Rosa Carcía Ascot y Jesús Bal y Gay
Rosa Carcía Ascot y Jesús Bal y Gay

Heterofonía | 24 |


Revista publicada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura
| Número 24 | mayo-junio 1972

Directora fundadora: Esperanza Pulido


De los editores

Desde que Jesús Bal y Gay nos abandonó abruptamente, sin despedirse de nadie, tras una estancia de casi un cuarto de siglo entre nosotros, no habíamos vuelto a recibir noticias suyas. Ahora nos ha proporcionado un amigo el recorte de una entrevista que le hiciera Manuel Angel Coria, en el diario madrileño “Madrid”, al distinguido musicólogo y compositor español.

Por esta entrevista nos enteramos de que Bal y Gay prepara actualmente la edición de un “Cancionero Gallego” y una monografía sobre Manuel de Falla; así como de que su capacidad creadora se mantiene dentro del tonalismo, por ser éste su “lengua materna”; y de que su estética continúa apoyándose en las de Debussy, Ravel, de Falla y Stravinsky. Al pedírsele que expresara algo acerca de su labor en México, sólo se refirió al entrevistado a sus trabajos materiales; no reveló ningún nexo afectivo con su antigua tierra adoptiva.

¿Es México un país incapaz de suscitar afectos verdaderos y durables? Sin embargo, aquí fueron acogidos Jesús y Rosita Bal y Gay con grandes muestras de cariño y a él se le abrieron un buen número de puertas, amistosas las unas
y prácticas las otras. Bal y Gay vivió en México la única época de oro que ha conocido la musicología en nuestro país, cuando Adolfo Sala zar, él mismo, Pedro Samper, Rodolfo Halffter, Mayer Serra (este último, siempre que se olvidaba de la chismografía y escribía en serio) formaron un núcleo de gente bien preparada y apta, que aportó abras musicológicas de gran significado para la bibliografía musical mexicana.

Era la época de confianza ingenua, cuando esperábamos que la emigración de músicos españoles tan distinguidos nos inyectara una dosis de eficiencia musical, lo suficientemente efectiva como para abandonar, o por lo menos disipar la inercia y lanzarnos hacia elevadas aventuras del espíritu.

¿Por qué no fue así? Necesitaríamos ahondar mucho más profundamente en la cuestión antes de contestar a esta pregunta. En aquella época y durante la Segunda Guerra Mundial hubiéramos podido reunir aquí (aparte de los
españoles) una pléyade de músicos de primerísima calidad, como lo hicieron los norteamericanos, con resultados que no requirieron demasiados años para probar su bondad. Nosotros dejamos pasar la oportunidad, porque nuestro
sino era aparentemente otro: mantenernos sujetos a un decantado “nacionalismo” que después de todo, solamente resultaba una cierta clase de chauvinismo no conducente a ningún apetecible destino.

Es verdad que Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Blas Galindo, José Pablo Moncayo (estos dos últimos un poco más tarde) inventaron una música nacionalista más ambientada que la anterior y más técnicamente avanzada e interesante; pero ¿fue ésto suficiente? Si así hubiera sido, ¿por qué no hemos sido capaces de echar las bases para un auténtico desarrollo musical futuro? Nos hallamos actualmente en una especie de callejón estrecho, pero no desprovisto de salida.

Evitemos pues, que nos agobie el pensamiento …


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