Contrapunto entre la lírica de la trova yucateca y los primeros boleros urbanos de Agustín Lara
Bastante se ha dicho sobre la relación amistosa y profesional que mantuvieron Guty Cárdenas y Agustín Lara. De aquella admiración mutua y de la afinidad musical que entre ellos existía, emanaron algunos frutos. El “Ruiseñor yucateco” llegó a interpretar y grabar 16 boleros del “Flaco de oro”, entre 1929 y 1932; por su parte, Lara, a pesar de haberse alejado pronto del estilo peninsular, compuso varias canciones que, en diferentes momentos de su carrera, tuvieron la clara intención de remembrar el aire provinciano de la escuela romántica yucateca. Las canciones Florecita, Arroyito, Caminante y Yucateca son algunos ejemplos:
Florecita (clave, 1929)
Florecita de mi tierra,
de suave color azul,
al brotar la primavera,
florecita, naces tú,
como nace una quimera
al llegar la juventud.
Flor de primavera,
florecita azul,
flor de la rivera,
como esa flor eres tú.
Florecita perfumada
que el invierno marchitó,
tu corola deshojada
con el lodo se manchó;
ahora estás despedazada,
como está mi corazón. [1]La versión de Guty Cárdenas, en compañía de Adolfo Utrera, resalta el aire yucateco de esta clave.
Arroyito (bambuco, 1935)
Arroyo claro que en tu murmullo
le das arrullo al cañaveral,
hilito de agua que hace cosquillas
a mi vereda y a mi jacal;
son tus guijarros un collarcito
con el que adorno mi corazón;
lluvia de plata de la mañana
que en la montaña se hace canción.
Yo tengo celos, celos mortales
porque tú bañas su lindo cuerpo lleno de luz,
y tengo celos de tus espumas y tus cristales,
arroyito de plata, mi rival eres tú. [2]Se recomienda escuchar la versión de Los Caminantes, conjunto yucateco que supo transmitir la intención musical y poética de Agustín Lara, así como también la interpretación del mismo Lara a dueto con Mary Esquivel.
La canción Caminante, en particular, evoca de manera deliberada tanto al Caminante del Mayab, de Guty y Antonio Médiz Bolio, como a Peregrino de amor:
Caminante (1931) [3]Aunque Lara afirma que su composición fue anterior al famoso Caminante de Guty Cárdenas y Antonio Médiz Bolio, al parecer, es del mismo año, 1931, como lo consigna Pável Granados.
Adelante,
no detengas tu paso, caminante,
peregrino del camino,
que el destino lleva errante.
El bolero –romántico por naturaleza– es un subgénero de la canción popular mexicana. Proveniente de Cuba, su entrada a nuestro país no implicó ninguna dificultad, debido en gran parte a que los preceptos del romanticismo ya habían echado raíces a través de la canción que, en términos generales, Vicente T. Mendoza la llamó “canción romántica de forma clásica o típica”. Esta canción había fijado ya su estructura hacia mediados del siglo xix: dos cuartetas de arte mayor, en su mayoría de versos endecasílabos, en las que predominaba la fórmula rímica consonante ABBC. [4]‘Rímica’: relativo a la rima. Ver con mayor detalle la estructura de esta canción en Rosa Virginia Sánchez, “II. Los principales géneros líricos en la música tradicional de México”, 2010, pp. 112-121. En la definición de este género lírico intervinieron diversos factores; pero, en opinión del folclorista, fueron dos las bases fundamentales que participaron en la gestación de nuestra canción lírica decimonónica: el romanticismo literario español y la ópera italiana, el primero influyendo sobre los textos, la segunda sobre las melodías, a las que enriqueció con el uso de trinos, floreos e intervalos abiertos. [5]Vicente T. Mendoza, La canción mexicana. Ensayo de clasificación y antología. México: fce, 1982, pp. 26-27, y Francisco García Marañón, “México: de la danza a la canción”, en El bolero, clave del corazón. Introducción de Carlos Monsiváis. México: … Leer más
La luna
La luna ya se oculta en Occidente, (A)
las aves duermen junto al manso río, (B)
el cielo llora gotas de rocío (B)
sobre la triste y soñolienta flor. (C)
En tanto que reposa en el silencio (A)
el mundo que mis penas no comprende, (B)
la luz del alba llega y me sorprende (B)
cerca de ti velando por tu amor. (C) [6]Vicente T. Mendoza, op. cit., pp. 31-32.
El objetivo principal del romanticismo reside en hacer escuchar la voz íntima de la voz lírica, es decir el “yo” que canta: el que ansía expresar sus sentimientos, especialmente amorosos. Se enaltecen, entonces, la conciencia de la soledad, la exacerbación del sentimentalismo, la idealización del pasado, la tendencia a la fantasía y el afán de libertad. [7]Mendoza, op. cit., pp. 26 y 30. La canción romántica de forma clásica recibió, además, la influencia de la danza habanera –otro género proveniente también de Cuba, que arribó a México desde el siglo xix–, lo que muy posiblemente determinó que su ritmo fundamental fuera el compás de 4/4. Esta vieja canción romántica fue, pues, un importante antecedente acústico y conceptual que preparó la entrada a México del bolero y otros géneros caribeños, como la clave y el bambuco. En la siguiente composición de Guty Cárdenas es posible observar cómo los principios estéticos rectores del romanticismo literario del xix se encontraban perfectamente asimilados por la trova yucateca, en los años 20 del siglo pasado. [8]En este apartado se recomienda escuchar los ejemplos musicales en la interpretación de Guty Cárdenas, debido a que el aire yucateco de este intérprete resalta la cercanía musical entre los boleros yucatecos y los primeros de Agustín Lara.
Mi canción quisiera (bambuco)
Mi canción quisiera ser la enredadera
que te brinda flores junto a tu balcón,
mi canción quisiera ser la primavera
que te ponga rosas en el corazón.
Mi canción quisiera ser caricia suave
en tu alma y tu cuerpo –doble tentación–,
mi canción quisiera ser vuelo de / ave
en la primavera de tu corazón.
Mi canción quisiera ser, si ella pudiera,
en tus labios dulces la mejor canción. [9]Versión de Guty Cárdenas. La letra de este bambuco se le atribuye a Jorge Añez. Aquí la rima ha optado por el esquema: ABAB.
Por su parte, Carlos Monsiváis destaca el hecho de que hacia fines del xix y principios del xx, la sensibilidad iberoamericana se caracterizaba por la convergencia del romanticismo con el modernismo, otra corriente literaria que aporta al lenguaje llano del romanticismo, el uso sutil de conceptos y términos de corte culterano. “El modernismo es una revolución en la forma y el sonido, aunque en lo tocante a sensaciones y metáforas sencillas que aviven las pasiones, al romanticismo no se le desplaza”. [10]Carlos Monsiváis. “Introducción”, El bolero, clave del corazón. México: Fundación Alejo Peralta, 2004, p. 10. Estas dos corrientes literarias son –continúa Monsiváis– las lecturas formativas de los letristas de la trova yucateca y, con frecuencia, es posible observar cómo se entretejen ambas tendencias en las letras, provocando contrastes a veces de un verso a otro, o bien entre dos estrofas al interior de una misma canción. Así sucede –lo hace notar el mismo autor– en la conocida canción Peregrina, de Ricardo Palmerín y Luis Rosado Vega: en la primera estrofa, los versos 1 y 4, “Peregrina de ojos claros y divinos / y radiante cabellera, como el sol”, son expresiones de claro corte romántico, mientras que las frases 3 y 4, “y mejillas encendidas de arrebol / mujercita de los labios purpurinos”, que completan la cuarteta, incluyen elementos modernistas. La segunda estrofa, por su parte, “es un homenaje a Nervo”, por su clara factura modernista: [11]Ídem., p. 12.
Las canoras avecillas de mil prados,
por cantarte dan sus trinos si te ven…, etc.
Un ejemplo sencillo, en el que se combinan el espíritu romántico y un todavía tímido modernismo, es la primera estrofa de la ya mencionada canción Nunca, de Guty Cárdenas, con letra del vate Ricardo López Méndez:
Yo sé que nunca besaré tu boca,
tu boca, de púrpura encendida,
yo sé que nunca llegaré a la loca
y apasionada fuente de tu vida.
En las estrofas del bolero Fondo azul, del mismo Guty, la presencia del modernismo es ya evidente:
Fondo azul
Hay en el fondo azul de tus pupilas
una radiosa floración de perlas;
cuando mi amor se inclina a recogerlas
se hunde como en un mar de aguas tranquilas.
Tus ojos y los mares en el fondo,
guardan luz transparente y espejismos;
brillan llenos de perlas los abismos,
los quiere uno coger, y están muy hondos. [12]Versión de Guty Cárdenas.
En la Ciudad de México, en tanto, hacía ya tiempo que las canciones de corte romántico habían alcanzado una amplísima generalización, y llegaron a constituir la fuente principal de inspiración de los compositores populares de finales del siglo xix y principios del xx. Agustín Lara no fue la excepción: él, sin duda, fue un poeta romántico, como lo fueron los letristas del bolero de la Península, y como lo fueron también los autores de las canciones románticas decimonónicas. A pesar de que Lara fuera seducido fuertemente por los boleros, las claves y los bambucos de la trova yucateca, sus composiciones pronto se alejaron del estilo musical y literario de la Península, como consecuencia de su adaptación a las expectativas del nuevo entorno citadino. Adela Pineda realizó en 1990 un análisis con el fin de detectar aquellas transformaciones que sufrió el bolero en manos de Lara en el plano musical. Entre sus hallazgos se encuentran: el desvanecimiento del tradicional cinquillo melódico; la superposición de la letra sobre la música (debido al estilo lento y cadencioso de cantar del músico), y el “adanzonamiento” en el acompañamiento, producto de los acentos improvisados del músico en el piano. [13]Adela Pineda, op. cit., pp. 21-22.
De igual manera, en el ámbito poético se detectan transformaciones que desde muy pronto Agustín Lara aplicó en sus composiciones; en realidad, este músico-poeta comenzó a explorar una voz propia desde su primer bolero conocido, Imposible, de 1928, que, a pesar de haberse inspirado en Nunca –como él mismo lo confesó–, denota ya varios elementos temáticos propios de su estilo: la mujer prostituta como protagonista, la traición de ella y la adoración de él, a pesar de todo.
Yo sé que es imposible que me quieras,
que tu amor para mí fue pasajero,
y que cambias tus besos por dinero,
envenenando así mi corazón.
No creas que tus infamias de perjura
incitan mi rencor para olvidarte,
te quiero mucho más, en vez de odiarte,
y tu castigo se lo dejo a Dios.
Por su parte, la poesía de la trova yucateca llegó a tal grado de sofisticación que no era difícil que las letras llegaran a ser percibidas, incluso, como “empalagosas”, tal y como lo señala Adela Pineda al compararlas con los versos de uno de lo boleros más sorprendentes de la etapa inicial de Agustín Lara, Silencio, de 1930 –también interpretada por Guty Cárdenas–. En ellos, la investigadora advierte, por el contrario, “una poesía romántica de corte sutil: [14]Ídem, p. 17.
Va la tardecita cayendo, cayendo,
hay quietudes de luto en la arboleda
y en las almas, un hondo silencio,
un divino silencio de seda.
(Fragmento)
Es posible que Pineda, al calificar los versos de la trova yucateca de esta manera, se estuviera refiriendo, precisamente, a aquellas composiciones en las que, como Fondo azul –transcrita más arriba– los sentimientos no logran aflorar con la fluidez y la intensidad que se espera en este tipo de canciones de tema amoroso. Esto, en virtud de un lenguaje modernista muy elaborado, incluso frívolo, caracterizado por la abundancia de adjetivos y metáforas rebuscadas. En el siguiente ejemplo, el uso –o abuso– de palabras tan ajenas al lenguaje común (especialmente aquellas que riman al final de los versos) opaca sin remedio el mensaje “apasionado” que se presupone en el título mismo de este bolero de Guty Cárdenas y Luis Rosado Vega, Pasión:
Pasión (bolero)
Hay en tus negros ojos zegríes
lumbre de Oriente, radiante luz,
miel en tus labios, y cuando ríes,
fingen tus dientes perlas de Ormuz.
Nido de aromas es tu cabello,
tu dulce frente, palio de amor,
y suave y terso tu grácil cuello,
erecto tallo de esbelta flor.
¿Qué ardiente boca sorbí al besarte?,
¿qué miel me diste para beber?,
que por seguirte, por adorarte,
he dado todo, todo mi ser.
Deja que bese tus labios rojos
tu frente suave, seda de Ofir;
deja que bese tus negros ojos,
tus ojos negros hasta morir. [15]Versión de Guty Cárdenas.
Otro rasgo que llegó a caracterizar un gran número de canciones de la trova yucateca –y del que Agustín Lara también se alejó rápidamente– reside en la manera, más bien cándida e idealista, en la que los poetas peninsulares solían concebir y expresar los diversos sentimientos amorosos –por profundos que éstos fueran–. Independientemente de la preocupación que ellos manifestaron por la palabra refinada, sus poemas llegaron a adquirir, además, un carácter fantasioso, y su enunciación, hasta cierto punto superficial, tiende a dejar en el oyente la impresión de que las emociones formuladas son más producto de una vívida imaginación, y no el reflejo de una experiencia amorosa que hubiera sido “realmente vivida”:
Aléjate, mujer, de mis quimeras,
que tus besos de fuego me hacen daño;
aléjate de mí aunque me quieras,
que prefiero el olvido (lo prefiero) al desengaño.
Aléjate, mujer, de mi existencia,
aléjate por siempre de mis brazos,
aunque el dolor profundo de tu ausencia
ya sé que el corazón me hará pedazos. [16]Aléjate, bolero de Guty Cárdenas con letra de Ricardo López Méndez.
Las dos estrofas anteriores, perfectas en su hechura, son resultado de una pluma experimentada; sin embargo, uno podría preguntarse: ¿por qué el amante le pide a la mujer que se aleje?, ¿es, acaso, simplemente un miedo infundado por la posibilidad de un incierto desengaño futuro?; ¿un miedo poético que prefiere ver “su corazón hecho pedazos” a la dicha de gozar “los besos de fuego” de la amada?
Algo similar se percibe en las cuartetas de la siguiente clave:
Ojos tristes (clave)
Tienen tus ojos un raro encanto,
tus ojos tristes, como de niño
que no ha sentido ningún cariño;
tus ojos dulces como de santo.
¡Ay!, si no fuera pedirte tanto,
yo te pidiera vivir de hinojos,
mirando siempre tus tristes ojos:
ojos que tienen sabor de llanto! [17]Ojos tristes, clave de Guty Cárdenas con letra de Alfredo Aguilar Alfaro. Versión de Guty Cárdenas.
Aquí, fascinado por los ojos tristes de la mujer, el amante no aspira a otra cosa que mirarlos de por vida; no manifiesta inquietud alguna por averiguar la razón de su llanto (del cuál, se deduce, él no es partícipe), como tampoco ofrece un consuelo que calme la desdicha de ella: tan sólo se muestra expectativo, desde un plano meramente contemplativo. En estos versos aparece, de nueva cuenta, el carácter idealista, fantasioso, y con él, una intención expresiva ligera, casi indiferente, que hace del mensaje un enunciado poco convincente, si bien hermoso en su forma.
Detengámonos ahora, por un momento, en algunos de los primeros boleros de Agustín Lara, aquellos que corresponden a la época en la que los ecos del Yucalpetén todavía resonaban fuertemente en la memoria musical del compositor veracruzano (al menos de corazón).
El lenguaje poético de Lara, para empezar, se distinguió por ser muy variado. Si bien el compositor cultivó no en pocas ocasiones las premisas que aprendió de sus antecesores yucatecos, también experimentó un lenguaje diferente, más directo; unas veces valiéndose de frases sencillas, otras acudiendo a un vocabulario más pretencioso, pero, en definitiva, su intención poética, desde un primer momento, se destacó por la búsqueda de una expresión más libre y directa, capaz de otorgar mayor credibilidad al mensaje amoroso emitido:
Tanto he sufrido (fox-bolero, 1929)
Tanto he sufrido,
tanto he llorado,
por unos ojos
que sólo fueron
mi perdición.
Cuántas boquitas
habré besado,
fingiendo amores
que no ha sentido
mi corazón.
En esos ojos
quedó mi vida,
en esa boca
quedó prendida
mi adoración.
Con ella puedo
fingir amores, [mentir dolores]
fingir dolores [fingir amores]
que no ha sentido
mi corazón. [18]Versión de Guty Cárdenas.
En el bolero anterior –de lenguaje llano y tono ligero– se advierten varios sentimientos: la tristeza de un amor perdido, la búsqueda del olvido en nuevas experiencias amorosas, la aceptación del fracaso de tal intención y, finalmente, el esbozo de lo que será una constante en las letras de Lara: los sentimientos amorosos dirigidos hacia una mujer que se nos muestra como un personaje particularmente “real”. En conjunto, estas emociones se perciben como el resultado de una vivencia que el amante (la voz lírica) hubiera realmente experimentado o, dicho de otra manera, la consecuencia sentimental de una serie de acciones que el protagonista hubiera llevado a cabo en la “realidad”, más allá del plano estrictamente poético. De ahí que diversos autores advierten y deducen el carácter autobiográfico en la obra del “Flaco de oro”.
Algo similar advertimos en la letra de los dos siguientes boleros de Lara de la misma época, en los que advertimos que el “yo” está profundamente involucrado:
Aunque no me quieras (bolero, 1930)
Aunque no me quieras, aunque no me mires,
yo sé que en silencio me muero por ti;
que son tus desdenes como las espinas
que la mala suerte guarda para mí.
Sé que mis amores
son quejas dolientes,
que aunque son fervientes
no llegan a ti.
Sé que no me quieres,
sé que me aborreces,
y en todas mis preces
yo le pido a Dios
me devuelva pronto
tu perdido amor.
Sólo tú (bolero, 1929)
Te adoré como a nadie he podido querer,
sólo tú saboreaste mis mieles de amor,
sólo tú, misteriosa y divina mujer,
calmarás este inmenso dolor.
Si no me has olvidado, si todavía
guardas algún recuerdo de nuestra orgía,
si queda alguna flama de aquella hoguera,
déjame que te bese, aunque me muera. [19]Versión de Guty Cárdenas.
En cuanto a la estructura literaria, los boleros, y los demás géneros empleados por Lara muestran en general un franco alejamiento de la rigidez formal predominante en la trova peninsular, que consiste en:
- Series de estrofas homogéneas.
- Versificación regular de sucesiones isosilábicas.
- Rima consonante y de patrones fijos. [20]En las letras de los boleros de Guty Cárdenas Fondo Azul, Pasión, Aléjate y en la clave Ojos tristes, transcritos más arriba, observamos la combinación de estrofas de igual número de versos: dos cuartetas, a excepción de Pasión, que incluye cuatro. El metro en … Leer más
En la lírica de Agustín Lara, en términos generales, no existe una estructura única, o siquiera una forma primordial, en ninguno de los tres aspectos señalados. Tan sólo los tres ejemplos anotados presentan diferencias notables entre sí.
En el primer bolero, Tanto he sufrido, observamos: una sucesión de cuatro quintillas pentasilábicas, las dos primeras sin rima, y las otras dos con una rima tan inusual que pareciera ser sólo casual: abcbd y abbcd. La estructura del segundo bolero, Aunque no me quieras, consiste en una sucesión de estrofas heterogéneas (de diferente número de versos): dos cuartetas y una sextilla; la primera cuarteta, de metro dodecasílabo, mientras que la segunda y la sextilla son de metro hexasílabo. La rima –muy lejana a la perfección yucateca– varía de una estrofa a otra: ABCB / abbc / abbcde. Por último, Sólo tú, constituida por dos cuartetas de arte mayor, se distingue por su versificación fluctuante [21]Combinación de versos con una oscilación mínima en relación con su longitud. Tomado de La lírica popular contemporánea. España, México, Argentina, de Carlos H. Magis, México: El Colegio de México, 1969, p. 450. (versos de 10, 11, 12 y 13 sílabas), y la rima –no faltaba más– difiere de una estrofa a otra: ABAB / AABB.
No hay duda, a partir de lo expresado en las líneas anteriores, podemos afirmar que entre los versos de los boleros yucatecos y los de Agustín Lara, en su etapa inicial, existe una diferencia de estilo notable que merece ser señalada. En los primeros, el mensaje amoroso, además de caracterizarse por su sentido idealista y cándido, queda sojuzgado al servicio de las normas poéticas: el lenguaje, en pos de una estética acústica y conceptual refinada, muestra una preferencia por un vocabulario pulido y sofisticado, cuyos versos almibarados disminuyen la intensidad del mensaje. En los boleros de Lara, por el contrario, las emociones tienden a liberarse del yugo de aquellas formalidades canónicas, y emergen a través de frases más naturales, que dan preferencia a la intención comunicativa y a la credibilidad del mensaje. De esta manera, sus enunciados amorosos son portadores de una sensibilidad que resultó ser más afín al escucha capitalino, y con la que fue más factible que éste se identificara.
Por supuesto, en esto no hay absolutos: ni todas las canciones de la trova yucateca son frívolas o “empalagosas”, ni todos los boleros de Lara utilizan un lenguaje llano henchido de un “realismo poético”. Los siguientes dos boleros pueden ayudarnos a ilustrar esto último. El primero, de Guty Cárdenas, nos muestra que entre los boleros yucatecos existen también ejemplos que llegaron a expresar los sentimientos amorosos de una manera grácil y sencilla:
Si yo pudiera (bolero)
(Música de Guty Cárdenas y letra de Ricardo López Méndez)
Si yo pudiera asesinar tu orgullo,
si yo pudiera asesinar mi hastío,
fuera mi corazón mucho más tuyo
fuera tu corazón mucho más mío.
Refinada en amor y en los placeres,
tiendes nueva inquietud en mi sendero,
y a pesar de tu orgullo, tú me quieres
y a pesar de mi hastío, yo te quiero. [22]En este bolero observamos un tono más cercano al utilizado por Lara en los ejemplos vistos; de manera especial, aparece uno de los rasgos típicos en la lírica de Lara: la contradicción “te quiero, aunque tú… me engañes / no me quieras / me aborrezcas, etc. … Leer más
Por otra parte, es claro que Agustín Lara contó con la formación y la inventiva suficientes para hacer uso –si así lo decidía– de las herramientas poéticas de la escuela romántica, y aun de la modernista, practicadas en el Sureste mexicano. En varias de sus letras se percibe una preocupación por atender los cánones de versificación y rima del estilo formal yucateco, aunque, no obstante, con una sensibilidad diferente.
Su bolero Silencio se distingue de los vistos más arriba en dos aspectos. En el plano estructural, aún cuando observamos detalles que rompen con la perfección formal de la poesía yucateca (versificación fluctuante en la primera estrofa y el uso de dos patrones rímicos diferentes: ABCB Y ABAB), sobresale el uso de la rima interna en los versos nones de las dos últimas cuartetas; este recurso, poco usual en Lara, provoca un eco acústico agradable: “Sólo la campana, con su voz lejana / y hay en la laguna reflejos de luna”, y “Un cisne se queja, la tarde se aleja / y junto a la reja se ve una pareja”. Este juego sonoro contrasta con el otro aspecto de la canción: su carácter nostálgico, que refleja de manera muy acertada una velada tristeza:
Silencio (bolero, 1930)
(Música y letra de Agustín Lara)
Va la tardecita cayendo, cayendo,
hay quietudes de luto en la arboleda,
y en las almas, un hondo silencio,
un divino silencio de seda.
Sólo la campana, con su voz lejana,
matiza de bronce la tarde otoñal,
y hay en la laguna reflejos de luna,
quietudes que sólo conoce el cristal.
Un cisne se queja, la tarde se aleja,
vistiendo de rojo su carro triunfal
y junto a la reja se ve una pareja
romper con un beso el silencio fatal. [23]Un fragmento de la versión de Guty Cárdenas.
Finalmente, cabe señalar que en estas líneas no se pretende emitir juicios de valor: lo anterior no debe interpretarse como que los versos de un lado son mejores o más poéticos, mientras que los del otro son menos cursis o más auténticos. Se trata de dos escuelas, de dos corrientes, enmarcadas ambas por sus respectivos entornos sociales e históricos, y la percepción de la una y de la otra cae, irremediablemente, en el ámbito de lo subjetivo. Por otro lado, en ambos casos la poesía evoluciona y sus respectivos rasgos no permanecen inertes: se transforman a través del tiempo.
Sin embargo, no hay que perder de vista que, en última instancia, pese a las diferencias mostradas, entre los boleros larianos y los boleros peninsulares –y otros géneros cercanos– existieron rasgos afines que permitieron que cada uno de estos dos grandes músicos, el “Flaco de oro” y el “Ruiseñor yucateco”, se identificara con la obra del otro; como lo evidencia tanto la intención del primero de componer al modo yucateco, como el interés del segundo en interpretar obras del primero, lo que ha permitido realizar este contrapunto.
Temática varia en los versos de Lara
Más arriba se apuntó que dentro de la literatura existente en torno a la figura de Agustín Lara, hallamos con frecuencia ciertas generalizaciones sobre diversos aspectos de su obra. En lo que concierne al ámbito literario, dos ideas son muy recurrentes: aseverar, por un lado, que las letras de Lara carecen de mayor valor poético –basándose, en parte, a lo cursi de su discurso– [24]El propio Lara no lo negaba; por el contrario, el músico se ufanaba de serlo. En una entrevista citada por Carlos Monsiváis (2005: 62, apud. Escamilla, 2009: 74), Lara expresó: “Soy ridículamente cursi y me encanta serlo” […]. Cualquiera que es romántico … Leer más y, por el otro, ponderar a tal grado la temática amorosa en sus composiciones, que poco o casi nada se ha dicho con relación a otros temas tratados por este músico. Relacionado con esta segunda actitud, existe además la tendencia a poner un énfasis especial en un tipo de mujer particular: la cabaretera.
Lo anterior, en mi opinión, parece ser resultado de considerar sólo un número limitado de sus canciones, muchas de las cuales coinciden con aquellas que tuvieron una mayor divulgación y, por lo tanto, se encuentran entre las más conocidas y populares. Esto tiene sentido: ¿por qué habría que entretenerse en hablar sobre canciones que sólo muy poca gente llegó a conocer? Sin embargo, si se quiere obtener un panorama de la obra poética de Lara, en cuanto a producción, y no sólo en cuanto a su reproducción (es decir de los múltiples cantantes que lo interpretaron, del papel que jugaron los medios en su divulgación, de su recepción por parte del público, etc.), tendríamos, sin duda, que abrir un poco el abanico estudiado.
Ciertamente, el basto tema del amor fue, con mucho, el que predominó dentro del repertorio lírico lariano, pero definitivamente no fue el único: la vena creativa de Lara incluyó otros tópicos, y su omisión da como resultado una visión parcial del mosaico temático que Lara trató en sus canciones. [25]En algunos casos, más que una omisión, se trató de una afirmación que llegó a asentarse, incluso, por escrito. Al respecto, Daniel Castañeda nos dice: “…dentro de su tendencia a lo romántico –que es la verdadera atmósfera de su poesía– un lazo común … Leer más
Entre estos otros aspectos por los que Lara mostró una clara inclinación, sobresale el tema de la tierra, el cual se manifiesta a través de descripciones y elogios que dirige a diversos terruños. Se distinguen, como bien se sabe, aquellas canciones que hacen referencia a diversas ciudades y costumbres de España, país por el que Agustín demostró siempre un particular interés. Dentro de una subcategoría –que podríamos denominar “españolerías” (citando el título de una de sus composiciones)– se incluirían canciones como Sevilla, Granada, Murcia, Navarra, Toledo, Valencia, Madrid (en sus dos versiones: el pasodoble de 1934 y el famoso chotis de 1948), y Ay, manito, de las cuáles, dos gozaron de gran popularidad en nuestro país: Granada, y el chotis Madrid. [26]Recordemos que éstas y otras canciones de corte español fueron compuestas mucho antes de que Agustín Lara conociera ese país, lo que sucedió, al parecer, en 1964. Pero Agustín Lara se ocupó también de otras coordenadas geográficas. En lo que toca a México, hallamos canciones dirigidas a lugares específicos, como Monterrey, Xochimilco y Veracruz, este último, referido en el famosísimo bolero que lleva por título el nombre de este puerto, en su Noche criolla, así como también en el poco conocido danzonete Casita blanca, compuesto en 1963): [27]Este danzonete puede escucharse en la voz del mismo Agustín Lara y en la de Toña la Negra en el disco compacto Homenaje a Agustín Lara, Orfeon.
En la playa solitaria,
en la costa en que nací,
hay una casita blanca
que parece de marfil.
Casita blanca de mi niñez,
donde las horas,
donde las noches
feliz pasé.
Tiesto fragante lleno de luz;
¡cómo me acuerdo
de aquellas noches
de Veracruz!
Algunas de estas canciones “a la tierra” nos hablan de rincones inciertos, no definidos por Lara en las letras, pero que guardan sabor a campiña y parecen tener un lugar significativo en su memoria; tal es el caso de Arroyito –transcrita más arriba– y el vals Campanitas de mi tierra, que parece ser una remembranza de su juventud, transcurrida en algún lugar de la provincia:
Campanita mañanera de mi tierra,
en sus quejas, cuántos secretos encierra;
cuántos besos apagados con tus sones,
con alegre palpitar de corazones.
Campanita mañanera que otros días
disipaba todas mis melancolías;
campanita de mi tierra,
en sus quejas, cuántos secretos encierra.
Son de las campanas, llenas de alegrías,
del triste santuario de mi corazón;
campanitas de oro que en sus melodías
me recuerdan siempre mi primer amor.
Entre los trigales sembré madrigales,
mis besos sensuales también apagó,
y esa campanita suena dolorosa:
su voz quejumbrosa mi amor enterró. [28]Canción que puede escucharse en la voz del tenor Alfonso Ortiz Tirado y en la de Irma Dorantes.
La isla de Cuba fue también motivo de inspiración para Agustín Lara, como consta en cuando menos dos canciones: Habana y Sueño guajiro; ambas muestran un elemento común: la referencia a la cercanía y semejanzas que ese país guarda con Veracruz:
Veracruz es la Habana,
cielo y mar, la misma vibración;
tu estrellita solitaria,
la llevo en el corazón. [29]Tercera y última estrofa del fox-trot Habana (1964), tomada de Granados, op. cit., p. 349.
Duerme bajo la sombra de platanar,
sueña con esa noche plenilunar,
embrújate con esta luz,
aroma de carabalí,
y sueña en un amor
que nace en Veracruz
y muere en Yumurí. [30]Yumurí: Valle situado en la provincia de Matanzas, Cuba.
Soñar, mi reina del palmar,
qué dulce bienestar,
qué blanda sensación,
soñar, muy cerquita del mar,
y con su espuma
salpicar nuestra canción.
Hacer con tu mejor vaivén
un canto caibarién
que te hable de mi pena,
morena linda que inspiró este son,
guajira que robó mi corazón. [31]Sueño guajiro (1939); en de Granados, op. cit., p. 248. Se sugiere escuchar la versión de El Negro Peregrino y su Trío, cuyo arreglo viste de guajira a este bolero.
La música y el baile es un tema que se encuentra también entre los versos escritos por Lara. Ejemplos de esto son las canciones Bamboleo, Cuerdas de mi guitarra, De riguroso chotis, El organillero, La cumbancha, La marimba y Tonadita.
Ritmo de maracas
hecho música
en tus lindos pies. [32] Fragmento de Bamboleo (1936), rumba que puede apreciarse en la interpretación de la Sonora Veracruz.
El pasodoble Cuerdas de mi guitarra (1935) y la canción De riguroso chotis (1951) entrarían también en la subcategoría “españolerías”, por su referencia a España. El primero ha sido grabado por varios intérpretes y gozó de gran popularidad en México, distinguiéndose la interpretación de Javier Solís, quien gustaba mucho de interpretar las canciones de Agustín Lara con aire hispano (aunque también incluye en su repertorio boleros de este compositor en su característico estilo arrancherado). En el segundo, con el fin de alabar una vez más las costumbres españolas, el músico-poeta encumbra al chotis frente al mambo, ritmo cubano de gran aceptación por esos años en nuestro país:
Si usted es castizo y es cañí,
olvídese del mambo
y recuerde que aquí
estamos de riguroso chotis.
Dentro de este conjunto lírico con temática musical, La cumbancha fue otra composición muy difundida, cuya fama ha perdurado hasta nuestros días, gracias, en parte, a la reinterpretación de músicos contemporáneos como el grupo Café Tacuba y la cantante Eugenia León. En el estribillo de esta clave [33]En este ritmo la concibió Lara, aunque posteriormente varios músicos han sustituido el compás original de 3/4 por el de 4/4 (compasillo). sobresale la alusión que Lara hace al sonido de algunos instrumentos de percusión propios de la música cubana y, por extensión, del Caribe.
La cumbancha
Oiga, usted, cómo suena la clave
mire, usted, cómo suena el bongó
dígame, si las maracas tienen
el ritmo que nos mueve el corazón. [34]Al final de los versos 1, 2 y 4, sobresale el sonido de los tres instrumentos referidos: las claves, los bongós y las maracas, elemento original en Lara, que enfatiza la temática musical de la canción, y que en posteriores versiones se perdió. Las interpretaciones … Leer más
Continuando con la clasificación temática usual en los estudios sobre lírica popular, algunas canciones de Lara pueden agruparse dentro de la categoría denominada “oficios”, donde sobresalen aquellas destinadas a la figura del “torero”, refiriéndose por lo regular a personajes particulares dedicados a la lidia, actividad por la que el compositor –sobra decir– demostró una gran pasión. Estas son: El cordobés, El novillero, Fermín, Gitanillo y Silverio (Pérez).
Fuera de los ejemplos anteriores, encontramos tres canciones que pueden incluirse en este mismo rubro: El organillero, El coquero y El adiós del marino. El primer ejemplo –que también pertenecería a la categoría “música y baile” por su alusión a un instrumento musical–, es una marcha compuesta en 1940, de carácter festivo, que también fue muy bien recibida por el público citadino de mediados del siglo pasado.
Ya se va el organillero
con su tema juguetón,
–es olvido y es amor–;
y se aturde todo el barrio
y se salta el corazón
cuando canta su canción. [35]Fragmento tomado de Granados, op. cit., p. 253. Entre las numerosas interpretaciones, sobresalen las versiones de Juan Arvizu y la de Pedro Vargas, que puede verse en la película Los tres bohemios, de Miguel Morayta (1957).
Un pequeño pregón da inicio a El coquero, canción también alegre, cuyo particular carácter rítmico logró ser transmitido a través de la extraordinaria voz de Celia Cruz, acompañada de la Orquesta de Memo Salamanca en 1971. [36] Escuchar en: https://www.youtube.com/watch?v=n5UFsPmhfZc.
El coquero,
el coquero, niña,
aquí llegó.
Coco, coco de agua,
de agua dulce y clara;
yo le vendo coco,
¿quién me lo comprará?
En otro tenor, hallamos algunas canciones que entrarían en la categoría de “tristezas no amorosas”, como es el caso de Lamento jarocho (1933):
Canto a la raza, raza jarocha,
raza de bronce que el sol quemó;
a los que sufren, a los que lloran,
a los que esperan, les canto yo.
Alma de jarocha que nació morena,
talle que se mueve con vaivén de hamaca,
carne perfumada con besos de arena,
tardes que semejan paisajes de laca.
Boca donde tiembla la queja doliente
de una raza entera llena de amargura,
alma jarocha que nació valiente,
para sufrir todas sus desventuras.
Similar a la anterior, existen otras tantas composiciones en las que Agustín Lara hace patente su preocupación por asuntos relacionados con la guerra y sus fatales consecuencias; entre ellas, sobresalen: A la sombra de un guayabal (1933), Lamento español (1936), Cantar del regimiento (1942) y la poco conocida canción Adiós, mi Juan (1942):
–Adiós, mi Juan,
si te vas a la guerra
y abandonas tu tierra
es que Dios así lo querrá.
Adiós, mi Juan, tú ya te vas,
pero aquí se queda un niño
que es todo tu cariño
y que se llama Juan.
–No quera Dios, no quera Dios
que una bala traidora
apagara la aurora
que el destino en mi vida encendió.
No quera Dios
apartar tu existencia de mí,
pues Él sabe que yo te juré
sacrificar mi vida por ti. [37]Los guiones, añadidos por Pável Granados, indican un diálogo de despedida entre el hombre que se va a la guerra y la mujer que él deja, como lo explica el mismo autor (op. cit., 266). A pesar de la fecha de composición, la letra y la música corresponden al estilo … Leer más
Para cerrar este breve panorama temático de las canciones no amorosas de Agustín Lara, sólo queda mencionar la existencia de unos cuantos ejemplos, prácticamente desconocidos, que llaman la atención, no por su contenido en sí, sino porque en ellos sobresale un manejo particular del lenguaje, cuya intención es jugar con el sonido de las palabras, dejando a un lado cualquier tipo de mensaje. En la canción Fasiquillo (1934) podemos observar que lo que se quiere resaltar es simplemente el modo de hablar de los mulatos: [38]Otro ejemplo de este tipo de canción es Celestina (1945), aunque no de muy buena hechura.
Un neguito y una nega
se pusieron a jugar;
él haciéndose travieso
y ella, la disimulá.
Quítate Fasiquillo (¡ea!),
no te me acerque ma’,
ya no me haga coquilla (¡guachi!)
que me voy a enfadá’.
Guachinanguito, brincando viene,
guachinanguito, brincando va.
¡Jesú, qué nego tan resalao!,
¡Jesú, qué nego, que broma da!,
¡ay, Jesú!, ¡ay, Jesú!,
¡ay, Jesú!, ¡qué nego, qué broma da!,
¡ay, Jesú! [39]Esta canción se conoce poco, tal vez porque no fueron muchos sus intérpretes: al parecer, sólo la grabó el mismo Lara, solo y con su orquesta.
El tono juguetón de esta canción le otorga, además, un carácter infantil, lo que nos recuerda el fox-trot Bebé, también de 1934, que es un cuento en forma de arrullo, de carácter narrativo. La letra de Bebé, así como su arreglo musical, inevitablemente nos remite a El Rey de Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”:
Bebé, mientras tú duermes yo te cantaré;
bebé, con mis canciones yo te arrullaré:
querubín, fuente del amor sublime,
lo único que consuela y redime.
“Era un rey de un palacio encantado,
hecho todo con oro y cristal,
que de perlas había tapizado
su magnífica alcoba nupcial.
Y las perlas, que lágrimas eran,
poco a poco volvieron al mar,
y quedó aquel palacio encantado
convertido en un lindo rosal.
Hay quien dice que aquel rosalito
con el tiempo sus flores tiró,
y que de ellas brotó un arroyito,
que la hierba de brisa bañó.
Y que, andando los tiempos, un mago
el secreto logró descifrar,
y las perlas, que lágrimas eran,
otra vez regresaron al mar.” [40]La letra fue tomada de Pável Granados, op. cit., p. 153, y en Internet pueden encontrarse dos grabaciones: una versión instrumental, con la orquesta de Luis Márquez, y otra cantada por Pedro Vargas (1941), dos de las cuatro existentes, según lo que registra el … Leer más
Referencias
↑1 | La versión de Guty Cárdenas, en compañía de Adolfo Utrera, resalta el aire yucateco de esta clave. |
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↑2 | Se recomienda escuchar la versión de Los Caminantes, conjunto yucateco que supo transmitir la intención musical y poética de Agustín Lara, así como también la interpretación del mismo Lara a dueto con Mary Esquivel. |
↑3 | Aunque Lara afirma que su composición fue anterior al famoso Caminante de Guty Cárdenas y Antonio Médiz Bolio, al parecer, es del mismo año, 1931, como lo consigna Pável Granados. |
↑4 | ‘Rímica’: relativo a la rima. Ver con mayor detalle la estructura de esta canción en Rosa Virginia Sánchez, “II. Los principales géneros líricos en la música tradicional de México”, 2010, pp. 112-121. |
↑5 | Vicente T. Mendoza, La canción mexicana. Ensayo de clasificación y antología. México: fce, 1982, pp. 26-27, y Francisco García Marañón, “México: de la danza a la canción”, en El bolero, clave del corazón. Introducción de Carlos Monsiváis. México: Fundación Alejo Peralta, 2004, p. 58. |
↑6 | Vicente T. Mendoza, op. cit., pp. 31-32. |
↑7 | Mendoza, op. cit., pp. 26 y 30. |
↑8 | En este apartado se recomienda escuchar los ejemplos musicales en la interpretación de Guty Cárdenas, debido a que el aire yucateco de este intérprete resalta la cercanía musical entre los boleros yucatecos y los primeros de Agustín Lara. |
↑9 | Versión de Guty Cárdenas. La letra de este bambuco se le atribuye a Jorge Añez. Aquí la rima ha optado por el esquema: ABAB. |
↑10 | Carlos Monsiváis. “Introducción”, El bolero, clave del corazón. México: Fundación Alejo Peralta, 2004, p. 10. |
↑11 | Ídem., p. 12. |
↑12, ↑15, ↑18, ↑19 | Versión de Guty Cárdenas. |
↑13 | Adela Pineda, op. cit., pp. 21-22. |
↑14 | Ídem, p. 17. |
↑16 | Aléjate, bolero de Guty Cárdenas con letra de Ricardo López Méndez. |
↑17 | Ojos tristes, clave de Guty Cárdenas con letra de Alfredo Aguilar Alfaro. Versión de Guty Cárdenas. |
↑20 | En las letras de los boleros de Guty Cárdenas Fondo Azul, Pasión, Aléjate y en la clave Ojos tristes, transcritos más arriba, observamos la combinación de estrofas de igual número de versos: dos cuartetas, a excepción de Pasión, que incluye cuatro. El metro en todos los casos es de arte mayor, y siempre de una sola medida en cada bolero: decasílabo en dos de ellos y endecasílabo en los otros dos. Finalmente, la rima es consonante y sigue uno de dos esquemas: rima cruzada o alterna (ABAB) o rima abrazada (ABBA), que se mantiene en todas las estrofas de cada canción. |
↑21 | Combinación de versos con una oscilación mínima en relación con su longitud. Tomado de La lírica popular contemporánea. España, México, Argentina, de Carlos H. Magis, México: El Colegio de México, 1969, p. 450. |
↑22 | En este bolero observamos un tono más cercano al utilizado por Lara en los ejemplos vistos; de manera especial, aparece uno de los rasgos típicos en la lírica de Lara: la contradicción “te quiero, aunque tú… me engañes / no me quieras / me aborrezcas, etc. Versión de Guty Cárdenas. |
↑23 | Un fragmento de la versión de Guty Cárdenas. |
↑24 | El propio Lara no lo negaba; por el contrario, el músico se ufanaba de serlo. En una entrevista citada por Carlos Monsiváis (2005: 62, apud. Escamilla, 2009: 74), Lara expresó: “Soy ridículamente cursi y me encanta serlo” […]. Cualquiera que es romántico tiene un fino sentido de lo cursi, y no desecharlo es una posición de inteligencia.” –Y termina: “A las mujeres les gusta que así sea”. |
↑25 | En algunos casos, más que una omisión, se trató de una afirmación que llegó a asentarse, incluso, por escrito. Al respecto, Daniel Castañeda nos dice: “…dentro de su tendencia a lo romántico –que es la verdadera atmósfera de su poesía– un lazo común reúne a todas sus producciones, atándolas en un ramillete. Este lazo común es el tema único que aborda: la mujer” (83), o bien cuando escribe: “…ha dado en el blanco de su público al elegir, como único temario de sus letras, a la mujer en todas las actitudes frente a la vida” (196). |
↑26 | Recordemos que éstas y otras canciones de corte español fueron compuestas mucho antes de que Agustín Lara conociera ese país, lo que sucedió, al parecer, en 1964. |
↑27 | Este danzonete puede escucharse en la voz del mismo Agustín Lara y en la de Toña la Negra en el disco compacto Homenaje a Agustín Lara, Orfeon. |
↑28 | Canción que puede escucharse en la voz del tenor Alfonso Ortiz Tirado y en la de Irma Dorantes. |
↑29 | Tercera y última estrofa del fox-trot Habana (1964), tomada de Granados, op. cit., p. 349. |
↑30 | Yumurí: Valle situado en la provincia de Matanzas, Cuba. |
↑31 | Sueño guajiro (1939); en de Granados, op. cit., p. 248. Se sugiere escuchar la versión de El Negro Peregrino y su Trío, cuyo arreglo viste de guajira a este bolero. |
↑32 | Fragmento de Bamboleo (1936), rumba que puede apreciarse en la interpretación de la Sonora Veracruz. |
↑33 | En este ritmo la concibió Lara, aunque posteriormente varios músicos han sustituido el compás original de 3/4 por el de 4/4 (compasillo). |
↑34 | Al final de los versos 1, 2 y 4, sobresale el sonido de los tres instrumentos referidos: las claves, los bongós y las maracas, elemento original en Lara, que enfatiza la temática musical de la canción, y que en posteriores versiones se perdió. Las interpretaciones de Toña la Negra y Amparo Montes respetan esto, aunque Amparo, además, mantiene el ritmo en 3/4. |
↑35 | Fragmento tomado de Granados, op. cit., p. 253. Entre las numerosas interpretaciones, sobresalen las versiones de Juan Arvizu y la de Pedro Vargas, que puede verse en la película Los tres bohemios, de Miguel Morayta (1957). |
↑36 | Escuchar en: https://www.youtube.com/watch?v=n5UFsPmhfZc. |
↑37 | Los guiones, añadidos por Pável Granados, indican un diálogo de despedida entre el hombre que se va a la guerra y la mujer que él deja, como lo explica el mismo autor (op. cit., 266). A pesar de la fecha de composición, la letra y la música corresponden al estilo de una canción revolucionaria, lo que se destaca especialmente en la voz de Matilde Sánchez “La Torcacita”. También se sugiere escuchar la interpretación de Manolita Arriola. |
↑38 | Otro ejemplo de este tipo de canción es Celestina (1945), aunque no de muy buena hechura. |
↑39 | Esta canción se conoce poco, tal vez porque no fueron muchos sus intérpretes: al parecer, sólo la grabó el mismo Lara, solo y con su orquesta. |
↑40 | La letra fue tomada de Pável Granados, op. cit., p. 153, y en Internet pueden encontrarse dos grabaciones: una versión instrumental, con la orquesta de Luis Márquez, y otra cantada por Pedro Vargas (1941), dos de las cuatro existentes, según lo que registra el mismo autor. |