Heterofonía | 09 |

Portada: Rosita Renard


Revista publicada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
Año 2| Número 9 | Noviembre 1969

Directora fundadora: Esperanza Pulido


De los editores

Nuestra muy querida Directora aprovechó sus vacaciones como maestra de piano en el Conservatorio Nacional de Música – y esta tarea, más las que le impone la vida de esta Revista, nos indican que sólo vive para, dentro y por la Música-, para hacer una pausa. Pero no, una pausa significa un vacío, o un apartamiento de algo, dejando ese lapso inconcluso. Más bien hizo un calderón, es decir, que sin una ejecución material, aplicando el pedal -que en este caso le sirvió para el viaje-, la vibración musical quedó muy perceptible mientras nuestra Directora dirigía sus pasos a Nueva York. Y ya en aquella Metrópoli no permitió ni pausas, ni codas finales, sino que como una hormiguita practicó una Cadenza, visitando diariamente la Biblioteca musical más grande del mundo, localizada en el Lincoln Center, para hojear manuscritos originales, libros de música y todo lo relacionado con este Arte, amén de asistencia a conciertos -pocos en aquel tiempo- que se pueden gozar en el ambiente de la ciudad más sui generis del Universo.

Su bagaje de regreso, muy voluminoso, no incluía, sin embargo, alguna prenda, que al fin mujer, le hubiera hecho suspirar ante los aparadores de las tiendas de la 5a. Avenida, aquella Avenida en la que nuestro poeta Juan José Tablada se lamentaba de que las mujeres que por ella transcurrían estuvieran tan cerca de sus ojos, como lejos de su vida, sino que los paquetes que contenían su equipaje lo repletaban solamente libros, libros y más libros de música, de los cuales se extraerán más conocimientos: novedades que se pondrán al servicio de nuestros -desgraciadamente todavía muy pocos- lectores de esta Revista. Y después de la Cadenza de que hablábamos antes, con unos acordes soberbios, repetidos y llenos de energía, nuestra Directora puso fin a su viaje de estudios, para seguir presentando
a los lectores lo que de novedad encontró en aquella ciudad.

Una de ellas se refiere a un muchacho pianista mexicano, uruapense por más señas: Javier Cendejas, que ha logrado abrirse paso en Nueva York, merced a sus propios esfuerzos, después de haber estado algunos años estudiando con la pianista Angélica Morales en la Universidad de Kansas. Y ha obtenido una beca para entrar a la Julliard School, después de lo cual esperamos se le abran los caminos del éxito. LM.A.

BALANCE -Este será el último número de 1969. Heterofonía va en su segundo año y cabe hacer ahora un pequeño balance de sus logros, así como preguntar hacia dónde se dirige. Hemos publicado valiosos artículos de conocidos musiocólogos y en este departamento no podemos menos que agradecer a todos ellos la generosidad de sus colaboraciones, sin las que nos habría sido imposible seguir adelante.

Más músicos extranjeros que nacionales han respondido a nuestro llamado y de ello nos lamentamos vivamente, porque desde un principio ofrecimos a nuestros compatriotas las páginas de esta revista como tribuna libre; pero salvo muy honrosas excepciones, ni los profesionales, ni los jóvenes estudiantes tomaron en serio nuestra oferta. Afanosamente seguimos bregando y metiendo nuestras economías en la empresa, siempre con la esperanza de suscitar el interés de algún mecenas.

El Departamento de Música que dirige Miguel García Mora, Ediciones Mexicanas de Música que regentea Rodolfo Halffter y Pianos y Organos de México son en realidad nuestros únicos anunciantes. Gracias a ellos y a un generoso donativo del Lic. Don Carlos Prieto, han disminuido nuestras pérdidas bimestrales, pero no lo suficiente como para
sacar los gastos.

Siendo Heterofonía la única revista musical de su género en la República Mexicana, confiamos aún en su éxito futuro, porque nos parece imposible no poder allegarnos algún día los 2,500 devaluados pesos mexicanos que nos faltan para cada número. Nosotros ignoramos la forma de obtener anuncios, pero quizá nos depare la suerte algún publicista que desee ganar algunos centavos, consiguiéndolos para nosotros. Es verdad que están respondiendo las bibliotecas musicales de los Estados Unidos, donde promovimos la revista, pero no hay publicación de este género que pueda sostenerse con sólo suscripciones, a menos que se lograra contarla por millares.

Lo anterior no significa que hayamos perdido la fe en nuestro medio musical. Si contribuyéramos a despertarlo de su apatía, valdría la pena cualquier sacrificio y tanto como trabaja esta su afectísima, La Directora


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