Ideas Sónicas | 13 |

Portada: Juan Blanco

Publicación bilingüe del Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras
Año VII | Num. 13 | Julio – diciembre 2014
Director: Rodrigo Sigal

Música y tecnología en la gran Cuenca del Caribe


El mal llamado “encuentro de dos mundos” –como quisieron llamar al quinto centenario de la odisea que terminó en la explotación y exterminio de los ciudadanos originales, de lo que hoy se llama América, y que también significó esclavitud a gran escala– fue, más bien, el encuentro entre dos mares: el Mediterráneo (nombre ostentoso por sí) y el Caribe; uno de aguas templadas y el otro con unas muy cálidas y cristalinas. Los intrépidos marineros europeos con lo primero que se topan al cruzar el Atlántico fue, precisamente, con la parte insular de este “Nuevo Mundo”. La exuberancia de esas tierras los dejó perplejos, y la supuesta hazaña de hallar nuevas rutas hacia las especias se convirtió en un evento de conquista. Fue una conquista sobre lo que sospechaban eran sociedades con desventaja militar, de nuevas riquezas y productos y, en términos generales, del trópico. Tras exterminar casi por completo a los isleños originales, los visitantes no invitados husmearon mayores riquezas al otro lado del Caribe. Siguiendo ese instinto, abandonaron en gran medida a la islas; pero, sin ceder su poder sobre ellas, decidieron repoblarlas con esclavos traídos de África. Lo siguiente fue una lucha, entre imperios europeos, por el control de estas tierras en donde los caribeños, los pocos descendientes de los originales, y los nuevos criollos, mestizos y negros, tuvieron poco que decir.
En fin, la historia político-económica de esta región, hasta el presente, no ha sido, contrario a su naturaleza, de gran belleza. Su estratégica posición geográfica y sus múltiples encantos han sido objeto de la desidia de los poderosos. No obstante, poco a poco y con gran estoicismo, los caribeños de los últimos siglos han luchado para preservar sus relativamente nuevas (pero auténticas) culturas. Culturas que aglutinan las influencias de varios mundos pero que aportan, gracias a la idiosincrasia del trópico en sus diferentes vertientes, un sabor autentico y único.
En el caso de la música, es ya indiscutible la gran aportación que han hecho los caribeños a este arte. Ya sea en lo folklórico, clásico o popular, compositores e intérpretes provenientes desde México, bajando por Centroamérica, girando por el norte de América del Sur y, luego, subiendo por el collar de islas que demarcan la división entre el Caribe y el Atlántico, han hecho una rica aportación al acervo de la música universal.
Esta versión de Ideas Sónicas/Sonic Ideas tiene el propósito de reconocer la actividad que han llevado a cabo y realizan hoy día creadores e investigadores en el campo de la música ligada a la tecnología. El Foro de Compositores del Caribe, evento que no tiene una sede permanente, sino que se ha celebrado a través de toda la gran región caribeña, en su propósito de exponer la labor de los creadores del área, también ha dado atención a la obras creadas e interpretadas por medios tecnológicos. Este año 2014, el Foro, en su edición número XX, se une al festival Visiones Sonoras que produce el CMMAS de Morelia, en un reconocimiento a la labor que se produce en el Caribe en ese campo.
En ese estoicismo antes mencionado, y pese a que estamos tratando con países menos desarrollados, los del Caribe nunca han querido quedar rezagado y, pese a la limitaciones económicas que han existido, desde los principios de lo que se ha llamado Musique Concrete y la Elektronische Musik, veremos que hubo, paralelamente, versiones originales en nuestra cálida región. En ese sentido, queremos dedicarle, muy especialmente este número de esta revista a Juan Blanco, compositor cubano, pionero de la música electroacústica no solo en el Caribe sino en todo Latinoamérica.
Al respecto encontraremos dos artículos sobre esta valiosa figura. El primero de la autoría del compositor y pianista cubano Fernando Rodríguez Alpízar, quien fuera discípulo del maestro Blanco. En una valiosa investigación, Rodríguez nos lleva a los principios de la labor creativa de Blanco y vemos cómo este, con singular ingenio, inventa sus propios instrumentos electrónicos; ¡y estamos hablando de los años cuarenta! A través de artículos, entrevistas y programas de conciertos, este escrito nos revela cómo desde principios de la Revolución cubana, en La Habana se cuaja un movimiento de música de vanguardia, muy parecido al que se daba en Polonia y otros países europeos. El maestro Blanco fue partícipe y protagonista de este grupo que no solo componía obras en nuevos estilos sino que producían conciertos y eventos que incluían, en ocasiones, a la Orquesta Sinfónica Nacional. Infatigable creador, Blanco nunca cesó sus actividades y, entrada las décadas de los setenta y ochenta, llegó hasta “musicalizar” con medios electrónicos pabellones y edificios. Dos de sus proyectos cumbre son el Laboratorio Nacional de Música Electrónica y el Festival de Música Electroacústica, dos instituciones que siguen palpitantes aún después de su muerte.
El saxofonista y compositor estadounidense, Neil Leonard, en su artículo Juan Blanco and Neil Leonard: A Cultural Counterpoint, nos ofrece su experiencia personal con Juan Blanco. Resulta interesante que alguien proveniente de los Estado Unidos y del mundo del Jazz, tras conocer a Juan Blanco en un viaje incidental a Cuba, se haya integrado al mundo de la música digital con la influencia del maestro cubano. La admiración de Leonard por Blanco lo lleva a escribir artículos y a editar un disco compacto de su música.
El profesor e investigador Alejandro José Moya nos entrega un escrito donde explica su proyecto-empresa Psicosonía. Son decenas de años que este compositor y estudioso de la conducta humana lleva investigando sobre los posibles efectos de una mayor sincronización de los hemisferios cerebrales a través de la música. Sus investigaciones y estudios lo han llevado a diferente países, aplicando su técnica a diferente casos o problemas. Una series de programas, aparatos y periféricos son empleados en sesiones directas con José o a través de sus múltiples grabaciones.
Retornando al aspecto histórico, nos encontramos con el artículo del venezolano Miguel Noya. En El misterio del triángulo electrónico, Noyanos hace un recuento histórico de lo que ha sido el desarrollo de este medio en Venezuela. Aunque tiene comienzos muy tempranos, digamos desde fines de los años cincuenta, y que figuras como Alfredo del Mónaco, Inocente Palacios y Servio Marín pudieron trabajar en estudios pioneros en Estados Unidos y Europa, el establecimiento institucional de instalaciones y de un centro de estudios y creación de esta materia fue muy accidentado e inestable. Noya ofrece con muchos detalles y, a través de entrevistas, programas de concierto y documentos investigados, los logros y percances que tuvo el mundo de la música con tecnología en Caracas. Pese a la falta de una constante institucional, el autor nos da testimonio de unas series de conciertos y eventos que se produjeron a través de la décadas de los ochenta y noventa. Generaciones de venezolanos han aportado al repertorio electroacústico de ese país y, felizmente en el presente, poseen, en el caso de la Universidad Simón Bolívar, un recinto donde se puede estudiar, producir y desarrollar música con apoyo tecnológico.
El profesor de la Universidad de Sao Paulo, Julián Jaramillo, presenta un artículo dedicado a un proyecto interesante, con el fin de transmitir y ejecutar, en tiempo real, con intérpretes en diferentes lugares y obras musicales a través de la Internet. Este joven colombiano nos narra con detalles la idea de un proyecto internacional con nexos en Colombia y Estados Unidos, de lo que él llama música telemática. Primeramente, nos hace una explicación del proyecto, sus detalles, propósitos y fines. Luego, explica todo la preparación que conlleva un proyecto como este y los diferentes problemas e inconvenientes que conlleva afrontar. De igual forma, nos hace un recuento de la transmisión de conciertos y de lo que sinceramente pudieron lograr con los mismos. Jaramillo termina con una exposición optimista de la muchas opciones que puede tener la música telemática en el futuro.
En su artículo, El uso de la tecnología y su relación a la identidad musical, Jorge Alba pretende abrir una discusión en torno a cómo el desarrollo tecnológico, hoy día al alcance de muchos, puede afectar los aspectos estéticos y de formas en la música producida por medios digitales. Alba parte desde el invento del violín, como ejemplo de tecnología aplicada a la música, hasta el presente, para ponderar cómo esta nos lleva al reto de ponerla al servicio de nuestra identidad. Muestra el autor el caso mexicano como uno de los casos específicos en los cuales la tecnología, lejos de empujarnos a identidades extrañas, puede ampliar la nuestra.
Por último, este editor quiere ofrecerles unas reflexiones sobre su envolvimiento con la música electrónica, a través de cuarenta años de estudios y producción. De esta forma, aprovecha y relata cuál ha sido el desarrollo de este medio en su Puerto Rico. Aquí veremos que, contrario a Venezuela, ha sido solo un lugar, la Universidad de Puerto Rico, el que ha tenido, desde los años setenta hasta el presente, la responsabilidad de ofrecer instalaciones para el estudio académico, creación y la presentación del campo electrónico en la música. Al igual que en el artículo de Noya, aquí podemos presenciar algo del desarrollo de tecnología en la música y cómo esta, al igual que discursa Alba, puede afectar en lo positivo a la creación. El autor presenta algunas consideraciones y preocupaciones en cuanto a cómo abordar el género de manera artística.
En conclusión, este número de Ideas Sónicas/Sonic Ideas pretende lo siguiente:

  1. Distinguir el área geográfica del Caribe como poseedora de una fuerte historia, que ha llevado a su ciudadanos a luchar por su identidad y por prevalecer como artistas de primera.
  2. Mostrar un poco de historia referente al movimiento de compositores que utilizan la tecnología en obras de calidad, originalidad y vanguardia.
  3. Presentar tan solo algunos proyectos novedosos de caribeños que emplean la tecnología en la música con diferente propósitos.
  4. Exponer las preocupaciones que mantenemos los compositores de la región en torno a la creación de obras de calidad que muestren una identidad única.

Espero que puedan navegar a través de esta revista por este Caribe menos “clichoso” pero igual de fascinante. Agradezco al Dr. Rodrigo Sigal su invitación a editar este número de Ideas Sónicas/Sonic Ideas y por haber aceptado el tema que le propuse.

Dr. Carlos Alberto Vázquez


Índice

Imagen sugerida: Juan Blanco (pag. 15 del pdf)

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