Heterofonía | 10 |

Portada: Malena Kuss


Revista publicada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
Año 2 | Número 10 | Enero-Febrero 1970

Directora fundadora: Esperanza Pulido


De los editores

Una gran mayoría de los países de la tierra rememorarán este año el bicentenario de uno de los más notables hombres nacidos de mujer: Ludwig van Beethoven, quien vino al mundo el 16 o 17 de diciembre de 1827 en Bonn y murió en Viena, el 27 de marzo de 1827.

México será uno de aquellos países que le rindan homenaje. Aquí se ha tenido una gran devoción por su música, desde que don Carlos J. Meneses dio a conocer a finales del siglo pasado algunas de sus sinfonías al mismo tiempo que les hacía aprender sonatas del compositor a sus alumnos del Conservatorio. En otra parte de esta revista se informa acerca de los actos musicales del “Año Beethoven” en nuestro país.

Dadas las circunstancias tan especiales por las que atraviesa nuestro planeta actualmente, no dudamos que esta conmemoración adquiera en todos sus rincones un gran significado —un signifacdo probablemente más importante que el que tuvo en 1927, cuando se recordó el centenario de la muerto del compositor— Entonces no se hallaba el mundo empeñado en renegar completamente del pasado; entonces todavía se creía en antorchas humanas de los tiempos para guiarnos a los miopes. Ahora testigos como somos de una subversión de valores —con frecuencia justificada— no sabemos de donde agarrarnos.

Viene, pues, Beethoven —una de las más grandes luminarias— a recordarnos que hace doscientos años nació él y entró después a la edad adulta protestando contra las injusticias (protestar contra los gorilas nunca sería subvertir los valores del hombre). SOlamente que, aparte de vociferar y dar puñetazos sobre las mesas de las tavernas, empeló sus medios artísticos para expresar sus protestas; y se valió de ellos no cien, sino miles de veces, de manera que hasta los sordos como él pudieran “escucharlas” y derivar provecho.

Algunos jóvenes estudiantes de la música piensan: “pero ¿qué logró Beethoven en el terreno práctico social? ¿No demostró una falta de compresión para su sobrino Carlos? ¿o trató a sus sirvientas con violencia? ¿No era una avaro?” Tales argumentos sólo demuestran ignoracia de los hechos reales y lecutras de biografías superficiales. Quizá estos jóvenes debieran estudiar a fondo la vida de Beethoven, aun antes de que sus estudios les obligasen a compenetrarse de su obra; porque, contrariamente a las opiniones de algunos músicos contemporáneos, la vida y obra del artista van indefectiblemente unidas, reflejándose la una en la otra.

Beethoven no llegó a padecer persecución por la justicias, como los ochenta prisioneros políticos que en estos momentos se matan a sí mismos de hambre, por medio de una huelga concertada entre ellos; ni hubo en tiempos del compositor carnicerías tan bestiales como las de My Lay; pero sí sufría el hombre medio de una falta de libertad lamentable. Y Beethoven no se quedaba callado. Si no fue a dar con sus huesos en las mazmorras fue únicamente porque lo protegían los nobles; y si él se dejaba proteger así dependía tan sólo de una conciencia absoluta de su valer humano y artístico. Nunca se humilló ante títulos nobiliarios y dejó dicho que no reconoció más nobleza que la del espíritu y las buenas acciones.

Por estos breves comentarios creemos que volver a escuchar todo lo mejor de Beethoven en este su año rememorativo, le será útil al desquiciado momento que vivimos, tanto como a quien trate de captar las bellezas que contienen esa música.

Un concierto de la Escuela Nacional de Música de la Universidad nos obliga a esta nota editorial. El año pasado escuchamos otro, como antecedente. Se trataba, como ahora, del “Método Tort” para la enseñanza de la música en el medio de los niños. Entonces empezaba el compositor César Tort a implantarlo en el plantel con éxito halagador; pero ahora ya le fue posible demostrar, por medio de un grupo de niños, cuyas edades fluctuaban entre los 8 y los 12 años, los resultados logrados en doce meses de estudios.

Dirigidos con gran pericia por el maestro Felipe Ledesma (auxiliar de Tort) este grupo tocó, entre otras cosas, una Tocatta para instrumentos de percusión del propio Tort, difícil aún para músicos adultos, por sus ritmos complicados y cambiantes; y lo realizó con tal “profesionalismo” como para dejarlo a uno con la boca abierta, tratándose de tan pequeñas criaturas. Con este método aprenden los niños a leer música rápidamente y a deshacerse de cualquier inhibición. El año entrante ejecutarán la Toccata de Carlos Chávez. Entre las palabras que pronunció Tort antes del concierto, había algunas frases violentas. Y lo comprendemos, porque en el medio oficial de la música no se ha querido dar importancia al método en cuestión.

De persistirse en este empecinamiento, no nos queda más que presentir, para dentro de unos pocos años, un alumnado mucho mejor en la Escuela Nacional de Música de la Universidad que en el Conservatorio Nacional de Música de Bellas Artes. Lo que presenciamos en aquella es la verdadera preparación que debe recibir el alumno antes de ser admitido en un nivel profesional.


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