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[11] TRIBU y su Caminar por el México Profundo 

Ángel Agustín Pimentel Díaz

Ángel Agustín Pimentel Díaz

TRIBU, agrupación a la cual pertenezco, es un grupo musical barrial de la Alcaldía Iztacalco en la Ciudad de México. Inició su trabajo a finales de los años sesenta, en una actividad que debió de ser efímera, pero por afortunadas circunstancias del destino continúa hasta la fecha. En 1973 decidimos constituirnos en un grupo estable. El quehacer musical fue dictado por la intuición y la vocación, más que por la idea del éxito económico o la popularidad. Nuestra historia es predominantemente una experiencia etnomusicológica que nos llevó a buscar, conocer y abrevar en lo que podemos llamar la música del México Profundo, para lo cual fueron fundamentales, como estrategia y herramientas metodológicas de acercamiento, la etnomusicología, y la arqueología; por lo tanto es también la historia de una experiencia Arqueo-etnomusicológica. Aquí de manera muy breve les comparto los azahares del viaje

¿Qué es el México Profundo y qué es la Arqueo-etnomusicología?

El antropólogo Guillermo Bonfil Batalla publicó en 1987 un libro titulado “México Profundo. Una civilización negada”,[1]Bonfil Batalla, Guillermo 1987 y Ferrer, León, Jesús Jáuregui et al 1993, PP: 167-182. en el que habla de su convicción de que en México se detectan, desde el momento de la Conquista, dos realidades cuya coexistencia explica el presente. Por un lado, un México imaginario cuyo modelo es reproducción de los patrones civilizatorios europeos, promovido históricamente, por lo que Bonfil considera una minoría, cuyo proyecto ha sido dominante y en consecuencia excluyente y negador de la civilización mesoamericana”.[2]Ferrer et al, P. 168.

“La diversidad cultural de México se explica entonces por la presencia de dos civilizaciones que «ni se han fusionado para dar lugar a un proyecto civilizatorio nuevo, ni han coexistido en armonía fecundándose recíprocamente»[3]Ferrer et al, P. 168.

Ocultar e ignorar el rostro del indio es sólo la consecuencia más visible del enfrentamiento entre la civilización mesoamericana y la occidental cristiana”.[4]Ferrer et al, P. 168.

“México profundo expresa un fenómeno que afecta a todas las naciones modernas, ya que la forma estado-nación nunca ha logrado integrar por completo las diversas etnias que, por motivos históricos, coexisten en un territorio dado. Pero una vez planteada esta referencia general, cabe detenerse en las variantes locales de la cuestión”.[5]Ibid., P. 168.

“En nuestro país la «nacionalización» de la sociedad —es decir, la subordinación de regiones y etnias heterogéneas— se estrella contra la obstinada permanencia de grupos que conservan estilos étnicos alejados de los patrones europeos”.[6]Ferrer et al,169 Según Bonfil Batalla, “desde el punto de vista antropológico, se debe demostrar la vigencia de la civilización mesoamericana en la actualidad”.[7]Ibid., p. 170. Su argumento plantea que, «Pese a la larga historia de dominación y a las transformaciones impuestas a las culturas de estirpe mesoamericana, los pueblos indios de México permanecen y forman el sustrato fundamental del México profundo».[8]Bonfil, 1987:187. Para Bonfil la diversidad del México no indio no corresponde «a variantes o subculturas de una misma civilización»,[9]Ferrer et al,169:73. sino a las diferencias culturales «horizontales» (regionales, por una parte, citadinas y rurales, por otra) como a las diferencias «verticales» (estratos y clases).[10]Bonfil, 1987:173 

“No existe una cultura [indígena] unificada sino un conjunto heterogéneo de formas de vida disímiles y aun contradictorias, que tienen como una de sus causas principales la manera diferente en que cada grupo se ha relacionado históricamente con la civilización [occidental].[11]Ibid., p. 173. …la religiosidad popular (incluso) no es un fenómeno exclusivo de Mesoamérica y que, desde el siglo XVI, la vertiente popular del cristianismo peninsular se hizo presente en América”.[12]Ibid., p. 174.

“De ese modo Bonfil batalla construye un modelo con dos polos, el México profundo y el México imaginario”.[13]Ibid., p. 177.

Se ha cuestionado en varias formas el trabajo de Bonfil Batalla, pero me parece que funciona y es útil por recordarnos que la población es diversa con una multitud de expresiones culturales, que incluyen la música, el canto y la danza, entre muchas otras, en poner atención que existe la diversidad y debe ser apreciada y validada para los fines de percibir un cúmulo de expresiones culturales subalternas, que son  soslayadas por las instituciones culturales y los medios masivos de difusión pero que cuando te topas con ellas son dignas, y deben ser consideradas y difundidas, tanto como las otras que son privilegiadas por el “México Imaginario”, imaginario en el concepto, pero que predomina en todos los ámbitos.  

En lo referente a las expresiones musicales, a nosotros, los integrantes de TRIBU, nos atraían muchas estas expresiones, incluidas las de otras culturas del mundo, cuando teníamos oportunidad de apreciarlas. 

En 1974 me gradué como Cirujano Dentista en la UNAM, pero la inquietud de la música y por el tipo de trabajo que a la par que ejercía la odontologia, en el año 1976 me inscribí en la Escuela Nacional de Antropología e Historia con el fin de estudiar antropología y enfocarme en la música.

Al año cuando mis compañeros de TRIBU, terminaron sus estudios de bachillerato decidieron estudiar música en la UNAM, y al asistir a la entrevista vocacional que demanda la institución expusieron sus motivos, y les informaron que lo que ellos habían estado haciendo, como ir a las comunidades indígenas, rurales, campesinas y urbanas en varias partes del país, también lo que escuchábamos por la radio, discos y casetes, música de otras culturas del mundo, música popular, folclórica, indígena, incluso, música académica occidental, tratando de entender esas manifestaciones, sus instrumentos musicales, los motivos y observar los diferentes contextos en que se producían y ejecutaban, correspondía al terreno de la etnomusicología. Este era un término nuevo para nosotros, y que los docentes definieron como Antropología de la Música. Y justamente, como ya lo mencioné, yo estaba estudiando el tronco común de la Escuela Nacional de Antropología e historia, con el fin de estudiar antropología y enfocar a la música, así que me agregué a los compañeros y fuimos parte del grupo piloto de la UNAM para incorporar la Etnomusicología dentro de sus planes de estudio.

¿Qué es la Etnomusicología?

La etnomusicología, término propuesto por  el académico holandés Jaap Kunst (1891-1960), trata del estudio de la música en su contexto cultural: es decir es la antropología de la música. Aunque, los orígenes de esta disciplina datan de finales del siglo XIX, inicialmente nombrada Musicología Comparativa, esto por que como la musicología jerarquiza la música de la cultura occidental, se hacía necesaria una disciplina que observará la música en general como actividad de la humanidad.

La etnomusicología se distingue por su metodología, además de su objeto de estudio. Involucra el apoyo de herramientas metodológicas esenciales como el trabajo de campo y la etnografía. De manera más amplia, podemos decir que la etnomusicología es el estudio de la música del mundo. Combinando aspectos del folclore, la música étnica, la música popular, la psicología, la antropología cultural, y la musicología convencional. En sus inicios, esencialmente estaba limitada al estudio de la música no perteneciente al Occidente, en contraste al estudio del arte musical que hasta entonces había sido el enfoque para la musicología convencional. A través del tiempo, la definición se amplió para estudiar todas las músicas del mundo.

Los etnomusicólogos observan la música  más allá de lo estrictamente artístico. Se asocia a la música con una cultura, se observa la música como cultura y como un reflejo de ella​. Suele afirmarse que la etnomusicología es la etnografía o la antropología de la música. Se trata de la investigación de la música desde una visión etnográfica, antropológica e incluso sociológica. Se han encontrado otros aspectos importantes que observar como la función que cumple en la sociedad que la práctica. Por ello es importante el trabajo de campo.​

Actualmente en México, la Universidad Nacional Autónoma de México ofrece esta carrera profesional. Los estudiantes realizan investigación documental, de campo y de gabinete; su trabajo ayuda a crear conciencia social del papel fundamental que tienen las diversas expresiones musicales en la conformación de la identidad nacional y de una sociedad que respete las diferencias culturales.

Hacen grabación en audio y video, entrevistas y aplican técnicas de análisis musical.

La manera de concebir la música y los instrumentos musicales es muy amplia e incluyente, lo mismo que la manera de analizar los sonidos y sus secuencia para lo cual utiliza micro tonos, en este caso, el cent (centavo o centésimo), equivale a una centésima de semitono temperado occidental. En acústica, todas las divisiones de intervalos se hacen de forma logarítmica. En etnomusicología es la menor unidad empleada para medir intervalos musicales.

El concepto de música es incluyente, así por ejemplo John Blacking ha definido la música como “sonido humanamente organizado”. Buscando relaciones entre los patrones de conducta humana y los patrones de sonido producidos como resultado de la interacción de una organización. La producción de los patrones de sonido en algunos casos depende, primero, de la continuidad de los grupos sociales que la ejecutan y, en segundo lugar, de la forma en que los miembros de esos grupos se relacionan entre sí.” 

Según sus propias palabras, “una canción popular africana no tiene porque ser menos intelectual que una sinfonía europea, pues su compositor fue más allá de los límites de su cultura, creando una forma nueva y poderosa de expresar con sonidos su visión del desarrollo humano”.[14]Blacking, John ¿Qué tan musical es el hombre? Desacatos, núm. 12, otoño, 2003, pp. 149-162.

Respecto a los instrumentos, el etnomusicólogo los estudia y clasifica a partir del medio por el cual producen sonido, con lo cual se puede incluir cualquier instrumento u objeto sonoro que sea utilizado como instrumento musical, así Curt Sachs y Hornbostel utilizaron cuatro familias, Idiófonos, aerófonos, membranófonos y cordófonos a los cuales posteriormente se les han agregado otros como los cordófonos y los electroacústicos y los electrófonos. En principio cualquier objeto que produzca sonido puede servir como instrumento musical. Por lo que podemos decir que un instrumento musical es un objeto usado o construido con el propósito de producir sonidos para tocar música, aunque queda claro que algunos han ido evolucionando y perfeccionándose a lo largo de la historia y son utilizados de forma tradicional por músicos de distintos lugares del mundo para expresar música.

La etnomusicología también explora ámbitos novedosos como es el caso de la Sonosfera, que se puede definir como la capa de la atmósfera, la hidrósfera y la litósfera, por donde el sonido se transmite en escala de audibilidad normal. Se ha observado que en muchos trabajos considerados como musicales la sonosfera influye, incluso se integra o se reproduce. 

Dentro de esta idea también las estructuras construidas o modificadas por el ser humano pueden ser tomadas en cuenta, dando lugar a lo que se ha nombrado la acústica. En la arquitectura se relaciona con mejorar la calidad del sonido en los espacios interiores y exteriores. Puede ser una expresión cultural o bien un campo de la arquitectura. 

Absolutamente todos los materiales de construcción tienen propiedades acústicas. Por ese motivo  pueden absorber, reflejar o transmitir los sonidos que logran alcanzar. Cuando los sonidos se reflejan, provocan aumento en los niveles del eco y reverberación en un espacio. 

La Arqueomusicología 

¿Qué es?

La arqueología es también antropología pero del pasado, estudia los restos materiales, con una metodología rigurosa de trabajo de análisis científicos para su interpretación, que permite entender qué significado tuvo en la historia de la humanidad. En consecuencia, la arqueología es tanto una actividad física de campo como una búsqueda y exploración intelectual en el laboratorio y gabinete. 

La arqueología se ha aplicado al estudio sistemático de restos materiales de la vida humana ya desaparecida y la reconstrucción de la vida de los pueblos antiguos. En nuestro caso contamos entre otros materiales que nos aproximen a la música los instrumentos musicales, cuyo análisis de posibilidades sonoras, las fuentes etnohistóricas para que nos describen el contexto en que se hacía la música, la etnología para buscar sobrevivencia en pueblos originarios con los que convivimos actualmente.  Hoy en día, los arqueólogos se enfrentan a muchos problemas, como el manejo de la pseudoarqueología, el saqueo de artefactos; entre otros los musicales y artefactos sonoros, y la remoción del contexto. Cuando en su caso se hace metodológicamente aporta mucha información que, al destruirlo se pierde. Otro problema es  la falta de interés público.

Los integrantes de TRIBU, desde los inicios coleccionamos instrumentos musicales de todo tipo y también los recreamos cuando era necesario, así entre una gran variedad de ellos tomamos un poco más de predilección por los arqueológicos mesoamericanos. Visitamos los museos para conocerlos en las vitrinas, tomábamos fotografías y hacíamos dibujos, escudriñamos en las bibliotecas libros que contuviera información al respecto, pero en el mercado no encontrábamos instrumentos semejantes, así que nos aplicamos en hacer nosotros mismos las réplicas de los instrumentos observados en los museos y libros. Fue imperativo visitar artesanos que trabajaban el barro y la talla de madera, para aprender las técnicas que nosotros aplicamos en recrear los instrumentos. Sin embargo no era suficiente. Para mayor abordaje, vimos la necesidad de inscribirnos en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), y así adquirir más recursos teórico-metodológicos. 

Ahora bien, es momento de describir quién es TRIBU. 

TRIBU es un grupo musical barrial de la Alcaldía Iztacalco, en la Ciudad de México. que nace de manera natural con la vocación de expresarse con elementos obtenidos a través de un viaje formativo por los laberintos del México Profundo.

TRIBU empieza a trabajar a finales de los 60 con un nulo perfil en términos de promoción y difusión, dado que éramos un grupo formado principalmente por niños, adolescentes y yo que eran un adulto de 18 años cuya única pretensión consistía en reunirnos en patios de nuestras casas para realizar actividades culturales a las que invitamos a los vecinos como espectadores y eventualmente como colaboradores. Además de la música se hacía teatro, excursionismo y montañismo. 

La colonia Juventino Rosas enclavada en lo que hoy es la Alcaldía Iztacalco, en ese tiempo Delegación Iztacalco, era una colonia nueva que se iba poblando poco a poco sobre las chinampas del pueblo de Iztacalco, fundado antes que la Gran Tenochtitlan. Los vecinos nos apodaron La Tribu porque algunas veces cuando hacíamos una excursión familiar rentamos un camión y participaban las familias completas, éramos literalmente una tribu y nosotros retomamos el apodo y nos decíamos “Tribu de la Paz” porque “buscábamos la paz del campo”, pues además de lo ya dicho practicamos excursionismo incluso montañismo y espeleología. Esto fue cambiando y en 1973 convocamos a una junta en la que decidimos formalizar el grupo de música y sólo dejamos el nombre de TRIBU. Es a partir de ahí que contabilizamos la vida de este proyecto (en 2023 50 años). 

En ese tiempo donde nos presentamos como grupo de música surgían siempre nuevas invitaciones, por lo que la música se volvió la actividad principal. Éramos aproximadamente quince personas por lo que nos dividimos en tres pequeños grupos; en la medida que los integrantes iban creciendo se integraban a estudios, trabajos o incluso se cambiaban de lugar de residencia. Finalmente sólo sobrevivió nuestro grupo y por eso la decisión en este momento de convertirnos formalmente en un grupo musical. 

Nunca hasta la fecha hemos perdido el gusto por recorrer el campo, pueblos y ciudades de México y en la medida de lo posible del mundo. En mi adolescencia yo tocaba en un incipiente grupo de rock de breve duración, pero conservaba la inclusión eventual del género dentro del trabajo de TRIBU.

Por la diversidad de influencias el trabajo de TRIBU siempre ha sido muy ecléctico. Por los espacios por los que residimos (una colonia de trabajadores), y por la efervescencia política posterior al 68, nuestras letras se inclinaban más a lo social y lo político. Ahora salíamos al campo con otros objetivos: realizar grabaciones y conseguir instrumentos. Ocasionalmente la música la reproducimos tal como la recogemos en los sitios o nos servía como material expresivo en las nuevas composiciones. 

Estos viajes nos llevaban a sitios arqueológicos, conocidos o remotos y a comunidades rurales e indígenas. Montamos un taller en casa donde hacíamos todo tipo de instrumentos de laudería, además de reproducciones de instrumentos mesoamericanos y de otras culturas actuales e históricas.

Los espacios donde nos presentamos estaban en barrios marginales y movimientos populares, obreros, campesinos, indígenas y estudiantiles. Muy temprano empezamos a ser invitados a los Estados Unidos, principalmente a California donde el movimiento campesino generó un movimiento contracultural que incluía pintura, teatro y música y que nos acogía de buen modo. 

Después, por los refugiados chilenos y de otros países del continente centro y sudamericanos por los golpes de estado, empezaron a surgir las peñas, y las expresiones cubanas y sudamericanas; todas nos influyen. Un principio del grupo era tocar principalmente lo que nosotros componemos, lo cual hacíamos sin restricciones, mezclando todo lo que teníamos a la mano, no solamente de México y el continente americano. En el sexto disco “Compartiendo el Universo”  (1989), por ejemplo, usamos instrumentos icónicos de diferentes culturas del mundo, incluyendo elementos del rock y sus derivados. A la fecha hemos grabado 17 discos y el eclecticismo es lo que priva en toda la obra.

La música y el tipo de música que hacemos han constituido para nosotros una forma integral de vida. Como ya anteriormente dije hemos estudiado Etnomusicología en la UNAM, Arqueología en la ENAH, algunos diplomados de Psicoacústica, Historia del Arte en México y otros, además de un numeroso número de cursos, talleres, simposios, etc. 

Parte fundamental de nuestro aprendizaje ha sido directamente con artesanos y músicos tradicionales. Por seis años estudiamos la música indígena de México mediante un proyecto llamado Archivo Etnográfico Audiovisual adscrito al Instituto Nacional Indigenista, del cual participamos y es quizás la parte más robusta de nuestra formación y nuestro mayor viaje al México Profundo. Hasta la fecha no hemos roto tanto la visita a comunidades indígenas como a los hallazgos arqueológicos, museos y bibliografía referente a nuestro tema de trabajo. Desde siempre hemos vivido en comunidad, juntos pero no revueltos.  

Empezamos a tener conciencia de que éramos parte de un movimiento más grande cuando estuvimos trabajando en el Museo Nacional de Antropología, donde laboramos por diez años haciendo animación y desarrollamos el proyecto “Museo Vivo” para difundir los instrumentos musicales mesoamericanos, que han ocupado la parte fundamental de nuestro esfuerzo. Ahí poco a poco empezamos a oír de otros músicos primero y a conocerlos después, incluso a compartir escenarios. Fue ahí cuando salimos un poco más a la luz.

Hemos sido afortunados de haber sido tomados en cuenta en las buenas temporadas promovidas por funcionarios sensibles de algunas instituciones como ISSTE Cultura, el Seguro Social, la SEP, que organizaban giras por todo el país. Participamos también en el programa de Música en la Escuelas, de autosuficiencia de la SEP en la CDMX en donde ofrecimos numerosos conciertos a los niños y jóvenes.

Hemos tocado en algunos países de Europa, África, Japón, Países de Centro y Sudamérica,  las Antillas, Estados Unidos. Hemos tocado prácticamente en todos los estados de la República Mexicana. Hemos sido pioneros en algunos festivales como la Fiesta de la Toltequidad en Pozos, Guanajuato donde además tuvimos una escuela de constructores de instrumentos, y dónde actualmente tenemos nuestro Calpulli “Casa del Colibrí –Huitzicalpulli– Servicios Culturales, Sociedad Cooperativa de C.V de R.L., con una sede de representación en la CDMX. También hemos sido invitados a los principales festivales de México y de algunos otros países. Fundamos el Centro de Apoyo al Desarrollo de la Etnomusicología en México A.C. CADEMAC, El Centro Experimental de Arte Popular Latinoamericano, CEAPL y fuimos parte de la LIMAR. Menciono todo esto porque la gente que nos conoce lo ha hecho por el arduo trabajo realizado día a día y no por difusión mediática, aunque algunas veces hemos tenido también la oportunidad de aparecer en los medios, pero creemos que nuestro compromiso con lo que nos decidimos ser y hacer en la vida ha sido consecuente. 

Hemos hecho infinidad de participaciones con músicos de diferentes géneros y agrupaciones, hemos compuesto y ejecutado música para danza, teatro, cine, multimedia, hemos incluso colaborado con orquestas en óperas y sinfonías.

Con su propuesta TRIBU da continuidad, constituye el puente que mantiene vivo el conocimiento de los ancestros sin desdeñar por ello el mundo en el que actualmente vivimos con sus diferentes culturas, incluida la urbana. Al amalgamarlas se posibilita una nueva cultura en la que la tecnología moderna, la tradición y la conciencia humana se enriquecen entre sí.

Han sido cincuenta años de arduos pero estimulantes y satisfactorios trabajos. Espero haber transmitido algo de este viaje.

Actualmente TRIBU está integrado por: Alejandro Néstor Méndez Rojas, David Méndez Rojas, Atlacamani Méndez Carmona, Ténosch Méndez Carmona, Tatziu Muvieri Méndez Carmona y un servidor, Ángel Agustín Pimentel Díaz / TRIBU, Otoño del año 2022.    

Diana Ramírez Sánchez /UNTREF. Edición literaria 2023

Fuentes citadas

Blacking, John ¿Qué tan musical es el hombre? Desacatos, núm. 12, otoño, 2003, pp. 149-162 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Distrito Federal, México

Bonfil Batalla, Guillermo 1987. Bonfil Batalla, Guillermo

“México Profundo, Una civilización negada”.

México, 1989, Grijalbo –Interdisciplinaria-.

Ferrer, León, Jesús Jáuregui (ENAH, México) y Sergio Pérez (UAM. México), 1993 en el Repositorio Institucional de la UNED, Debate, e-Spacio UNED.: “El Imaginario México Profundo”, PP: 167-182.

Referencias

Referencias
1 Bonfil Batalla, Guillermo 1987 y Ferrer, León, Jesús Jáuregui et al 1993, PP: 167-182.
2, 3, 4 Ferrer et al, P. 168.
5 Ibid., P. 168.
6 Ferrer et al,169
7 Ibid., p. 170.
8 Bonfil, 1987:187.
9 Ferrer et al,169:73.
10 Bonfil, 1987:173
11 Ibid., p. 173.
12 Ibid., p. 174.
13 Ibid., p. 177.
14 Blacking, John ¿Qué tan musical es el hombre? Desacatos, núm. 12, otoño, 2003, pp. 149-162.

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