Heterofonía | 23 |

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Revista publicada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
| Número 23 | marzo-abril 1972

Directora: Esperanza Pulido

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EL CONSERVATORIO

Ocho meses han transcurrido desde el cambio de directores en el Conservatorio Nacional de Música. El nuevo dirigente, maestro Simón Tapia Colman, llegó al plantel con grandes ánimos de edificar un emporio de elevada música, en el que hasta un bachillerato, cuyas gestiones fueran iniciadas por su antecesor, estuvieran a la orden de los estudiantes calificados.

Pero llegó el tiempo de las inscripciones y el Consejo Consultivo de la institución decidió abrirles las puertas a quienes lo solicitaran (sin consideración de edades ni aptitudes). Esta medida fue tomada para allegarle algunos fondos a la pobre escuela máxima de estudios musicales con que cuenta el país; la ridícula cuota de inscripción ($350.00 anuales y no más mensualidades), atrajo un cúmulo de muchachos, de doce a cuarenta años de edad, hasta alcanzar la suma de mil quinientos y tantos. Pero resulta que Bellas Artes recoge todos los dineros que recibe el Conservatorio y va entregándole poco a poco lo que necesita mínimamente.

Así pues, aunque se recabó más de medio millón de pesos en las tantas veces mencionadas inscripciones, al Conservatorio no le sirvieron para sus gastos inmediatos. Por lo que se refiere a los nuevos ingresados, poco a poco se fueron dando cuenta de que el diablillo era más feo de lo que lo pintan y, por lo tanto, comenzaron a poner pies en polvorosa en cantidades que llenaban de contento el corazón de los infelices maestros, tan sobrecargados de alumnos.

Alarmados por tan infausta situación, quisimos recabar informaciones directas del señor Director. «Cualquier error que hayamos cometido —nos dijo— tenemos la mejor buena voluntad de corregirlo; pero no creemos que la tremenda afluencia de alumnos, a que dimos lugar, vaya a tener consecuencias desastrosas. Al finalizar este año lectivo se verá claramente quien es, y quién no es capaz de proseguir una carrera de música; ninguno de los reprobados de primer año volverá a ser admitido; ni habrá inscripciones nuevas, más que por excepción, en el caso de verdaderos talentos musicales.»

Esto por lo que se refiere al asunto especificado. En otros terrenos de su administración nos informó el señor Director que el Comité Patrocinador «Amigos del Conservatorio», formado a iniciativa suya, estaba en vías de entrar en plena actividad, para proporcionarle al plantel los recursos pecuniarios que le son absolutamente indispensables. No tratándose de la música directamente, las autoridades gubernamentales acceden a proporcionar fondos; así pudo conseguir el maestro Tapia Colman más de un millón de pesos para construir un piso, arriba de lo que los estudiantes bautizaron como «Supermercado» (una ala larga y estrecha del plantel) . Y ya fueron iniciados los trabajos conducentes a ampliar considerablemente los terrenos dedicados al estacionamiento de coches. Sólo falta que prospere todo lo referente a la música misma, y allí es donde deseamos ver trabajar intensamente al Director y a los Amigos del Conservatorio, para que se cumpla la institución con su primordial objeto: allegarse excelentes maestros y preparar adecuadamente toda clase de músicos competentes, para que nuestro pobre país pueda un día salir de esa condición de subdesarrollo musical en que está lamentablemente sumido.

En estos tiempos cada día cuenta y cada mes equivale a lo que en nuestras mocedades signifcaba un año. Adelante, pues, y esperemos con gran impaciencia los resultados prácticos de la no fácil misión que se ha echado a cuestas el maestro Tapia Colman.

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