La isla de la oreja de Bernard Völlmy
La isla de la oreja de Bernard Völlmy

Mitología Neuronal: una leyenda llamada oído absoluto

Víctor Barrera García

Los mitos que se creen,
tienden a convertirse en realidad.
George Orwell

En el vasto jardín de la música, donde los sonidos danzan como flores al viento, nuestro cerebro ha germinado una sublime cualidad que solo algunos poseen: el oído absoluto. Cautivador y fascinante, a lo largo de la historia ha sido considerado como una rara joya, un regalo divino, o un talento especial otorgado por los dioses a un selecto grupo de elegidos, ofreciéndoles el poder de escuchar hasta el mas mínimo susurro que habita en la intimidad de cada sonido, de cada nota musical, así como las melodías que fluye en el tejido mismo del universo; una contundente habilidad que despierta la percepción sensorial a un nivel de conexión profundo con las frecuencias sonoras. Las notas musicales, esas gotas de sonido que forman océanos melódicos, encuentran su morada perfecta en el oído absoluto.

Fig.1. Acuarela titulada La isla de la oreja de Bernard Völlmy, 2005. Colección del autor.

El cerebro, por medio de la corteza auditiva y a través de un exquisito y sofisticado proceso de codificación neuronal transforma las vibraciones de los sonidos provenientes del oído en información que le permite identificar duración, tono, intensidad, altura y procedencia para comprender e interpretar los estimulos sonoros que percibimos, sin embargo en el caso de quienes cuentan con el oído absoluto pueden nombrar notas musicales sin referencia con lo que cada sonido como por arte de magia se transforma de manera tal como si fuera un color preciso en la paleta de un pintor esperando ser mezclado en armonía perfecta, por lo que quienes cuentan con esta habilidad pueden identificar y señalar sin esfuerzo alguno cada tono o sonido que emergen del silencio, de manera tan perfecta y real como si pudieran tocar las estrellas y sentir su resplandor entre sus dedos.

Por siglos ha existido la firma creencia de que el oído absoluto es un talento innato, esto es que se nace y no se hace. Para las neurociencias ha sido un tema con gran interés de estudio en los últimos años y lo que han aportado las investigaciones neurocientíficas empienza a dar frutos para entendender mejor los mecanismos y el funcionamiento que subyacen a esta particular forma perceptual que en términos generales es considerada un subproceso perceptivo. Ahora sabemos que el oído absoluto puede desarrollarse gracias a diversos factores como son el entrenamiento musical adecuado y un ambiente favorable de adquisición. Curiosamente los descubrimiento sobre el tema también abrieron un debate al respecto, porque se ha encontrado que el oído absoluto es relativamente común en los trastornos del espectro autista y porque los poseedores del oído absoluto ya sean músicos o no pueden exhibir en mayor o menor grado algún rasgo autista (Wenhart et al., 2012), por otra parte, el análisis neuroanatómico muestra una mayor asimetría izquierda-derecha del tamaño del plano temporal en músicos con oído absoluto ( Schlaug et al., 1995).

Con este caprichoso regalo sensorial que otorga el cerebro también puede llegar un desafío, el de vivir en un mundo donde la música y los sonidos por lo regular no descansan. Bajo estas condiciones las notas musicales están en todas partes: en el timbre de una voz, en el tañido de una campana distante, en el ladrido de un perro o en el ulular de la brisa nocturna. Cada sonido es una invitación a un perpetuo baile sensorial, donde la esencia perceptual de quienes cuentan con esta sensibilidad se desplaza al ritmo de las composiciones invisibles que les rodean sin tregua ni descanso; la sinfonía de una lluvia, el susurro del viento o el murmullo de un río, así como muchos otros sonidos cotidianos, se suelen transformar en partituras vivientes, en melodías que se despliegan como un relato mágico ante su oído interior. Así, las notas se convierte en palabras de un poema, y cada melodía o idea musical puede tornarse en el capítulo de una novela sonora que solo ellos pueden percibir en su plenitud.

Hace algunos años fue publicado un revelador estudio longitudinal realizado con 24 niños que no contaban con dicha habilidad y que al finalizar el programa al que fueron sometidos desarrollaron el oído absoluto de manera exitosa (Fig.1), salvo dos niños que abandonaron el programa al mudarse de ciudad (Sakakibara, 2012). 



Fig. 1 Ejemplo de prueba de criterio para prueba de oído absoluto (Sakakibara, 2012

A pesar de las diferencias individuales de acuerdo al rango de edad de los participantes (2 a 6 años) los niños requirieron un promedio de tiempo de un año de entrenamiento (Tabla 2) para la memorización de los 9 acordes propuestos con las teclas blancas del piano (Fig.2) y de un periodo mínimo de 6 meses adicionales para el correspondiente a los de las teclas negras que oscilaban entre 5 y 15 tipos de acordes (Figs. 3 y 4) .


Tabla 2: perfil y resultados de 22 participantes (Sakakibara, 2012).

Fig.2: acordes correspondientes a las teclas blancas (Sakakibara, 2012).

Fig.3: los 5 Acordes correspondientes a las teclas negras (Sakakibara, 2012).

Fig.4: los 15 acordes correspondientes a las teclas negras (Sakakibara, 2012).

Uno de los resultados más interesantes fue la identificación y consiguiente clasificación de los tipos de errores que ocurrieron a lo largo del proceso de adquisición de la habilidad. Los datos ofrecieron información relevante para comprender la manera en que el cerebro lleva a cabo los procedimientos de aprendizaje en un actividad de gran especialización como lo es el desarrollo del oído absoluto. 

El análisis de datos se centró en la identificación de los 9 acordes correspondientes a las teclas blancas del piano, ya que el marco teórico señalaba que dicho logro era determinante para considerar la adquisición del oído absoluto. En el análisis secuencial de retardo positivo de la investigación, Sakakibara realizó una búsqueda de relaciones asociativas que fueran significativas entre las conductas registradas –como fueron la identificación de acordes–, además de patrones en las conductas perceptibles registradas. Ésto resultó en aproximadamente 100 intentos de identificación de acordes realizados cada día por los niños participantes, mismos que derivaron en información que se podía registrar e interpretar y que aportaba valiosos datos para comprender mejor el proceso de adquisición del oído absoluto durante el desarrollo del programa.

La tasa de aprendizaje de nuevos acordes no fue constante para todos los participantes, la adquisición se llevó a cabo de manera escalonada a lo largo del tiempo. El sistema de coordenadas muestra una meseta que comienza aproximadamente entre la incorporación de los acordes 5 y 7, lo que permitió comprender la necesidad de realizar un cambio en la estrategia para identificar exitosamente los acordes. Si bien, las tasas de errores no fueron altas permitieron comprender el proceso utilizado por los niños participantes, así como las diferencias temporales. (Fig.5 y 6).

page21image1304864
Fig.5 Caso 3, cambios en los números de acordes memorizados y el porcentaje de tres tipos de errores en un proceso que requirió 67 semanas (Sakakibara, 2012).   

Fig.6: caso 12, cambios en los números de acordes memorizados y el porcentaje de tres tipos de errores en un proceso que requirió 38 semanas (Sakakibara, 2012).   

El patrón de errores permitió clasificarlos en dos dimensiones: altura y croma tonal. Respecto a los errores de altura se produjeron más al inicio del entrenamiento y disminuyeron tras la aparición de los errores de croma, además ocurrieron errores señalados como no respuesta. 

El perfil de los errores a lo largo del proceso de adquisición del oído absoluto sugirió un cambio de estrategia a medida que los niños participantes aprendían a identificar los acordes: al principio, al ser pequeño el número de acordes, prestar atención a la altura funcionaba como una estrategia exitosa, sin embargo al ampliarse el número de acordes alrededor de 6, dicha estrategia llegaba a un techo que obligó a los niños a buscar otra forma más efectiva de identificación, por lo que comenzaron a prestar atención al croma y los errores de croma muestran una conciencia creciente del mismo.

Los resultados de la investigación de Sakakibara ofrecieron información relevante para profundizar en torno al desarrollo de nuevas metodologías, herramientas y estrategias de enseñanza-aprendizaje para la adquisición del oído absoluto, así como la posible correlación entre oído absoluto y lenguaje. Sabemos que existe un mayor porcentaje de personas tanto músicos como no músicos con esta habilidad en países donde se hablan lenguas tonales (Deutsch et al., 2009), además del posible impacto de dicha habilidad en otros ámbitos educativos, artísticos y del desarrollo del lenguaje. 

No obstante esta facultad excepcional, no olvidemos que todas las personas con o sin oído absoluto tenemos la oportunidad de percibir y disfrutar de diversas formas el placer sonoro de la misma manera que un poeta puede sentir la textura de las palabras y el fluir de las metáforas. En cualquier caso, es importante valorar en su justa dimensión el milagro que implica la capacidad auditiva como un regalo del cerebro que nos permite navegar por un océano de melodías y explorar las profundidades de la música con la certeza de un marinero estelar; porque todos somos habitantes, testigos y guardianes de la sinfonía de un cosmos enriquecido por las diferencias individuales, somos sonidos de un gran acorde que se funde en la inmensidad.

Finalmente nuestro oído interior es una puerta a un mundo infinito, colectivo y a la vez privado donde las notas musicales, así como el sonido, son estrellas en el firmamento de la imaginación, y donde cada acorde es una pincelada en el lienzo de las emociones humanas. 


Bibliografía


Deutsch, D., Dooley, K., Henthorn, T., & Head, B. (2009). Absolute pitch among students in an American music conservatory: association with tone language fluency. The Journal of the Acoustical Society of America125(4), 2398–2403. https://doi.org/10.1121/1.3081389

Lee, C. Y., & Lee, Y. F. (2010). Perception of musical pitch and lexical tones by Mandarin-speaking musicians. The Journal of the Acoustical Society of America127(1), 481–490. https://doi.org/10.1121/1.3266683

Sakakibara, A. (2012). A longitudinal study of the process of acquiring absolute pitch: A practical report of training with the “chord identification method.” Psychology of Music, 42(1), 86–111. doi:10.1177/0305735612463948 

Schlaug G., Jancke L., Huang Y., Steinmetz H. (1995). In vivo evidence of structural brain asymmetry in musicians. Science 267 699–701. 10.1126/science.7839149

Wenhart T, Altenmüller E. A Tendency Towards Details? Inconsistent Results on Auditory and Visual Local-To-Global Processing in Absolute Pitch Musicians. Front Psychol. 2019 Jan 22;10:31. doi: 10.3389/fpsyg.2019.00031. PMID: 30723441; PMCID: PMC6349732.Zatorre R. J. (2003). Absolute pitch: a model for understanding the influence of genes and development on neural and cognitive function. Nat. Neurosci. 6 692–695. 10.1038/nn1085

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sonus litterarum, la literatura del sonido, acerca los textos y contenidos sonoros y académicos al rededor  de le música, entendimiento y estudio.

Síguenos

¡Suscríbete!
Entérate de noticias y recibe notificaciones de publicaciones directo en tu buzón