Valuntonytė_persona_musical
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Creación de la persona musical académica

Neringa Valuntonytė

Creación de la persona musical académica:
exploración de identidades artísticas en la interpretación del piano clásico

Traducción de Rubén López-Cano


Introducción


En las últimas dos décadas los estudios sobre la interpretación musical se han interesado en la identidad del intérprete durante la performance: ¿el intérprete que vemos en el escenario representa su “verdadero yo” o encarna algún tipo de personaje u otra entidad? El término persona musical intenta conceptualizar la naturaleza social y pública de la identidad que asumimos cuando interpretamos música ante un público. Si bien esta noción se ha desarrollado ampliamente en la música popular, también se puede aplicar a la interpretación de la música de arte europea, música académica o música clásica. En éste ámbito ¿cómo se evalúa la identidad de un músico en este contexto?; ¿qué aspectos de la identidad habitual de los músicos son trasladados consciente o inconscientemente a la persona musical que percibe el público en escena? 

En este artículo expondré algunos de los resultados de la investigación artística que realicé para mi tesis doctoral sobre la creación de dos personae musicales para mi interpretación pianística. En primer lugar reflexionaré sobre la necesidad que tenemos en la música clásica de crear marcas personales para una mejor promoción y difusión de nuestra actividad artística. Luego abordaré cómo esto afecta a la identidad artística que construimos y qué relación tiene esta con nuestro ser real. Después haré una introducción al concepto de persona musical y destacaré su utilidad tanto para comprender quiénes somos cuando hacemos música como para planificar y potenciar nuestra carrera musical. Para ello presentaré un modelo teórico que he desarrollado en mi tesis doctoral que sirve tanto para el análisis como para la construcción de una o varias personae musicales que se adapten a nuestro proyecto artístico. De este modo, describiré el proceso de creación de dos personae musicales que diseñé para interpretar en mis conciertos. Expondré sus características y definiciones y cómo fueron presentadas en distintos conciertos. También detallaré el lenguaje corporal, presencia escénica, vestimenta y la disposición del escenario empleados en cada caso. Por último haré un balance y evaluación de las experiencias de concierto que tuve con ambas personae musicales y cómo afectaron a mi interpretación musical. 


La música de arte occidental y las nuevas necesidades de difusión y promoción musical


Hasta hace no mucho tiempo la música clásica era concebida como un arte exclusivo, serio y resistente a los efectos de la cultura de masas. Sin embargo, ahora participa en una especie de competición con otras formas de entretenimiento. Con el fin de promoverse, sus artistas se ven obligados a involucrarse en diversos mecanismos de difusión y marketing. Deben presentar su arte y a sí mismos como un producto competitivo y rentable. La música popular ha desarrollado con mayor intensidad estas estrategias y sus modelos de promoción están influenciando a la música de arte occidental. En efecto, en colaboración con diversas agencias artísticas y de relaciones públicas, los intérpretes de este ámbito han comenzado a construir imágenes públicas de sí mismos y a comunicarlas tanto en presentaciones en vivo como en diversos medios digitales. Para mantenerse relevantes, muchas personas que se dedican a esta música dependen cada día más de las tendencias contemporáneas de la publicidad.

Una situación particularmente problemática se observa en el caso de los intérpretes más jóvenes que no cuentan con la colaboración de representantes o agencias artísticas profesionales. Para aquellos que inician sus carreras, resulta especialmente difícil obtener ofertas de conciertos, crear por sí mismos su imagen pública y participar en estrategias publicitarias. Además, la creciente oferta de intérpretes profesionales a nivel mundial disminuye la posibilidad de que estos músicos logren establecer colaboraciones con agencias artísticas, amenazando sus oportunidades de convertirse en artistas activos.

En este contexto, es posible apreciar como comienzan a proliferar cursos y publicaciones destinados a la autogestión y emprendimiento específicamente dirigidos a músicos clásicos. En éstos se promueven estrategias para desarrollar una carrera sin la intervención de agencias externas ya sea de manera temporal o definitiva (Beeching 2020; Kerres, Mehne 2017; Nytch 2018). Estos trabajos enseñan a los intérpretes el funcionamiento de la industria musical así como la manera de crear una imagen pública y estrategias de comunicación y venta. Ahora, los músicos deben convertirse en sus propios gestores y agentes y deben participar activamente en los procesos de mercadotecnia para desarrollar su carrera. Por primera vez, los músicos de este ámbito enfrentamos la necesidad de ampliar sus conocimientos más allá de la interpretación y contenidos musicales. Debemos involucrarnos en actividades que rara vez se enseñan en conservatorios y universidades.

Uno de los primeros pasos que sugiere la literatura sobre autogestión y emprendimiento es la creación de una marca personal sólida y única. Esta definirá las características individuales, valores, reputación e impresión que cada artista proyectará públicamente (Casas 2017; Arruda 2019; Peters 1997). Si bien cualquier persona de manera natural ya posee una “marca personal”, es necesario su gestión y desarrollo activos. Por otro lado, las necesidades de promoción en la música de arte europea se articulan con algunos problemas que padece como la necesidad de construir nuevas audiencias, atraer a un público más joven y mantener su relevancia cultural. 

Adaptar los principios de la marca personal a nuestro campo presenta importantes desafíos. En primer lugar, debemos aprender aspectos de un ámbito completamente ajeno al arte. En segundo lugar, el desarrollo de una marca personal implica un proceso de comercialización que puede llevar al artista a priorizar algunos rasgos de su identidad por sobre las características de la música que se va a interpretar. Desde esta perspectiva, lo que se interpreta ya no es determinado repertorio, sino la personalidad misma del intérprete: es la performance de su Yo. Sin embargo, creo que es posible explorar enfoques más creativos y artísticos en la construcción de las identidades musicales profesionales. Es posible que éstas se relacionen de manera más artística con la práctica interpretativa y que no se limiten a la rentabilidad de una identidad comercial. 


Performando la identidad artística


El relativamente nuevo concepto de marca personal exige cautela al evaluar la interpretación pianística en la música académica. Si bien se espera que un intérprete posea una individualidad y personalidad propia, existe el riesgo de que su ego desplace a un segundo plano el significado y valor artístico de cada obra, su contexto o las intenciones del compositor. Por el contrario, la falta de individualidad y personalidad también resulta problemática. Por ejemplo, la distribución musical por medio de grabaciones fonográficas ha provocado que se creen cánones interpretativos fuertes. Muchos músicos tienden a imitar las interpretaciones de los grandes maestros generando cierta homogeneización en los estilos interpretativos. Algunas personas estudiosas de este fenómeno lo denominan precisamente crisis de identidad (Doğantan-Dack 2017; Laws 2019; Navickaitė-Martinelli 2014). En efecto, algunos pianistas, especialmente en concursos, suelen recibir críticas por la falta de originalidad de sus interpretaciones. A menudo se señala que carecen de “magnetismo” o que sus aproximaciones a cada obra son “demasiado correctas” (Cumming 2000: 31).

La violinista e investigadora artística Barbara Lüneburg se refiere a la individualidad de cada artista con el término carisma. Se trata de un atributo que se considera innato y que consiste en un magnetismo que inspira confianza, admiración y lealtad. Socialmente se vive como un “talento poderoso conferido divinamente” (Lüneburg 2013: 72). La noción de carisma presupone una concepción romántica de la individualidad del intérprete. Del mismo modo, si este carisma se desborda y el artista no puede controlar su ego, puede eclipsar todos los valores que se le suelen atribuir a las piezas de la música que interpreta. 

Lüneburg advierte que la noción romántica de carisma puede transformarse en algo más pragmático. Se puede controlar y usar en beneficio de un proyecto artístico cuando la persona artista que la emplea es consciente de cómo lo usa y del contexto social donde presenta su arte (Lüneburg 2013: 72). De este modo, es posible trabajar algunos aspectos de la presencia e identidad del intérprete que evite los excesos. 


¿Quiénes somos cuando hacemos música?: la persona musical


El concepto de persona musical que empleo en este artículo fue introducido por Philip Auslander quien lo concibe como “la versión de sí mismo que un músico interpreta en su condición de músico” (Auslander 2006: 104). La persona musical representa una identidad pública construida socialmente que los músicos adoptan cuando interpretan música sobre un escenario. Sin embargo, puede incorporar, aunque no necesariamente, diversas facetas de su identidad “real”. El origen etimológico de la palabra persona se encuentra en el término griego antiguo prosopon, que se refería a la máscara física que usaban los actores en el teatro, y en el término etrusco phersu, que también se refería a una máscara o a una persona enmascarada (Marshall et al. 2020: 25; AAVV 2023). El concepto comenzó a utilizarse en el ámbito de la psicología cuando Carl Gustav Jung afirmó que la identidad de una persona posee dos aspectos principales: el interno y el externo. Al primero lo denomina alma, mientras que al segundo lo llama persona. Esta última funciona como una máscara que protege el alma vulnerable en la vida social (Jung 1921: 557). Se trata de la parte de la identidad que se construye y utiliza específicamente en el ámbito público. De este modo, la parte interna es la dimensión incontrolable y vulnerable de la identidad, mientras que la externa está relacionada con las influencias sociales y el contexto del individuo. Esta última puede observarse y gestionarse voluntariamente de manera efectiva.

El sociólogo Erving Goffman señaló que cada individuo utiliza una persona adecuada para cada marco social, es decir, para cada contexto en el que se desenvuelve (Goffman 1974: 10–11). Un sujeto puede tener múltiples máscaras que emplea según la situación social en la que interactúe. Esta idea ha influido en los estudios de performance. En la interpretación escénica se suele destacar la diferencia entre la identidad interna y externa. El escenario es, en sí mismo, un marco social específico al que el intérprete debe adaptarse. En el ámbito de la música académica, en particular, el escenario presupone ciertas normas y reglas de conducta a las que tanto el intérprete como el público deben ajustarse. El intérprete ajusta su persona musical a ese marco social de manera intencional o inconsciente. Cuando se analiza una performance artística no siempre resulta fácil distinguir entre los rasgos naturales e involuntarios y los que han sido ensayados y planificados meticulosamente por los artistas.

Autores como Philip Auslander (2021), Matthew Gelbart (2003), Allan F. Moore (2012), Charles Fairchild y David P. Marshall (2019), han investigado el concepto de persona musical fundamentalmente en las interpretaciones de música popular y rock. Se considera que en una presentación en vivo existen tres componentes principales del intérprete en escena: la persona “real” (o identidad interna), la persona musical (identidad externa adaptada al escenario) y el protagonista o personaje (la pieza musical en sí misma o la voz poética que habla a través de una canción) (Auslander 2021; Moore 2012). No es fácil distinguir o separar estas tres dimensiones, especialmente en la música popular o rock, pues suelen entrelazarse. Por ejemplo, en la interpretación de una canción con frecuencia parece que el músico nos está contando aspectos de su vida personal (Gelbart 2003: 204–206). Por su parte, en la interpretación de música clásica instrumental en ocasiones los intérpretes seleccionan obras y adaptan su interpretación en función de ciertos aspectos de su propia persona musical. 

Con frecuencia deseamos que a través de nuestras actuaciones el público crea que está observando la versión “más auténtica y honesta” de nosotros. No obstante, Auslander sostiene que es imposible para el público percibir realmente a la persona “real”, ya que toda presentación pública se realiza a través de una persona musical (Auslander 2021: 27–28). En consecuencia, todo lo que se observa en el escenario, sin importar cuán honesto, intencional o no intencional parezca, debe entenderse como la interpretación de esa persona musical. En última instancia, resulta imposible afirmar con certeza si algún elemento de la performance es completamente espontáneo y genuino o si ha sido ensayado y planificado.

Existen intérpretes que han manifestado abiertamente haber creado una persona musical específica para expresar mejor sus ideas musicales o sentirse más cómodos en el escenario. Este fenómeno suele describirse como la creación de un alter ego y ha sido documentado en artistas como David Bowie, Beyoncé y otros. Éstos han creado una suerte de máscara deliberada que protege al sujeto “real” que está detrás de una performance. Por ejemplo, el alter ego de Beyoncé se llama Sasha Fierce y la define de la manera siguiente:

Sasha Fierce es una faceta más divertida, sensual, agresiva, extrovertida y glamurosa que surge cuando estoy trabajando y cuando estoy en el escenario. [… Gracias a ella] tengo a alguien más que toma el control cuando es el momento de trabajar y estar en el escenario; este alter ego que he creado me protege a mí y a quien realmente soy (Beyoncé citada en MacInnes 2008).

Por su parte, Bowie creó múltiples alter egos. El más famoso y exitoso de ellos es sin duda Ziggy Stardust quien posee toda una historia personal ficticia distinta a la de su creador: 

Stardust era una estrella de rock bisexual de otro planeta enviada a la Tierra antes de una inminente catástrofe apocalíptica para transmitir un mensaje de esperanza […] Aclamado como un mesías, Stardust sucumbe a las tentaciones de la fama y la fortuna, termina por perecer (…) (Bertram 2020).

Construir una identidad alternativa puede aportar distintos beneficios a los artistas. Por ejemplo, les puede permitir expresar ciertas ideas sin que la persona “real” interfiera o se vea afectada. También es cierto que el público puede percibir de manera no positiva la idea de no ver al artista verdadero en escena. Sin embargo, hay muchas maneras de acceder a la persona “real” de artistas como Beyoncé o Bowie a través de entrevistas, prensa, Internet u otros medios de comunicación. Toda esta información permite al público tener un conocimiento más profundo tanto de las identidades reales de sus artistas favoritos como de los personajes que crean para performarlos en el escenario.

Toda la información disponible sobre un artista nos muestra que la construcción de la persona musical integra elementos e informaciones que desbordan sus actuaciones en un escenario. También juegan un papel importante sus entrevistas, reportajes, declaraciones, intervenciones en redes sociales, etc. Por otro lado, hay casos en los que un mismo intérprete desarrolla múltiples personas musicales o diferentes facetas de una misma persona musical. Al mismo tiempo, sin embargo, el acceso a la persona “real” sigue siendo necesario para que el público mantenga la ilusión de conocer y aproximarse al verdadero artista.


Un modelo teórico sobre la conformación de la persona musical 


Para comprender la formación de una persona musical propongo la siguiente conceptualización expresada en un diagrama piramidal (ver Figura 1). En la punta de la pirámide encontramos la identificación de la persona musical; es decir, su nombre tal y como se presenta en diversos espacios de difusión como conciertos, grabaciones, redes sociales, etc. Por abajo se distinguen los dos principales contextos en los que se desenvuelve esta persona; es decir, su presencia en escena o en los medios digitales. En el siguiente estrato se distinguen tres niveles de persona musical: nivel profesional, nivel público y nivel privado. Profundizaré en este punto más adelante. Por último, en la base de la pirámide está la caracterización de la persona. Se trata de un texto narrativo de unas cuantas líneas que describe las características de la marca personal. Veremos un ejemplo de ello también más adelante. 

Figura 1. Conformación de la persona musical (elaboración propia)


Persona musical en tres niveles


La tendencia a permitir que la audiencia conozca la personalidad real del intérprete puede tener repercusiones en su promoción como artista. Los estudios de marketing recientes han señalado que, debido a sus dimensiones humanas, las marcas personales están ejerciendo una mayor influencia en la sociedad que las marcas de productos (Rangarajan, Gelb, Vandaveer, 2017: 4). Por ello, diversas empresas promocionan sus productos a través de influencers que hablan de ellos en sus perfiles personales en redes sociales. Sus seguidores confían más en estos individuos que en un producto comercializado de manera convencional. En el fondo, los followers buscan recibir una opinión o confirmación sobres sí mismos y necesitan que la celebridad en quien confían les proporcione dicha validación.

Esas “dimensiones humanas” que resalta el marketing de redes sociales tienen un punto de contacto con la literatura sobre autopromoción y emprendimiento en músicos clásicos. En ésta se aconseja ser honesto y fiel a uno mismo para construir una marca personal fuerte y única. La honestidad fortalece la conexión humana entre el artista y el público, fomenta la identificación y el reconocimiento de intereses compartidos más allá de la interpretación musical y genera confianza. Este principio indica que la dualidad propuesta por Jung entre alma y persona o identidad interna y externa es hoy en día mucho más flexible y sus fronteras más difusas. De hecho, se puede utilizar estratégicamente información íntima o privada para construir una persona musical. Esto se observa en músicos que comparten información sobre sus relaciones personales, familia, condiciones físicas y psicológicas, entre otros aspectos, en diversos espacios como redes sociales.

Según David P. Marshall, Christopher Moore y Kim Barbour, al analizar la presencia digital de la persona artística, se pueden identificar tres niveles de identidades: el profesional, el personal y el íntimo. El nivel profesional describe las habilidades y la ocupación del artista. El nivel personal abarca sus pasatiempos y actividades fuera del ámbito artístico, mostrando al individuo que yace detrás del artista. El nivel íntimo involucra la información más privada, generalmente compartida solo con un círculo cercano de confianza (Marshall et al., 2020: 65). Estos registros son fácilmente perceptibles en la identidad digital de un intérprete. Sin embargo, en el contexto de la interpretación en vivo, suele asumirse que la persona musical se manifiesta únicamente a través del registro profesional. No obstante, al analizar a los artistas contemporáneos, se observa que la forma en que lucen, se comportan e incluso visten, junto con algunos aspectos de su vida privada o su concepción de la vida en general que expresan en entrevistas o en redes sociales, también transmite información relevante sobre su identidad artística. Esta manera de presentarse al mundo contribuye a la construcción de dimensiones humanas necesarias para la conexión con su audiencia.

A continuación propongo una adaptación del modelo de tres niveles de la persona artística de Marshall, Moore y Barbour al intérprete de música de arte occidental. El nivel profesional comprende las habilidades profesionales del intérprete, destrezas técnicas, comportamiento y etiqueta. Por su parte, el nivel público incluye la identidad sociocultural, sus opiniones sociales y políticas, participación en movimientos sociales, actividades filantrópicas y otras acciones de carácter público. Por último, el nivel privado contempla las ocupaciones personales, aficiones, rasgos de personalidad, aspectos psicológicos y fisiológicos, relaciones familiares y personales, entre otros.

Esta categorización puede emplearse tanto para el análisis de una persona musical ya constituida como para la construcción de una nueva identidad artística. 


Creación de dos personae musicales 


La investigación artística que desarrollé para mi tesis doctoral se centró en la construcción de dos personae musicales diferentes. A la primera la llamo persona musical auténtica y se fundamenta en algunos de los elementos de mi identidad personal real principal. Por su parte, la segunda la denomino persona musical alternativa. Se trata de un alter ego opuesto a la primera. Para el desarrollo de ambas emplee el modelo de niveles de persona explicado anteriormente. En esta investigación pude constatar cómo este modelo funciona adecuadamente tanto como marco para una autoexploración personal basada en la introspección como para la articulación de un personaje escénico “ficticio”. 

Para la creación de una persona musical auténtica, el modelo de niveles de persona se transformó en un marco de autorreflexión e introspección basado en preguntas dirigidas a analizar tres aspectos fundamentales:

  • Nivel privado: ¿Qué tipo de persona soy?
    Para este nivel exploré mis propias características, rasgos internos y temperamento a través de preguntas como las siguientes: ¿cómo es mi carácter?; ¿qué suelo sentir?; ¿en qué creo?; ¿cuáles son mis valores?; ¿cuáles son mis intereses? o ¿qué me inspira?
  • Nivel público: ¿Cuál es mi identidad sociocultural?
    Aquí examiné mi afiliación sociocultural mediante preguntas como: ¿pertenezco a algún grupo social o cultural determinado?; ¿deseo defender o representar a estos grupos de alguna manera? o ¿quiero oponerme o apoyar los valores de estos grupos?
  • Nivel profesional: ¿Cuáles son mis habilidades profesionales?
    En este aspecto realicé una evaluación de mis capacidades técnicas al piano y mi estilo interpretativo a partir de interrogantes como: ¿cuáles son mis habilidades?; ¿cuáles son mis talentos? o ¿cuáles son mis logros?

Este proceso deautoanálisis exhaustivo y detallado fue toda una forma de terapia que facilitó mi reflexión sobre la visión, intenciones y objetivos de mi carrera. 

Dado que la impresión que tenemos de nosotros mismos suele diferir de la imagen que proyectamos a los demás, también solicité la colaboración de personas cercanas con el fin de realizar una introspección más completa y desarrollar más los niveles privado y profesional. Esta estrategia se inspiró en un ejercicio denominado pregunta a cinco personas, desarrollado por el coach profesional Bernhard Kerres. Además de preguntar a varias personas cercanas sus opiniones sobre mis características privadas y profesionales, el análisis del nivel privado lo profundicé con las aportaciones de un psicoterapeuta. Con ello complementé el proceso de autorreflexión. Esta decisión tuvo el propósito de hacer el autoanálisis lo más detallado posible. 

A partir de este ejercicio de autorreflexión, se establecieron los siguientes elementos de la persona musical auténtica (ver Figura 2):

  • Nivel privado: Sensible; introspectiva; melancólica; emocional; introvertida; un tanto pesimista y autocrítica.
  • Nivel público: Música académica; comprometida críticamente con la tradición del recital pianístico y con la investigación en las artes.
  • Nivel profesional: Auténtica; respetuosa de las intenciones del compositor; profesional; técnicamente competente con capacidad para manejar una paleta sonora diversa y desprovista de pretensiones.

Estas características se integraron en una narrativa que funciona como una descripción sintética de la marca personal de mi persona musical auténtica: Una pianista sincera, introspectiva y melancólica con un toque de sensibilidad pesimista. Una artista que busca transformar y modernizar la tradición académica del piano promoviendo un enfoque más accesible y cercano a la apreciación musical, desafiando la percepción elitista de la música de arte occidental.


Figura 2. La persona auténtica (foto de Jonas Šopa).

Como ya he mencionado, la persona musical alternativa es un alter ego de la anterior que contrastara con mi Yo auténtico. Para facilitar este proceso, tomé como referencia un arquetipo común: el de una pianista femenina seductora, sociable, coqueta y extrovertida. Este estereotipo ampliamente reconocido proporcionó referencias accesibles a partir de las personalidades de algunas personas especializadas en la interpretación del piano existentes así como de otros géneros musicales. No obstante, el principal desafío fue evitar una representación meramente paródica. Para garantizar su profundidad y riqueza de matices, resultó fundamental la colaboración con la actriz de teatro Ieva Labanauskaitė. Su experiencia actoral fue clave tanto para el desarrollo de las características internas del personaje como para su construcción corporal escénica.

En este caso, el modelo de niveles de persona no se utilizó para la autorreflexión sino como una herramienta para la construcción de una base narrativa de un personaje. El alter ego resultante se definió a través de los siguientes rasgos (ver Figura 3):

  • Nivel privado: Romántica; seductora; juguetona; extrovertida; sensual y emocional.
  • Nivel público: Mujer; pianista.
  • Nivel profesional: Profesional; expresiva; íntima.

Figura 3. La persona musical alternativa (fotografía de Jonas Šopa).

La persona musical alternativa también se sintetizó en una narrativa concisa: Una artista extrovertida y apasionada, en constante búsqueda del amor, inspirada por el arte y la literatura, profundamente admiradora de Claude Monet, Pablo Neruda y Frida Kahlo. Su misión artística es comunicar la esencia de la música, recordando al público el propósito fundamental del arte: evocar amor y pasión. Se nutre de la energía de la audiencia y valora la conexión humana. En su interpretación, no solo ofrece música, sino también una parte de su alma.

La aplicación del modelo de niveles de persona en la creación de ambas identidades escénicas demostró ser altamente beneficiosa. En primer lugar, al analizar la naturaleza multifacética de la persona musical auténtica, surgieron cuestionamientos esenciales sobre mis motivaciones subyacentes en la interpretación musical y mis concepciones artísticas. En segundo lugar, esta introspección permitió replantear el formato tradicional del recital pianístico, un aspecto que no había sido considerado previamente en mi investigación. Este proceso facilitó una comprensión profunda de mi visión artística y profesional.

Por otro lado, el modelo de niveles de persona colaboró a evitar que la construcción de la persona musical alternativa se agotara en un vacuo ejercicio de parodia. Entre otras cosas, permitió una exploración detallada de las motivaciones artísticas del personaje creado. Comprender el “por qué” detrás de sus atributos, como su sexualidad y extroversión, resultó fundamental para la interpretación escénica. 


Construcción de cuerpo e imagen para las personae musicales


Las audiencias contemporáneas están habituadas a una experiencia musical predominantemente visual. En la recepción de una interpretación cobran tanta importancia los elementos visuales como los sonoros. Para los espectadores sin formación musical, las señales visuales desempeñan un papel fundamental en su comprensión del espectáculo. Por ello decidí apoyar la interpretación de cada una de las personae musicales creadas con un dispositivo visual específico dentro de mis interpretaciones. Además, este enfoque visual me ofreció una ventaja adicional: la posibilidad de experimentar con ambas personas musicales sin comprometer la integridad de la expresión musical.

La selección de los componentes visuales específicos se basó en tres preguntas fundamentales: ¿cómo debo comportarme?; ¿cómo debo lucir? y ¿cómo puedo utilizar el entorno para crear la atmósfera adecuada? Estas cuestiones se resolvieron en tres principales categorías visuales: el lenguaje corporal, la indumentaria escénica y la ambientación del escenario. Para la planificación y desarrollo de los elementos visuales de ambas personae musicales, recurrí de nuevo a la colaboración con la actriz Ieva Labanauskaitė. Dado que el objetivo era la construcción de interpretaciones expresivas, la perspectiva proveniente del ámbito teatral fue esencial. Si bien el foco principal de la colaboración residió en la creación de un lenguaje corporal y una presencia escénica convincentes, aspectos como la vestimenta y la disposición del escenario también fueron analizados en detalle.


Lenguaje corporal


La aproximación al lenguaje corporal varió entre ambas personae. Para la persona musical auténtica realicé un proceso “de adentro hacia afuera”. Dado que el personaje interpretado estaba alineado con mi propio ser, comencé enfocándome en mis propias emociones traduciéndolas posteriormente a gestos corporales. Por ello analicé mis gestos habituales y decidí aplicarlos conscientemente durante la interpretación. Entre ellos se incluían el cierre de ojos, el ceño fruncido, el perfil vuelto hacia el público, gestos manuales mínimos entre piezas y una postura generalmente estática. También incorporé gestos más expresivos que no me son necesariamente habituales. Por ejemplo, una mirada prolongada hacia la distancia, movimientos ocasionales de balanceo y la inclinación de la cabeza hacia el público para mejorar la visibilidad de mi rostro.

En contraste, la interpretación de la persona musical alternativa requirió un enfoque “de afuera hacia adentro”. Primero abordé los aspectos gestuales para llegar posteriormente a los emocionales. Presté especial cuidado a la entrada en escena: una caminata lenta y deliberadamente seductora acompañada de una sonrisa pronunciada. Permanecí en el escenario por un tiempo más prolongado de lo habitual al tiempo que mantuve contacto visual intenso con la audiencia tanto en los agradecimientos como en el momento de ocupar mi sitio en el piano. Además, utilicé estratégicamente el velo de mi vestido dejándolo caer sobre el banco del piano tanto al sentarme como al levantarme. Durante la performance pianística experimenté con una mirada distante con los ojos cerrados y una leve sonrisa. Realicé inclinaciones de la cabeza hacia arriba o hacia los lados para sugerir interacción con el público. También incorporé movimientos corporales expresivos durante los clímax musicales acompañados de gestos amplios con las manos y culminando con el acto dramático de lanzar el cabello hacia adelante para intensificar el impacto emocional.


Indumentaria escénica


Para encarnar la persona musical auténtica elegí un atuendo relativamente convencional similar a mi vestimenta habitual: pantalones anchos de color azul combinados con una blusa del mismo tono, complementados con zapatos de plataforma informales. El cabello estaba recogido en un moño con un solo mechón suelto enmarcando el rostro. Esta estética minimalista resonaba con la naturaleza introvertida del personaje propuesto y, al mismo tiempo, incorporaba toques modernos insinuando un deseo de desafiar la tradición: no usé un vestido largo. 

Por su parte, la persona musical alternativa requería un atuendo visualmente más impactante. Opté por un vestido largo de color verde, adornado con detalles brillantes, con un diseño abierto que dejaba al descubierto los hombros, una abertura atrevida y un velo lateral. El vestido destacaba mi figura y resultaba indudablemente glamuroso sin llegar a ser vulgar. Los tacones altos acentuaban aún más mi presencia física, mientras que los accesorios minimalistas mantenían el foco en el vestido. Un labial rojo intenso completaba mi apariencia y el cabello se peinó en rizos sueltos y ligeros.


Ambientación del escenario


Si bien la sala de conciertos de la Academia Lituana de Música y Teatro sirvió de escenario para ambas interpretaciones, el entorno fue adaptado para reflejar cada persona musical. Para la persona musical auténtica trabajé a partir de sus características definitorias: modernidad, melancolía e introversión. Estas fueron la base para diseñar un entorno expresivo adecuado. En esta performance se enfatizó más el entorno de mi cuerpo. Para generar una sensación de intimidad, las sillas del público se reubicaron más cerca del escenario. En la iluminación se usaron diversas tonalidades de luz acompañadas de sombras del piano y de mi figura en el fondo. La intención era evocar una atmósfera envolvente y meditativa (ver Figura 4).


Figura 4. Interpretación de la persona musical auténtica.

En contraste, la ambientación para la interpretación de la persona musical alternativa fue menos elaborada. La sala permaneció en gran medida inalterada. A diferencia de la performance anterior, en ésta se puso más énfasis en el cuerpo de la persona musical que en el entorno. Se emplearon algunos elementos adicionales como iluminación escénica en tonos rojos y una máquina de humo. El objetivo era crear una atmósfera romántica y onírica asegurando al mismo tiempo que el entorno permaneciera en segundo plano. Esto permitió que la expresividad del personaje asumiera el protagonismo (Figura 5).


Figura 5. Interpretación de la persona musical alternativa.


Los conciertos


Se puede apreciar algo de las experiencias de concierto en estos dos videos de trabajo que representan la persona musical auténtica (ver vídeo 1) y la persona musical alternativa (ver vídeo 2).

Vídeo 1. Recital con la persona musical auténtica de Neringa Valuntonyte.

Vídeo 2. Recital con persona musical alternativa de Neringa Valuntonyte.


Evaluación 


Ambas interpretaciones fueron analizadas mediante una evaluación tanto del resultado de mi ejecución y como del estado interno que experimenté. Me concentré en dos cuestiones fundamentales: ¿cómo afecta a la interpretación musical la atención a los elementos visuales durante la performance?; y ¿cuáles fueron las principales diferencias entre la interpretación de mi persona musical auténtica y la alternativa?

En relación con la primera cuestión, se observó que la creación y comunicación estratégica de una persona musical puede dar lugar a interpretaciones musicales más singulares y personalizadas. Al planificar cuidadosamente los medios visuales para expresar cada persona musical, me volví más creativa y propensa a desarrollar programas especiales y variados. Además, los aspectos visuales de cada una de ellas potenciaron la profundidad emocional de mi interpretación. También ofrecieron estímulos adicionales al tiempo que enriquecieron la dimensión emotiva de la performance. Además, colaboraron a otorgar un marco coherente con la concepción de cada persona musical.

No obstante, también se advirtió que la incorporación de elementos adicionales más allá de la ejecución musical en sí misma resulta compleja y exige una considerable inversión de recursos materiales y humanos. Además, introdujo un aumento significativo del estrés previo a la presentación. En conclusión, si bien la construcción de una persona visual requirió un esfuerzo y dedicación adicionales, también generó un impacto sustancial en el valor emocional y artístico de la interpretación en su conjunto.

Al comparar las interpretaciones de la persona musical auténtica y la alternativa, se identificaron diferencias significativas. Sorprendentemente, resultó un desafío mayor interpretar la primera. Dado que la persona musical auténtica se basó predominantemente en una dimensión personal e íntima, se produjo un notable incremento en la autocrítica y la ansiedad durante la ejecución. Sin embargo, el estrés se redujo considerablemente cuando me enfoqué en los aspectos visuales. Esto pone en evidencia que una aproximación meticulosa y técnica a la dimensión visual puede contribuir a mitigar la autocrítica por la ejecución estrictamente musical.

Por el contrario, el proceso de trabajo para la construcción de la persona musical alternativa resultó notablemente más relajado y placentero. Al no existir una conexión personal con este personaje, la presión por el afán de perfeccionismo se redujo significativamente. No viví la posibilidad de cometer errores como una cuestión personal. Asimismo, la interpretación de esta persona fue considerablemente más expresiva y lúdica. Mi experiencia ha comprobado la utilidad del concepto y principios fundamentales que están detrás de la creación de un alter ego artístico. Esto abre una prometedora vía de investigación académica y artística sobre este tema.


Conclusiones


El desarrollo y gestión de la persona musical de un intérprete en el ámbito de la música de arte occidental es un proceso multifacético que integra de manera estratégica elementos de autenticidad con recursos teatrales. A medida que los músicos académicos enfrentan las exigencias del mercado cultural contemporáneo, se vuelve cada vez más relevante la necesidad de construir y proyectar una persona musical convincente. La aproximación creativa de la investigación artística puede resultar invaluable para los músicos. Ésta no solo facilita su adaptación a la evolución de la industria de la música clásica. También, al permitirles explorar su identidad artística, les da la oportunidad de fomentar una sensación de liberación, mejorar el control sobre la presencia escénica y, en última instancia, optimizar la calidad de la interpretación musical. El principal aporte del trabajo aquí presentado ha sido sin duda descubrir el poder transformador que ofrece la construcción de una persona musical alternativa. Este recurso permite potenciar significativamente la expresividad general e incluso la calidad de la ejecución musical.


Referencias


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Chicago:

Valuntonytė- Neringa. 2025. «Creación de la persona musical académica: exploración de identidades artísticas en la interpretación del piano clásico». Sonus Litterarum 12.


APA:

López-Cano, R. (2025). Creación de la persona musical académica: exploración de identidades artísticas en la interpretación del piano clásico. Sonus Litterarum, 12.

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