El pasado 17 de julio murió en Canadá, donde residía desde 1971, el compositor de origen argentino alcides lanza (así lo escribía él, con minúsculas). Lanza nació en Rosario, Argentina en 1929. Estudió en el famoso Instituto DiTella, en Buenos Aires, con Alberto Ginastera, Bruno Maderna, Olivier Messiaen, Luigi Dallapiccola y Francesco Malipiero.
“Perdonen, pero es que a mí me gusta el ruido”, decía ayer Alcides Lanza (1929, Rosario, Argentina) cada vez que, al pasar la página, le daba un golpe con los folios al micrófono. Cuenta Miguel Pérez Martín del periódico El Pais en 1 de junio de 2015 cuando el compositor argentino recibió ell Premio Tomás Luis de Victoria que concede la SGAE a compositores trascendentes del ámbito iberoamericano que Lanza inició su discurso de aceptación con la frase “Siempre he dicho que soy un hombre de fortuna”.
Lanza comenzó por estudiar arquitectura, pero llevaba ya con él la música desde que era pequeño, aunque no hubiera pisado nunca un conservatorio.
Pues sucede que un día conoció a Julián Bautista, un compositor español al que la dictadura había obligado al exilio, y se convirtió en su maestro –lo recuerda como un hombre generoso, una persona formidable.
De allí fue elegido por Ginastera como uno de los 12 que integrarían la Escuela de Compositores Latinoamericanos, y recibió lecciones de Messiaen y Copland. Fue allí donde le dijo al estadounidense que quería estudiar en Nueva York, donde estaban Cage y Varèse. Llevaba dos años intentándolo, pero había sido rechazado.
—Este año, cuando pidas la beca Guggenheim, pon en las referencias el nombre de Aaron Copland.
—Ya les había dicho que soy un hombre de fortuna —dijo.
Esta vez lo logró, como por magia.
Algo quedó del Lanza que quería ser arquitecto. Aquellos años de dibujo técnico, primero en la escuela y luego en la universidad, cambiaron su concepción del mundo y de la música para siempre.
—Encontré mi lenguaje en Nueva York. Tenía unas intenciones muy fuertes de ser diferente, de renunciar a lo que se había hecho en el pasado. Encontré mi centro de gravedad en los graves, por debajo de la octava central del piano. Mis obras ya no tenían ni oboes, ni clarinetes ni flautas”, cuenta el compositor. Y comenzó a trazar sus obras como si fueran los planos de un rascacielos: con tinta sobre un papel transparente.
No hace bocetos. Ni modifica lo escrito.
—Todo está en mi cabeza, ese es mi gran borrador donde hago los cambios y doy forma a la obra, y una vez que está terminada, entonces la paso al papel.
Lanza comenta que él siempre tuvo claro que no quería hacer una música argentina sino una música urbana, no quería hacer una música argentina ni europea.
—Europa seguía haciendo música serial mientras que en América, con Varèse, Harry Partch, Cage, el microtonalismo, la improvisación, veíamos hacia el norte.
Fue gracias a un encuentro con el compositor español Tomás Marco que alcides lanza empezó a emplear la técnica de escritura temporal. Sus obras se dividen en minutos y segundos en lugar de compases o figuras.
—Cada ejecutante no tiene que tocar todo lo que ve, porque todos tienen delante la misma partitura. El músico tiene que elegir accidentalmente lo que va a tocar —explicaba.
En 1971 llego a la McGill University para enseñar composición y desarrollar el estudio de música electrónica que se convirtió en un centro muy importante en Norteaméríca. En 1969 conoció a su musa y compañera de vida Meg Sheppard. Juntos hicieron múltiples conciertos y grabaciones a los largo de 50 años.
Su trabajo como compositor fue un laboratorio de experimentación musical caracterizada por la búsqueda de nuevas sonoridades, nuevos lenguajes, el trabajo con la voz humana y los recursos tecnológicos, pero también estuvo muy involucrado con docencia y con la divulgación internacional de la música latinoamericana.
Además de compositor, alcides lanza fue también pianista y director. En 1987 y en 1992 realizó Maratones de piano en la Sala Pollack, de Montreal. En la última ejecutó el piano durante cinco horas, interpretando 48 obras para piano, sincronizado a veces con cintas magnéticas, sintetizadores digitales o videos.
Alcides Lanza realizó innumerables conciertos para televisión y radio, grabó muchísimos discos y recibió múltiples premios por su labor como compositor y por su trabajo en la difusión de la música contemporánea.
Fue sin duda uno de los compositores más importantes de su generación. Descanse en paz.