Un breve relato sobre aves, arte y neurociencias
Las aves ha despertado una profunda fascinación en la humanidad desde hace miles de años de forma tan cercana e íntima que incluso cuando nos referimos a nuestro espacio vital solemos usar expresiones como dejar el nido o como con la compleja realidad cuando parten los hijos para independizarse nos referimos al nido vacío. De las evocadoras imágenes plasmadas en las cavernas paleolíticas en euroasia a las surrealistas e impactantes fotografías resultado del exquisito equilibrio entre arte, ciencia y tecnología apreciadas en la ornitografía (figura 1) y el actual uso de inteligencias artificiales (IA´s) en las investigaciones neurocientíficas, el canto, plumaje y vuelo de los pájaros han inspirado una gran diversidad de historias, relatos, invenciones, artilugios y arte que se entrelazan conjugando presente, pasado y futuro.
Todos en algún momento de nuestra vida cuando buscamos resolver una interrogante hemos recibido el sabio consejo de echar a volar la imaginación. Volar ha sido un símbolo de libertad, búsqueda e independencia, emoción inmortalizada en las artes recurrentemente como una especie de leitmotiv. En el Bel Canto podemos disfrutar con Verdi del famoso coro Va pensiero (Ve pensamiento, sobre alas doradas …) Bizet y su entrañable Habanera de la ópera Carmen (El amor es un pájaro que nadie puede domar …) En la música sinfónica Beethoven y sus evocadores temas de pájaros plasmados con las flautas de la Sinfonía Pastoral, Mahler en el tercero y quinto movimientos de su Tercera Sinfonía donde describe Lo que me dicen los animales del bosque y Lo que me dicen los ángeles … respectivamente.
Stravisnky tiene como protagonista en su ballet El Pájaro de Fuego a un personaje femenino con naturaleza de ave que porta plumas de oro y fuego. Messiaen y sus extraordinarias trece piezas para piano del Catalogue des oiseaux concebidas a partir del canto de los pájaros. Mussorgsky inmortalizó con violentos e incisivos acordes en sus Cuadros de una Exposición a la terrorífica bruja Baba Yaga quien en la profundidad de los bosques nórdicos habitaba una cabaña con patas de ave. Piazzolla rebosa melancolía en su sentido tango Los pájaros perdidos. Silvestre Revueltas nos legó el sorprendente Dúo para Pato y Canario desbordante de originalidad y singulares sonoridades. Podríamos citar infinidad de ejemplos más al respecto donde lo celestial y lo terrenal, así como lo sacro y lo profano se conjugan con las aves dentro de nuestro imaginario cultural: ángeles, demonios, brujas, héroes y toda clase de mitológicos personajes se encuentran estrechamente relacionados.
Los linderos temporales de nuestra historia
En las cuevas de la remota isla de Sulawesi en Indonesia se encuentra la evidencia artística más antigua conocida hasta ahora realizada por Homo Sapiens (las obras de arte más antiguas descubiertas hasta hoy fueron creadas por los Neandertales) y que expresa el anhelo remoto, profundo e incesante por adquirir las cualidades de las aves; se trata de la figura de un ser humano con cabeza de pájaro plasmada hace unos 43, 900 años (figuras 2 y 3).
Es curioso que para la primera imagen conocida hasta ahora, fruto del pensamiento mágico acerca de un teriantropo (supuesta habilidad de cambiar de forma-cualidad humana a animal y viceversa) sea la cabeza del pájaro y no las alas lo que resalte dicha cualidad ¿Podría haberse inspirado nuestro paleolítico/a artista en el canto de las aves por encima de la habilidad para volar? o ¿tal vez sea la primera imagen humorística o caricaturesca acerca de algún miembro de aquella tropilla de cazadores-recolectores? ¿Sería considerada la cabeza del pájaro el centro de poder para asumir cualquier cualidad humana/ave? Lo anterior nos lleva a considerar que quizá no sea una casualidad que de la misma manera, la más antigua flauta descubierta en la cueva de Hohle Fels en Alemania (figura 4) fuera elaborada con el hueso del ala de un buitre leonado hace unos 40,000 años, instrumento musical que además, sorprendentemente, permite interpretar melodías compuestas en nuestros días, lo que demuestra el uso de sonidos organizados en escalas como las que usamos hoy en día ¿Por qué elegir el hueso de un ave y no de otro animal? ¿Usarían el ala de esa ave como símbolo del vínculo del sonido de la flauta con el canto de las aves? ¿Cuáles serían las formas, estilos y maneras de componer y crear música que tenían los humanos neolíticos a partir de elementos sonoros comunes a los nuestros?
Figura 3 | Se interpreta como la representación de una figura humana con cabeza de pájaro siendo atacada por un bisonte al que ha herido con una lanza visible debajo del bisonte parcialmente destripado.
Las respuestas a esas y otras preguntas no podremos responderlas con certeza ya que, si bien los humanos de ese periodo contaban con las mismas capacidades cognitivas y usaban lenguajes complejos y completos como los nuestros o, en otras palabras, eran como nosotros pero además contaban con la extraordinaria fortaleza y condición física de un atleta de alto rendimiento actual, ya que el estilo de vida nómada requería de caminatas diarias de unos 50 km para cazar y conseguir alimentos de tal manera que si pudiéramos volar en el tiempo e invitáramos a una persona del neolítico a venir con nosotros aprendería nuestro lenguaje y comprendería los conocimientos del mundo actual, de la misma manera, nosotros podríamos conocer su visión del mundo, idioma y cultura, porque su cerebro no sería diferente al nuestro.
Lamentablemente solo podemos volar 44,000 años atrás con nuestra imaginación para conocer a nuestra/o enigmático artista paleolítico ya que nos separa un denso, oscuro y silencioso muro de la realidad prehistórica al no existir fósiles sonoros que nos permitan conocer y realizar con certeza una reconstrucción de su lenguaje, música y cultura ya que dicha información y conocimientos fueron transmitidos de manera oral al no contar con la mayor herramienta cultural desarrollada por los Sapiens actuales para realizar registros de información, fruto de nuestro ingenio y necesidad desde que dejamos de ser cazadores-recolectores para transformarnos en sociedades sedentarias: la escritura, invención que surgió apenas hace unos 4,500 años.
Es en la historia más reciente donde podemos encontrar las evidencias para entender mejor nuestra fascinación por el reino de las aves: el inquietante dios Horus con cuerpo de hombre y cabeza de halcón que, vigilante, resguarda el templo de Edfu en Egipto. Ícaro y sus vanos esfuerzos para volar hacia la cercanía del sol. Quetzalcóatl, la serpiente emplumada que sutil, exquisita y ágil desciende puntual en su cita cada año desde lo alto de la pirámide de Kukulcán en Chichen Itzá durante el equinoccio de primavera. Leonardo da Vinci y sus fascinantes estudios sobre el vuelo de las aves que con aguda mirada intenta desentrañar los misterios de la hazaña aérea, además de sus visionarias invenciones para volar inspiradas en los pájaros como el helicóptero y el paracaídas (fig. 5 y 6). Las evocaciones de cantos de pájaros de Antonio Vivaldi en las célebres “Cuatro Estaciones” así como en sus otros conciertos para flauta y piccolo. Los cautivadores cantos de Meredith Monk en su obra “Código de Aves” todo lo anterior, ejemplos que revelan el profundo vínculo ancestral entre humanos y aves manifiesto tanto en las ciencias como en las artes, lo profano y lo sagrado, conexión que hasta ahora parecía invisible.
Un caso notable es el de los aztecas que no solo diseñaron gran cantidad de instrumentos musicales aerófonos que evocan el canto de diversas aves: silbatos globulares, ocarinas y flautas, concebidos y construidos con notable ingenio y creatividad llegando al sofisticado extremo de utilizar incluso agua dentro de algunos de los mismos aludiendo voces de pájaros. El compositor e investigador del CENIDIM Samuel Máynez utiliza diversos aerófonos aztecas en su obra Motecuhzoma II, ópera sobre música de Vivaldi entre los que sobresalen los silbatos en forma de garra de águila que rememoran el graznido del águila (aquila chysaetos).
Neurociencias y Arte
En el campo de las neurociencias, el canto de las aves ha generado gran interés de análisis y estudio porque está aportando información relevante acerca de la naturaleza en los mecanismos y modelos de comunicación neuronal que utiliza el cerebro ya que al igual que nosotros, los pájaros son quizá la única otra especie que aprende el complejo comportamiento vocal exclusivamente por medio del ejemplo, por lo que el canto de las aves surge de procesos de aprendizaje y desarrollo de habilidades motoras y perceptuales semejantes al aprendizaje del habla humana, lo que ofrece pistas y evidencias para entender el origen y evolución del lenguaje humano.
Investigaciones neurocientíficas recientes han descubierto paralelismos entre la conducta y mecanismos del canto de los pájaros y algunos aspectos del habla y comunicación social humana, la importante función de retroalimentación auditiva que incluyen la activación de las fascinantes y misteriosas neuronas espejo, fundamentales en el aprendizaje y las artes al ser las que nos permiten imitar, conectar y sentir las emociones de otras personas, así como comprender la naturaleza de las intenciones de los demás, todas cualidades esenciales y necesarias en el arte, la comunicación y el aprendizaje.
La naturaleza interdisciplinaria de las neurociencias está generando además nuevas formas de buscar respuestas; por ejemplo, la psicoarqueoacústica busca comprender la mente y los procesos cognitivos en los cerebros ancestrales que nos permitan entender además del desarrollo cognitivo y funcional la evolución del pensamiento mágico y lo sagrado a partir del sonido y la mirada desde las artes seguramente aportará elementos valiosos e importantes para los avances en dichas investigaciones.
Compartiendo la Sinfonía de la Vida
Desde una perspectiva crecientemente integradora entre neurociencias y artes, la musicalidad comienza a diluirse como algo estrictamente humano para dar paso a la idea de esta cualidad sonora como parte también de las otras especies animales que habitan nuestro planeta. Es el caso de las aves, además de otros seres vivos menos evidentes que también generan sonidos: larvas de insectos, anémonas de mar y hasta virus, inmersos todos en la partitura del ecosistema de nuestro planeta donde cada especie adquiere un espacio sonoro que se entrelaza con otros como violines, contrabajos, flautas y timbales en una obra sinfónica.
El científico e investigador Bernie Krause reflexiona:
no olvidemos que de un hábitat saludable siempre emanará una rica diversidad musical considerada justamente una medida de sano equilibrio”
Bernie Krause
Es esta armonía sonora de la naturaleza lo que seguramente ha cautivado a la humanidad ya fuera hace 2 millones de años en la sabana africana, 50 mil años en alguna remota isla de Sumatra o hace unos pocos miles de años en mesoamérica. De allí quizá la profunda relación que nos vincula no solo con las aves sino con los demás habitantes de nuestro planeta, manifiesta en las ciencias y las artes a lo largo de nuestra historia humana, siendo ésta gran diversidad sonora la que nos ofrece infinitas posibilidades de expresión.
En la musicología y la composición incursionan nuevos conceptos como biomusicología, biofonía y geofonía, tendencias que protagonizan algunos de los procesos creativos sonoros e investigaciones científicas actuales. Cada vez más compositores y creadores escriben obras a partir de la escucha de los sonidos del planeta. Además de aves, ballenas, hongos y helechos, las piedras o el hipnótico sonido de las arenas del desierto se plasman en obras de vanguardia como tendencias creadoras de lo que sería otro apasionante tema para escribir en este espacio.
Quizá por ahora valdrían para concluir, las sabias palabras del poeta y escritor bengalí Rabindranath Tagore:
el bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen”.
Rabindranath Tagore
Bibliografía
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