cumbancha, Oración caribe, Rival, Amor de mis amores
1935 | Escarcha, Farolito, Novillero, Piensa en mí
1936 | Noche de ronda, Veracruz
1941 | Solamente una vez
1942 | Cada noche un amor
1944 | Palabras de mujer
1945 | Humo en los ojos
1946 | María bonita
1948 | Madrid

A los anteriores títulos, habría que añadir otros más que, si bien se mencionan con menor frecuencia, formaron parte también del grupo de canciones favoritas entre la audiencia seguidora de Lara: [18]Como dato curioso, Daniel Castañeda anota las canciones de Lara que fueron calificadas por el público como las mejores, según el resultado de un concurso realizado por tal motivo en 1935: Granada, 1922 votos; Farolito, 1762; Mujer, 1098; Rival, 792; Rosa, 724; … Leer más

1930 | Contraste, Adiós Nicanor, Dime si me quieres
1931 | Cabellera negra, Cuando vuelvas
1932 | Cabellera blanca, Enamorada
1933 | Lamento jarocho, Nadie, Palmera(s)
1934 | La marimba, Janitzio, Piénsalo bien
1935 | Bermellón, Cachito de sol, Cuerdas de mi guitarra, El cisne, Murcia, Valencia
1940 | Españolerías, El organillero
1941 | Pobre de mí
1943 | Silverio
1947 | Pecadora, Revancha
1950 | Por qué negar, Te vendes
1953 | Aquel amor

En términos generales, las 56 canciones anotadas equivalen a las composiciones más conocidas de Lara, aquellas cuya amplia difusión, a partir de principios de los años treinta, se colocaron entre las favoritas del público capitalino a lo largo de tres décadas. Este número, en comparación con un total de 385 canciones grabadas, representa el 14.5% de su producción tangible, y es a este conjunto particular que el compositor jarocho debe, en gran parte, su reconocida fama. Por otra parte, estas cifras denotan que existe un gran número de canciones del músico-poeta que resultan poco o, incluso, nada conocidas.


Agustín Lara: autor de boleros y 21 géneros musicales más


En cuanto a la variedad de la producción musical de Agustín Lara, se puede decir que lo más sobresaliente es la cantidad de géneros que utilizó para vestir sus canciones. Si bien el catálogo de composiciones elaborado en esta pequeña investigación incluye 97 títulos de los cuáles no se ha localizado ninguna grabación ni se cuenta con dato alguno, los 385 ejemplos restantes nos permiten saber que Lara utilizó, por lo menos, 22 ritmos diferentes para acompañar sus canciones, aunque, claro, en proporciones muy desiguales.

Echando un poco atrás la memoria, recordemos que en los años 20 la Ciudad de México contaba con numerosos espacios para la difusión de los muy diversos géneros populares, tanto los mexicanos como los extranjeros que paulatinamente comenzaron a permear nuestro entorno musical en las primeras décadas del siglo xx. En particular, el creciente interés capitalino por el esparcimiento nocturno dio lugar a que se incrementara el número de burdeles, cabarets y cafés bohemios, sitios en los que predominó el gusto por los géneros de carácter bailable, especialmente los recién llegados ritmos caribeños.

Ahí, en esos lugares, Agustín Lara se ganó la vida como pianista acompañante en la etapa inicial de su carrera artística. Y fue ahí, sin duda, donde Lara aprendió, no sólo los géneros por los que siempre mostró una fuerte inclinación, sino también las bases necesarias para el desarrollo del arte de la improvisación pianística, aspecto sobresaliente en su obra: no hay que olvidar que Lara, además de autor de música y poesía, fue intérprete toda su vida, lo que influyó directamente en su estilo de componer. La combinación entre un talento innato y el entorno musical prevaleciente en esos lugares en su etapa formativa fueron determinantes en el desarrollo del estilo que distinguiría a Lara más adelante. Sin embargo, a partir de 1928, año en el que el compositor abandona los prostíbulos para trabajar en el café-restaurante Salambó, el destino profesional del compositor cambió de rumbo diametralmente. A raíz de su amistad con el reconocido cantante Juan Arvizu, Lara logró introducirse en el medio artístico de la época; desde entonces, comenzó a trabajar en cines, cafés y teatros de revista, acompañando frecuentemente a este reconocido artista, también conocido como el “tenor de la voz de seda”. [19]Lara llegó a decir en entrevista que fue Juan del Moral, músico lírico y autor de la letra de varias canciones, a quien debe su entrada al teatro de revista, donde trabajaba como libretista desde 1915. Fue en 1928 cuando contactó a Lara para animarlo a que hiciera … Leer más En este nuevo entorno musical, al lado de artistas afamados, como Guty Cárdenas, Tito Guízar, el Trío Garnica-Ascencio y el propio Juan Arvizu, “el Flaco de Oro” tuvo la oportunidad de conocer a fondo otros muchos géneros, que acabarían por formar también parte de su repertorio.

Es de conocimiento común que el bolero predominó en el gusto y repertorio de Lara; sin embargo, es preciso señalar que el compositor utilizó prácticamente todos los géneros populares en boga durante los años veinte y treinta en el acompañamiento de muchas de sus canciones. El hecho de que el bolero constituyera la base de su obra se debió estrictamente a una decisión propia, porque la sensibilidad y la actitud abierta que este músico mostró siempre le permitieron explorar los más variados terrenos musicales. En uno de los extremos de su producción lírica, podemos constatar, por ejemplo, que para los años cincuenta el compositor conocía ya los elementos necesarios, musicales y literarios, que debían aparecer en las canciones rancheras de esa época; así lo muestran sus composiciones tardías Aquel amor (1953), A poco no (1965) y Se me hizo fácil (1956): [20]Existe duda sobre el año de composición de esta canción. Por el estilo y contenido de la misma es dudoso que Lara la hubiera compuesto en 1937, como lo asienta Granados, basándose en la fecha en la que, al parecer, Lydia Mendoza la grabó por primera vez (op. cit., … Leer más

Aquel amor

Aquel amor que marchitó mi vida;
aquel amor que fue mi perdición,
¿dónde andará la prenda más querida?,
¿dónde andará aquel, aquel amor?

||: Quiera la virgen 
que el recuerdo de mis besos
con amor bendiga;
que me consagre
tan siquiera un pedacito
de su corazón.

Aquel amor que marchitó mi vida;
¿dónde andará aquel, aquel amor? :|| [21]Esta canción aparece en la película Los tres bohemios, de Miguel Morayta (1957), y aunque la interpretación no es buena, vale la pena ver la escena, como testimonio de la adaptación de Agustín Lara a la cinematografía de fines de los cincuenta: un músico … Leer más


Se me hizo fácil

Se me hizo fácil
borrar de mi memoria
a esa mujer
a quien yo amaba tanto.

Se me hizo fácil
arrancar de mí ese llanto,
ahora la olvido
cada día más y más.

La abandoné
porque me fue preciso;
así abandono
un amor que a mí me ofenda.

Voy a buscar 
la mujer que me comprenda,
la otra la olvido
cada día más y más. [22]En la interpretación de Rosita Arenas, al lado de Pedro Vargas, Luis Aguilar y el mismo Agustín Lara en la película aludida, algunos versos han sido adaptados a la voz femenina y al estilo de canto ranchero: a ese hombre infiel (3) / ahora lo quero (7) / porque me … Leer más

Pero Agustín Lara mostró predilección por tres géneros particulares desde los inicios de su carrera –además del bolero, claro está–; éstos fueron el fox-trot, el vals y el tango. Varias de sus canciones más populares llevan como acompañamiento alguno de estos tres ritmos. Lara compuso 32 fox-trots, [23]En las fuentes consultadas se habla de 33, ya que se considera Escarcha como un fox-trot, si bien se trata de un bolero. diecinueva valses y dieciocho tangos. Entre los primeros, encontramos: Alma cancionera, Azul, Cachito de sol, Cerca, Concha nácar, Después, Espera en vano, Fugitiva, Hastío, Puedes irte de mí, Santa, Sola y Tus pupilas. El primer fox-trot que Lara compuso, Junto a ti, data de 1929, y el último, Habana, de 1964. Sin embargo, la mayoría de sus canciones con ritmo de fox-trot corresponden a los años 1933, 1934 y 1935. 

Junto a ti

Como una niña, tu boca jugó con mi tristeza
y, junto a mí, tus ojos aprendieron a llorar.
Cruzó mi canción el raso de tu pureza,
y juntos anhelamos olvidar.

Olvidar, fugitiva ilusión,
que nació dentro del corazón;
enterrar la novela de ayer,
y las flores del instante, recoger.

Bendecir el minuto de amor
en que Dios puso un beso de luz.

Junto a ti me detuve a soñar
y tus ojos aprendieron a llorar.


Cachito de sol

Alma de mi alma, vida de mi vida,
dueña y señora de mi corazón,
dulce tirana, niña consentida,
gota de almíbar, cachito de sol.

Yo no te puedo mentir nunca, nunca,
porque te quiero mucho, mucho, mucho,
alma de mi alma, vida de mi vida,
gota de almíbar, cachito de sol.


Fugitiva 

Un juramento que fue promesa fugitiva,
una mirada que fue mentira,
un panorama que fue como una pincelada
que dio a la tarde transparencia de organdí.

Jugo de rosas que Dios regó por tus caminos,
labios divinos que yo besé,
sólo quedó de la tarde y de tu juramento
la fugitiva sensación de un beso
que no ha de volver.

El tango, al igual que el fox-trot, era un género que se hallaba en efervescencia en la Ciudad de México en los años veinte, y Lara no se mostró impasible ante este hecho. Todo lo contrario, desde época muy temprana comenzó a cultivar este género, especialmente durante el periodo que va de 1928 a 1935. No obstante, a pesar de la innegable deferencia que el compositor mostró hacia este género, en la década de los años 30 ya los tangos mostraban un descenso en el gusto popular, y así, sus composiciones de aire argentino figuran entre las menos conocidas, con una excepción: el popularísimo Arráncame la vida. Por otro lado, fueron muy pocos los cantantes que llegaron a interpretarlos. [24]Algunos de los tangos que aquí se anotan fueron grabados exclusivamente por la actriz y cantante argentina Libertad Lamarque. Posiblemente, esto se deba, al menos en parte, a la longitud de sus letras (la mayoría se componen de cuatro, cinco, seis y hasta más estrofas, por lo regular de arte mayor). [25]Arte mayor. Así se denominan los versos de nueve sílabas en adelante.

Además del tango mencionado, Lara compuso: Adiós, Bonita, Canalla, Carita de cielo, Cómo te extraño, Con ganas de perder, Consejo, El cofre (Cartera vieja), De noche, Latido, Lejos, Lo de siempre, Mentira, No tengo la culpa, Noche de tango, Reproche y Sintiendo una pena.

Lejos

Ahora,
que pone la distancia
su velo de recuerdos
separando a los dos;


ahora,
que la terrible duda
salpica de nostalgia
el corazón;

ahora,
que lejos se ha quedado
lo que para mi vida
era como una flor


blanca,
toda llena de armonía,
llena de melancolía,
como yo.

Lejos, lejos se ha quedado el amor mío,
cuándo, cuándo, cuándo lo volveré a ver;
nunca, nunca quisiera perderlo;
preferiría perder la vida
que olvidar a esa mujer. [26]Este verso se adapta a la voz femenina en la versión de Libertad Lamarque: “…olvidar a ese querer”.


Lo de siempre 

Cuando empezaba ya a bailar 
a un milonguero conocí
que mi destino había de marchitar:
a sus caricias me entregué,
de sus palabras me confié
y a poco vi que empezaba a fallar.

Puse mis sueños en su amor
que parecía avasallador,
sin ser más que un mezquino amor vulgar,y en poco tiempo su traición
manchó mi vida de rencor
y quedó mi alma llena de pesar.

Amigazo,
déjeme que le cuente
la historia doliente
de mi muerta juventud.

Compañero,
tanto mal me ha hecho
que siento en mi pecho
muchas ganas de llorar.

De su camino nada sé,
aquel engaño perdoné
y no hay rencor ni pena ni dolor,
que al fin con otra ha de pagar
y aquella infamia ha de lavar
con llanto de su ingrato corazón. [27]Esta transcripción corresponde a la versión interpretada por Libertad Lamarque, que difiere mucho de la registrada por Pável Granados (op. cit., p. 345). En la voz de la cantante, por ejemplo, se omite una estrofa.

El vals fue otro género que, a pesar de su longevidad, gozaba de gran popularidad todavía en los años veinte, treinta y cuarenta del siglo pasado. [28]Como se sabe, el vals llegó a México desde principios del siglo xix, donde se acomodó, primero, entre la clase burguesa; más adelante, hacia mediados de ese siglo, los valses proliferaron y, en poco tiempo, llegaron a ser del dominio y gusto popular. Sin duda, fue de los géneros preferidos de Agustín Lara, y, a diferencia de lo que sucedió con sus tangos, varias de sus canciones a ritmo de vals figuran entre las más populares de su cancionero. La mayoría de sus valses corresponden –igual que los tangos– a un periodo temprano: Muchacha, Cariñito, Cortesana, A la sombra de un guayabal, Ventanita colonial, Janitzio, La marimba, Rival, Súplica, Bermellón, Corazón de seda, El príncipe vals, Farolito, Monterrey y Noche de ronda fueron compuestos entre 1929 y 1936, mientras que Bola negra, Casablanca, María bonita y Amor fatal son obras aisladas de años posteriores. 

Muchacha 

Dulce visión que al corazón
al fin llegó a conmover:
eres cristal, miel de panal
y esperanza en mí querer.

Muchacha, muchacha,
eres frágil visión de amor;
muchacha, tus rizos
son rubios como luz de sol.

Tu boca de fresa, 
promesa de ardiente pasión,
que besa, muchacha,
y no sabe lo que es amor.


Cortesana 

En tu abanico hecho de luna
puse mi corazón;
en los encajes de la fortuna
vino la decepción.

Tu figurita de porcelana
de pronto se animó,
y con andares de cortesana
hasta mí se acercó.

Princesa de miel,
muñeca de luz,
magnolia de suave matiz;
olor de clavel,
sabor de París,
marquesa de la flor de lis.

Tus ojos, promesas lejanas,
son fuego de hogueras paganas.

Princesa de miel,
tus labios en flor
sin besos se mueren de amor.

Además del bolero y los tres géneros mencionados, Agustín Lara utilizó para el acompañamiento de sus canciones –hasta donde se puede determinar con la documentación existente– los siguientes ritmos: claves, pasodobles, canciones mexicanas, danzonetes, chotises, marchas y, en menor medida, caprichos, jaranas, pasillos, jarabes, huapangos, mazurcas, cuplés, rumbas, jotas, polcas, corridos y pasacalles. La siguiente imagen pude dar un panorama de la proporción correspondiente a cada uno de los géneros señalados (Figura 2): [29]Sobresale la interpretación de Alfonso Ortiz Tirado; se sugiere escucharla en: https://www.youtube.com/watch?v=anrCQ8beMpY.

Figura 2

Como puede observarse en la gráfica anterior, los boleros constituyen el 50.3% del total de la producción lariana, lo cuál no es una sorpresa para nadie; lo que sí resulta significativo es que prácticamente la mitad de la producción lírica de Lara se acompaña de ritmos diferentes al bolero, rasgo al que se le ha puesto poca atención.

En cuanto al género musical más fecundo de su obra, la documentación existente indica que Agustín Lara escribió alrededor de 135 boleros a lo largo de su carrera: desde Imposible y Orgullo, compuestos en 1928, hasta Tengo ganas de un beso, de 1959. Como ya se dijo más arriba, los géneros caribeños –que llegaron a la capital en la década de los años veinte, después de su paso por el Puerto de Veracruz o el Sureste del país– ejercieron una profunda influencia en el gusto de Lara en su juventud, cuando todavía era un modesto pianista que se ganaba la vida tocando en burdeles. En aquella época, una de las canciones de raigambre yucateca que llegaron hasta esos sitios nocturnos fue Nunca, de Guty Cárdenas, uno de los más destacados representantes de la trova yucateca, quién arribó a la Ciudad de México en 1926. El éxito de Nunca fue rotundo, según palabras del propio Lara, quién llegó a afirmar que esa canción, en ritmo de clave, fue la que inspiró el primer bolero que lo colocó en el camino a la fama: Imposible. [30]Cabe mencionar que Imposible fue la primera canción conocida por el público –enfatiza el propio Agustín Lara en entrevista con el bachiller Álvaro Gálvez y Fuentes–; “Antes hice otras –nos dice–; esta fue realmente la primera canción que yo hice, ¿eh?: … Leer más

Por ese tiempo [1927] estaba de moda la preciosa canción de Guty Cárdenas Yo sé que nunca y yo la tocaba en el piano, noche a noche, en un cabaret. Todos los concurrentes al cabaret me la pedían, ebrios de entusiasmo y de copas; y yo, en verdad, quería tocarla casi siempre, sin descanso. Era tanta mi pasión por Yo sé que nunca, que llegó a sugerirme mi canción Imposible, la primera con la que trascendí al público, después de vencer una timidez que era un suplicio… [31]Tomado de “Una canción de Lara ‘Yucanista’…”, de Mario Bolio García, promotor, historiador y productor de la canción yucateca y autor del libro “La Canción Yucateca, su historia y sus creadores”. Véase en … Leer más

Es así como germina la primera semilla de lo que se convertiría, poco más adelante, en el bolero urbano de nacionalidad mexicana.

Referencias

Referencias
1 El presente texto, con algunas variaciones, formó parte de un proyecto mayor que coordinó el maestro Aurelio Tello, y que por diversas causas no llegó a publicarse.
2 En esta investigación se logró el registro de 482 canciones, cifra que coincide básicamente con las “poco menos de 500” que apunta T. Évora en El libro del bolero, 2001 (apud. Julio Escamilla, 2009:75). Esta cantidad resultó de la conjunción de datos tomados de diversas fuentes, entre las que sobresalen: la serie de canciones del compositor registradas en la Sociedad de Autores y Compositores de México (462 registros) y el significativo cancionero editado por Pável Granados en 2008: Agustín Lara. Canciones. Investigación y edición de Pável Granados. México: Océano (435 registros). Sin embargo, hay que aclarar que, de este total registrado, sólo se tiene noticia de la grabación de 385 canciones.
3 Balance de Agustín Lara. México: Ediciones Libres, 1941, p. 7.
4 Cabe mencionar que el bolero, así como otros géneros caribeños, arribaron a la Ciudad de México a principios de los años veinte, y adquirieron un particular brío a raíz de la llegada a la capital de figuras como Ricardo Palmerín y Guty Cárdenas en 1923 y 1926, respectivamente.
5 En 1923 se instaló en la capital mexicana la primera radiodifusora de tipo comercial, la CYL, administrada por Raúl Azcárraga, la que más adelante se convertiría en la XEB; pero el verdadero fenómeno radiofónico ocurrió en 1930 con la inauguración de la XEW, “La voz de la América Latina desde México”, espacio privilegiado para la difusión, nacional e internacional, del trabajo de compositores e intérpretes nacionales, quienes a su vez “se convirtieron en factor importantísimo e indispensable en la continuidad de este prodigioso medio de divulgación” (Juan S. Garrido, Historia de la música popular en México [1896-1973]. México: Editorial Extemporáneos, 1974, p. 67). Por otro lado, en 1931, con el estreno de la película Santa, del español Antonio Moreno –con música de Lara, por cierto–, da inicio formal el cine sonoro en México, el cuál, como se sabe, fue otro medio que dio un gran impulso a muy variados géneros líricos urbanos: la canción campirana, la canción romántica de influencia italiana, la canción ranchera, el huapango urbano, la canción revolucionaria, el son regional adaptado a la audiencia citadina y, por supuesto, el bolero.
6 Entre los estudiosos que han abordado la obra de Lara en su contexto, sobresalen los trabajos de Carlos Monsiváis, Vanessa Knights y María del Carmen de la Peza Casares; por su parte, Adela Pineda aporta valiosas observaciones con relación a rasgos específicos del bolero de Lara, que paulatinamente lo fueron alejando de la versión tradicional de la trova yucateca (Adela Pineda, “La evolución del bolero urbano en Agustín Lara”, Heterofonía 102-102, 1990).
7 Daniel Castañeda, por ejemplo, al referirse al aspecto formal de la poesía de Lara, afirma que “el compositor musical y el pianista, creadores cada uno de un estilo, son muy superiores al poeta…” (op. cit., p. 82).
8 Según una entrevista transcrita por Roberto Ayala en Musicosas, vol. I, 1962, p. 226.
9 La polémica sobre la fecha (1897 ó 1900) y lugar de nacimiento (Cd. de México o Tlacotalpan, Ver.) de Lara continúa, a pesar de que diversas investigaciones han localizado documentación probatoria de haber sido en la capital. Aquí se considera Veracruz, por ser la entidad que el músico defendió como su lugar de origen y por ser parte del mito que se ha forjado alrededor de su vida.
10 Pueden verse imágenes de esta interpretación en http://www.youtube.com/watch?v=7zjFeD-TKZ4, y la entrevista en la que José Mojica comenta este suceso, en http://www.youtube.com/watch?v=oXjR8cnoRD4.
11 En total son 97 los títulos registrados en la sacm y otras fuentes, de canciones de las que no existe grabación conocida. (Cfr. Yolanda Moreno Rivas, Historia de la música popular mexicana. México: conaculta-Alianza, 1979; Pável Granados, op. cit.; “Sociedad de Autores y Compositores de México. Biografías. Repertorio de Agustín Lara”: https://www.sacm.org.mx/Informa/Biografia/08017, y “Lara Songs. Discography”: https://global.oup.com/us/companion.websites/9780199892457/pdf/Woodii_Larassongs.pdf). 
12 Véase Granados, op. cit., “Índice”, pp. 386-396.
13 Op. cit., p. 9.
14 En septiembre de 1948 dos canciones de Lara figuran todavía entre las más populares: Madrid y Sombras; después, varios años de ausencia total hasta 1953, cuando aparece de manera aislada su bolero Te vendes. A partir de 1950, son las canciones Yo, Ella, La que se fue, Cuando el destino, Tu recuerdo y yo, La traidora, etc., de José Alfredo Jiménez, las que dominan el gusto capitalino (Roberto Ayala: op. cit., pp. 209-314 y ss.).
15 En las diferentes fuentes no hay acuerdo en la fecha en que salió al aire este programa, como tampoco en la del llamado “La hora azul”. Lo mismo sucede con los respectivos periodos de emisión. Aquí se considera el registrado en Mi novia la tristeza, de Guadalupe Loaeza y Pável Granados, México: Océano, 2008, pp. 26 y 281.
16 Entre ellos, sobresalen los cantantes Juan Arvizu y Pedro Vargas, de fama ya reconocida, así como jóvenes que iniciaban su carrera, como Toña la Negra, Ana María Fernández, Las Hermanas Águila, Lupita Palomera, María Luisa Landín, Elvira Ríos, Chela Campos y Alejandro Algara.
17 Los años de composición anotados a lo largo de este escrito se tomaron del cancionero reunido por Pável Granados, quién se basó, primordialmente, en la fecha de la primera grabación localizada por él (op. cit.). En algunos casos, la fecha dada puede ser una aproximación, como parece ser el caso de Mujer y Rosa, que según el propio autor fueron compuestas un año antes de lo que aquí se indica, en 1928 (véase en Internet: “Agustín Lara. Homenaje sonoro. Acervo histórico del imer. Programa 2”), o Solamente una vez, que parece haber sido compuesta en 1942, como ya se apuntó más arriba.
18 Como dato curioso, Daniel Castañeda anota las canciones de Lara que fueron calificadas por el público como las mejores, según el resultado de un concurso realizado por tal motivo en 1935: Granada, 1922 votos; Farolito, 1762; Mujer, 1098; Rival, 792; Rosa, 724; Enamorada, 576; Marimba 443; Bermellón, 391; Arráncame la vida, 376; Murcia, 344; Oración Caribe, 335, etc. (op. cit., p. 120).
19 Lara llegó a decir en entrevista que fue Juan del Moral, músico lírico y autor de la letra de varias canciones, a quien debe su entrada al teatro de revista, donde trabajaba como libretista desde 1915. Fue en 1928 cuando contactó a Lara para animarlo a que hiciera la musicalización de una revista especial donde se lucieran sus canciones. Según esta versión, la primera revista de Lara se llamó Cachitos de México, y en ella se presentaron las canciones Mujer, Rosa, Palomita y Caminante, bajo la producción de Roberto Soto. (Datos tomados de la entrevista que Francisco Javier Camargo le hizo a Agustín Lara, resguardada en el imer: inter-1).
20 Existe duda sobre el año de composición de esta canción. Por el estilo y contenido de la misma es dudoso que Lara la hubiera compuesto en 1937, como lo asienta Granados, basándose en la fecha en la que, al parecer, Lydia Mendoza la grabó por primera vez (op. cit., p. 240); por su parte, Yolanda Moreno ubica su origen en 1963 (op. cit., p. 158), lo cuál es erróneo, ya que esta canción aparece en la película Los chiflados del rock’n roll, de 1956. Ante la incertidumbre, aquí consignamos el año de esta película.
21 Esta canción aparece en la película Los tres bohemios, de Miguel Morayta (1957), y aunque la interpretación no es buena, vale la pena ver la escena, como testimonio de la adaptación de Agustín Lara a la cinematografía de fines de los cincuenta: un músico cantando en la cantina con el ya clásico acompañamiento de mariachi; véase en: https://www.youtube.com/watch?v=cFYCLhuZz7I), al lado de Pedro Vargas y Luis Aguilar.
22 En la interpretación de Rosita Arenas, al lado de Pedro Vargas, Luis Aguilar y el mismo Agustín Lara en la película aludida, algunos versos han sido adaptados a la voz femenina y al estilo de canto ranchero: a ese hombre infiel (3) / ahora lo quero (7) / porque me jué preciso (10) / que así abandono (11), etc. Véase en https://www.youtube.com/watch?v=WPNDrOh_rx8.
23 En las fuentes consultadas se habla de 33, ya que se considera Escarcha como un fox-trot, si bien se trata de un bolero.
24 Algunos de los tangos que aquí se anotan fueron grabados exclusivamente por la actriz y cantante argentina Libertad Lamarque.
25 Arte mayor. Así se denominan los versos de nueve sílabas en adelante.
26 Este verso se adapta a la voz femenina en la versión de Libertad Lamarque: “…olvidar a ese querer”.
27 Esta transcripción corresponde a la versión interpretada por Libertad Lamarque, que difiere mucho de la registrada por Pável Granados (op. cit., p. 345). En la voz de la cantante, por ejemplo, se omite una estrofa.
28 Como se sabe, el vals llegó a México desde principios del siglo xix, donde se acomodó, primero, entre la clase burguesa; más adelante, hacia mediados de ese siglo, los valses proliferaron y, en poco tiempo, llegaron a ser del dominio y gusto popular.
29 Sobresale la interpretación de Alfonso Ortiz Tirado; se sugiere escucharla en: https://www.youtube.com/watch?v=anrCQ8beMpY.
30 Cabe mencionar que Imposible fue la primera canción conocida por el público –enfatiza el propio Agustín Lara en entrevista con el bachiller Álvaro Gálvez y Fuentes–; “Antes hice otras –nos dice–; esta fue realmente la primera canción que yo hice, ¿eh?: Tú no sabes el mal que me has hecho / ni comprendes mi amargo penar / me dejaste un puñal en el pecho / y en el alma, continuo llorar. // Tú no sabes, mi niña querida…”, relata el músico(véase inter-11).
31 Tomado de “Una canción de Lara ‘Yucanista’…”, de Mario Bolio García, promotor, historiador y productor de la canción yucateca y autor del libro “La Canción Yucateca, su historia y sus creadores”. Véase en http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=1&idTitulo=199499.

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