25 años del Fallecimiento de Conlon Nancarrow, y así lo conmemoramos

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Hace unos meses inauguré una sección intitulada lectura al 2×1 —aunque quizá fue sólo de manera tácita y quizá sólo en mi cabeza porque la sección no existe como tal en nuestra revista—. ^[1]si la curiosidad gana, aquí el texto que inauguró mi sección hipotética ¡Nuevo Director del Conservatorio! Como sea, hoy existe una razón de peso para abonar unas líneas más a esa sección hipotética.

El pasado 10 de agosto se cumplieron 25 años de la muerte de un gran compositor mexicano: Conlon Nancarrow (1912-1977). Claro que es difícil afirmar a un compositor como nacional considerando lo poco familiar que nos resulta pronunciar su apellido —y tal vez también su nombre—. Hoy es más que consabida la nacionalización mexicana del compositor nacido en Texas, y dudo que actualmente alguien pudiera ver con desdén la inserción del “poeta de la pianola” al canon de compositores mexicanos. O sea, estamos felices de contar en la historia de la música de México con la adopción de Nancarrow.

Aunque es probable que hayamos tardado algunos años en reparar en su presencia musical, y pese a su  “naturaleza hermética”, hoy son innegables las grandes contribuciones del compositor al mundo de la música contemporánea y sus grandes repercusiones. Por ello, queremos hacerle un homenaje revisitando algunos de los textos que Pauta y Heterofonía dedicaron al pianolista; algunos publicados mientras aun vivía, algunos producto de su propia pluma y algunos publicados habiendo ya fallecido nuestro admirado Nancarrow.

 Volveré a apostar por la lectura curiosa de la lectora o el lector que además de mi breve nota perseguirá los textos de las revistas (abajo citados y con el hipervínculo correspondiente). Considero el ejercicio/homenaje una bonita manera de leer cómo hemos percibido la figura de Nancarrow con el pasar de los años. A manera de clickbait y sólo por acrecentar la curiosidad recomiendo empezar con la semblanza que dedica Esperanza Pulido al compositor, cuya narrativa, además de ser un viaje en el tiempo a la musicología mexicana de décadas pasadas, no tiene desperdicio.